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La Monarquía se tambalea

Rafael González Morera / Rafael González Morera

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Una de las cosas que más me chocó de la religión católica fue la infabilidad del Papa, que cómo saben mis amables y sufridos lectores constituye un dogma según el cual el Papa no comete errores, sus definiciones excathedra son de solemne definición pontificia, y ninguna discusión se permite en el seno de la Iglesia Católica y se deben acatar y obedecer incondicionalmente. Otra de las cosas que más me chocó de la Constitución monárquica española de 1978 fue cuando al leerla por primera vez me enteré que el Rey en España es inviolable e inmune. Cuando el señor Borbón leyó su mensaje último de Navidad, dijo que “la justicia era igual para todos los españoles”, refiriéndose indirectamente a su yerno Iñáki Urdangarín y sus andanzas de presuntas delincuencias económicas, pero se olvidó de añadir “igual para todos los españoles, menos para mí”. Así que entre la infabilidad del Papa y la inviolabilidad e inmunidad del Rey, a los catorce o quince años me hice republicano y agnóstico. Primero en plan visceral, y luego ya más calmado, en plan cerebral.

Pasaron los años, murió el Dictador, y en vez de un referéndum por la República o la Monarquía, Franco que había nombrado a Juan Carlos Borbón su sucesor, se salió con la suya porque “todo está atado y bien atado”, y porque Santiago Carrillo y Felipe González se plegaron a las amenazas veladas de Adolfo Suárez, que si no aceptaban la Monarquía “las fuerzas negras de la dictadura que están todavía latentes” se los podían comer a los dos con papas fritas, y la Dictadura podría durar hasta el siglo XXII. Santiago Carrillo estuvo en Las Palmas de Gran Canaria en julio de 1976 con peluca, todavía en plena clandestinidad. Había entrado en España por la frontera francesa con Teodulfo Lagunero, un millonario comunista amigo suyo, cuando todavía Carlos Arias Navarro era presidente de la España posfranquista. Carrillo y Mauricio convencieron a los comunistas canarios de la necesidad de aceptar la monarquía “la única manera de salir del túnel de la Dictadura”, explicaba el líder comunista en una reunión clandestina en Arinaga.

Aún admitiendo que no había otro camino en aquellos momentos que el señalado por Carrillo, por su pacto con Adolfo Suárez, me parece que pasados los años la Constitución monárquica se ha podido revisar para algo más que implantar el déficit cero, y en definitiva inclinar la Carta Magna hacia la derecha. Pero todo ha seguido igual que en 1978, incluso que las hijas del Rey aunque sean mayores que el príncipe, no puedan ser reinas, y sea el primer hijo varón el sucesor para ostentar la Corona. La Ley Sálica es otra de las desigualdades de la Monarquía española, o más concretamente la de agnación o parentesco agnaticio trasmitido por vía de varón. Pero no me voy a poner en plan monárquico a discutir tales cuestiones.

Como veo que me pierdo en temas muy serios, salgo a la compra más que nada por ver que opina la gente de la cacería de elefantes de Juan Carlos Borbón, y la encuesta comprando el pan es de lo más significativo. Las críticas a la Caza Real son durísimas, y una mayor parte de los comentarios coinciden con que son los propios miembros de la familia Borbón los que están destrozando el prestigio de la institución. Una señora de edad que compra verdura midiendo lo que gasta va y comenta el precio que ha oído por la radio que cuesta una cacería de elefantes y cuatro días de estancia en África. ¿Y quién paga todo eso?, es una pregunta que se hace mucha gente. La vecina del quinto, que me encuentro en el puesto del pescado, no puede estarse callada. “Es una vergüenza, mire, mire, lo que cuesta medio kilo de filetes de corvina. Lo peor de todo es que no es ya sólo los yernos, y el nieto del Rey, es que también es el Rey, el que debería dar mayor ejemplo”. Me acuerdo de nuevo de la familia paternal en la cual el prócer fundador de la empresa era quién mantenía firme el negocio, y luego entre hijos, yernos y nueras, se lo dilapidaban en un pis pas. Me vuelvo a casa y me meto a fisgonear en internet, y leo a José Antonio Zarzalejos, exdirector de “ABC”, monárquico de pro, en un artículo en “El Confidencial” titulado “Historia de cómo la Corona ha entrado en barrena”. Luego repaso la posición de muchos socialistas, incluida a Elena Valenciano, la número dos del PSOE, que desautoriza a Tomás Gómez, dirigente de Madrid que ha pedido que Juan Carlos Borbón abdique, pero a la dirección socialista le parece muy fuerte la declaración de Gómez. Así les va, y mientras Izquierda Unida y UPyD siguen subiendo como la espuma, PSOE y PP estancados y monárquicos. La Monarquía se tambalea y Pérez Rubalcaba en la inopia.

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