Vergüenza

El sistema de incompatibilidades de altos cargos no funciona, ya que Taguas fue designado presidente de la patronal, tan sólo unos días después de dejar su puesto en La Moncloa, por su relación con Zapatero, como reconocieron los mismos constructores. El proceso de privatización de las empresas públicas quedó una vez más en entredicho ya que Zaplana nunca antes había trabajado en Telefónica, ni en ninguna otra compañía multinacional, por lo que su nombramiento como delegado en Europa pudo deberse más a favores prestados con anterioridad desde el PP que a su cualificación profesional, al igual que pasó con Endesa, pero al revés, cuando Pizarro, dejó la presidencia de la eléctrica para incorporarse como número dos por Madrid a las planchas del PP.

Las prácticas irregulares de tráfico de influencias que facilitan desde el gobierno la colocación de políticos en empresas públicas, privatizadas o privadas con las que el ejecutivo mantiene relaciones preferenciales, deben acabar. Esta situación, consentida por todos los partidos, mina la credibilidad de la política y de los políticos y empobrece la gestión de las empresas que se ven obligadas a nombrar en los consejos de administración a verdaderos petardos cuando ya están quemados en sus partidos. La política no puede convertirse en una agencia de colocación para los cargos públicos, que una vez elegidos pretenden vivir del cuento toda su vida, muy por encima de sus posibilidades. No solo constituye un mal ejemplo para la ciudadanía sino un flagrante delito de tráfico de influencias y una verdadera discriminación con respecto al resto de las personas que tienen que buscarse la vida por sus propios medios. Al final la política tiende a convertirse en el refugio de los peores de la sociedad que la utilizan como trampolín para solucionarse la vida.

* Presidente del Centro Canario Nacionalista, CCN

Ignacio González Santiago*