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Soria indignado con la corrupción

Rafael González Morera

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Menos mal que Don José Manuel Soria López, ministro de Industria, Energía y Turismo y presidente del Partido Popular, está indignado con la corrupción que corroe España por sus cuatro costados. Qué metamorfosis kafkiana ha dado Soria en plan positivo. Estoy realmente esperanzado que las cosas cambien y no tenga uno que despertarse sobresaltado cada mañana. No me cabe la menor duda que el señor ministro conoce el tema profundamente, estudioso como es, incluso con los casos que ha vivido muy de cerca en Canarias, como los sumarios de Eolo, Faycan, Góndola, el chalet de Javier Esquivel “todo gratis”, Isolux, Grupo Europa, La Favorita, y no sé si se me queda algo en el tintero, y su afán de estudiar todo con lupa y gran interés le ha hecho hacerse especialista en gastronomía noruega, hasta el punto que en un fin de semana reciente que pasó en su casa de Santa Brígida andaba ahumando unos salmones pero se le fue la mano con el fuego y se formó tal humareda que los vecinos estaban realmente muy asustados. Incluso mi amigo Pepe Alemán, que tiene su chalet cerca, se asomó a su terraza a ver qué coño pasaba. Y no solo es especialista Soria en salmón ahumado, sino también marinado, y hace unas albóndigas de salmón incomparables, y en esta receta cuando muele al divino pescado de río le da palos con el rodillo de cocina gritando como un poseso “¡corrupto, corrupto, corrupto!”, a lo que su señora esposa le dijo un día “Pepe Manué, si el salmón está corrupto, tíralo, no vayamos a coger una enterocolitis”. Y el señor Soria le contestó a su señora esposa: “no te preocupes, está buenísimo, es para que los vecinos me oigan y vean que estoy contra la corrupción”.

Para que se hagan una idea del cabreo de Soria contra la corrupción, y muy especialmente después de la Operación Púnica que se ha llevado por delante medio centenar de púnicos y fenicios del PP, Don José Manuel en sus últimas estupendas declaraciones a colegas canarios vino a decir que “la ley tiene que ser aplicada con toda contundencia sobre quienes sean culpables”, descubriendo con su gran inteligencia la pólvora de la judicatura. No sé si se le escapó del meollo el caso salmón cuando una jueza deshojando la margarita, si, no, blanco, negro, dejó pasar los salmones río arriba para que desovaran tranquilos allá por los nacientes noruegos, y uno de los argumentos de la señora jueza fue que como el avión iba a viajar a Austria y Noruega de todas maneras no era extraño que llevara algún invitado (sic). No quiero decir que los procesos de instrucción se hayan estado llevando en algunos casos en favor de los investigados, líbreme el Señor de tales pensamientos, que ya tengo bastante con el enfado que se cogió conmigo don José María Mayor Oreja hace algún tiempo, y no quiero que ningún juez o jueza me empure al modo, que no estoy ya para llegarme a los juzgados de la calle Granadera ni a los flamantes nuevos, que da gusto verlos….por fuera.

Una de las frases más enjundiosas que dijo don José Manuel a los periodistas canarios antes de irse a ahumar salmón a su chalet de Santa Brígida fue que “yo no voy a presuponer la culpabilidad de nadie”. Me imagino que tampoco la culpabilidad de ninguno de sus correligionarios, cosa que solo deben hacer los jueces, pero sí lo hace normalmente de forma dura, contundente, si es la de otro presunto de algún partido político rival. En este punto me viene a la memoria un frase que ha dicho nada menos que el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, dijo que la actual Ley de Enjuiciamiento Criminal está redactada para los “robagallinas”, no para los grandes defraudadores, y en este asunto/trasunto no se le puede culpar a los jueces que no cambien las leyes a aplicar, faltaría más, sino a los legisladores, es decir al Congreso de los Diputados y al Senado, Dios los tenga en la gloria.

Pero la frase que más me ha gustado de las declaraciones del señor Soria en su terruño, al cual tanto quiere petróleo aparte, es “la corrupción es una lacra que no está siendo protagonizada por toda la clase política, sino por una minoría, y por tanto, yo comprendo perfectamente la indignación de la sociedad”. Una vez más se aprecia la inteligencia de don José Manuel, que vislumbra un cataclismo en el Partido Popular, y además teme que como siga saliendo a flote toda la corrupción igual no queda ningún ayuntamiento en España en donde se pueda entrar sin que nos tire hacia atrás el olor a chorizo. El remate del señor Soria a estas declaraciones históricas y también histéricas fue el decir que “soy el primer indignado con la corrupción”. La relación de frases escandalosas por su cinismo son dignas para una colección de cosas, cositas que diría Rajoy, que no debe decir ni hacer un político del PP, y menos ahora que el Titanic se hunde y Soria, entre otros, sigue tocando la orquesta mientras el agua ya les llega al cuello.

Pepe Manué, te felicito, eres un genio de la comunicación, mejor que Pablo Iglesias. ¡Podemos!

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