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¿Rescate o esclavización?

Tony González / Tony González

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La primera duda es la motivación para ofrecer estos fondos. Y no que provengan de fondos europeos públicos o privados, que es casi irrelevante. En el caso de no haberse destinado a esta financiación de la banca española ¿a qué se hubiesen destinado? Ciertamente lo desconozco, pero lo que es seguro que habría sido un fin menos lucrativo, pues caso contrario no habrían consentido en el destino que ahora se les da. Es que ese 8,5% anunciado por Europa es un bocado muy suculento, simplemente comparando con que las subastas de deuda pública española, que últimamente debe pagar un interés cada vez más alto, no rebasa el 6,5%. Esto significa que deberá devolverse cada año, además del capital correspondiente, unos 8.500 millones de euros más. ¿Recuerdan el reciente escándalo de esos más de 20.000 millones que el estado iba a destinar a financiar a Bankia? Pues este rescate europeo significa un importe superior, al menos durante tres años, solo en intereses. Negocio redondo y asegurado para quien presta el dinero.

Una pregunta importante, pero que su respuesta es bastante obvia, es de donde va a sacar la banca española los fondos para pagar esos muy onerosos intereses del 8,5%. Teniendo en cuenta que los bancos no tienen una máquina de imprimir dinero ni crearlo por arte de magia, que no pertenecen al sector primario que crea bienes, ni al secundario que los transforma y, en ambos casos, aumentan la riqueza, la respuesta es clara: de los sectores que la crean. Cuando un banco hace un préstamo, el prestatario debe devolver el capital más intereses. Lo que significa que debe trabajar o crear riqueza de la forma que sea para devolver el capital prestado más intereses. Pues en España tendremos que trabajar para pagar a la banca unos 25.000 millones.

Hemos pasado a más de 5 millones de parados y llegaremos a 6, dicho por el mismo gobierno, por lo que me temo que serán más. Se ha reducido muy considerablemente los servicios básicos que presta el estado, sobre todo en educación, en sanidad y en servicios sociales. Han subido prácticamente todos los impuestos. Todo ello significa que a pesar de un empobrecimiento muy considerable de los ciudadanos españoles, sufrimos una presión fiscal mucho mayor y además debemos pagar con nuestros fondos privados esos servicios básicos que el estado ya no presta. Y con este panorama ahora debemos sufragar todos los ciudadanos esos 25.000 millones de euros en intereses.

Otra pregunta que considero importante es ¿Surtirá de verdad efecto ese préstamo de 100.000 millones de euros? Se dice que irán destinados a que fluya el crédito, para reactivar la economía. Es cierto que actualmente las condiciones para conceder un crédito son normalmente muy duras. Pero no creo que sea por falta de garantía de las empresas o personas con respecto a la situación anterior a la crisis. Más bien lo es por el exceso de desconfianza de la banca a hacer fluir esos créditos, por el batacazo en impagados que ha sufrido, provocados en parte por la crisis, aumento del desempleo y estallido de la burbuja inmobiliaria y, sobre todo, en la inconsciencia de la propia banca en la concesión de préstamos de forma demasiado alegre y atolondrada, cuando no fraudulenta en algunos casos.

Como podemos ver, con lógica ante el panorama esbozado, una de las causas de que el crédito no fluya es la falta de demanda de los mismos. Debido al gran aumento de la presión fiscal y preocupante disminución de ingresos, cuando no cese de los mismos, tanto las personas como las empresas, sobre todo pequeñas y medianas, no disponen de capacidad ni las enormes garantías exigidas para solicitar estos créditos. Entonces ¿Donde colocará, a quien prestará la banca española esos 100.000 millones de euros, debiendo tener además la certeza de obtenerlos de vuelta con un plus de 25.000 millones más?

Se insiste hasta la saciedad en que hay que reducir el déficit público, por que no se puede gastar más de lo que se tiene. Lo cual a nivel de cuentas públicas es falso, pues hay que invertir en lo que haga crecer la economía y mañana, con una economía saneada y en aumento gracias a esas inversiones, se podrá recuperar ese déficit. Pero es que tanto es contraproducente, como vemos, la lucha feroz y ciega contra el déficit público, como disparate aumentar el déficit privado en 100.000 millones. ¿No acabamos de ver que el sector privado, tanto los ciudadanos como las empresas y sobre todo el sector financiero son los que más ahogados están por la crisis?

Antes estábamos en manos de una clase política que no hacía maldito caso al interés público, obcecados en el interés partidario como estaban. Ahora ya ni siquiera eso: estamos en manos del capital que nos prestan.

Ave, Cesar. Morituri te salutant.

Tony González

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