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Zapatero rebaja los impuestos

Juan García Luján / Juan García Luján

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Cuentan que el pequeño Warren se crió en una casa llena de libros sobre inversión bursátil. Dicen que a los once años Warren compró sus primeras acciones. Sesenta y seis años después de su primera inversión, Warren Buffet tiene la segunda fortuna mayor del mundo, después de Bill Gates. Se calcula que posee unos 36.000 millones de euros, el equivalente a los presupuestos de la comunidad autónoma canaria para 2008 multiplicados por seis.

A estas alturas de la película nadie dudará que Warren Buffet pertenece a la clase alta y que sus empleados cobran menos que él. Pues Warren Buffet acaba de protestar porque cree que paga pocos impuestos. Según el multimillonario norteamericano las continuas rebajas fiscales aprobadas por el gobierno de George Bush han provocado una situación que avergüenza al propio Warren: el fisco norteamericano grava la renta del multimillonario en un 17,7% frente al 32,9% que tienen que pagar sus empleados. Warren ha declarado que el sistema fiscal se ha inclinado a favor de los ricos y se ha alejado de la clase media.

Estas declaraciones de Warren Buffet las leí hace unos días, pero hoy he vuelto a recordarlas al escuchar a Rodríguez Zapatero anunciando que si gana las elecciones generales suprimirá el impuesto sobre el patrimonio. Dice el presidente del Gobierno estatal que se trata de una imposición injusta porque las clases altas no lo pagan ya que tienen una serie de mecanismos legales para eludirlo y que quienes lo pagan son las clases medias. Pero la solución no es cambiar la ley para que los más ricos paguen más, sino, según Zapatero, lo que hay que hacer es que las clases medias no paguen nada. La verdad es que este discurso me suena. Lo dijo hace unos meses José Manuel Soria. El consejero de Hacienda anunció la supresión del impuesto de sucesiones utilizando los mismos argumentos. Bueno, Soria fue menos sincero y le puso un poco más de demagogia a la cosa. Recuerden que lo comenté aquí. Soria dijo en el Parlamento: “Estoy pensando en las viudas canarias que tienen que pedir un préstamo al banco cuando se les muere su marido para no perder la casa en la que viven”. La realidad es que las mujeres que se quedan viudas no tienen que pagar impuestos para heredar la casa en la que viven. Pero como Soria vio que los socialistas le criticaban su medida, lo primero que se le ocurrió fue lo de las viudas y lo dijo, ya sabemos que nuestro vicepresidente no se siente obligado a decir la verdad cuando improvisa en el Parlamento.

Ahora Zapatero ha hecho algo parecido a José Manuel Soria y no saldrán los socialistas a criticar a su jefe. Tampoco saldrá el PP. Supongo que Mariano Rajoy se habrá pasado la noche pensando en una nueva promesa para contrarrestar el intento de Zapatero de seducir a las clases medias, las que en teoría se identifican con el Partido Popular. Dice Zapatero que con la supresión del impuesto sobre el patrimonio España se parecerá más Europa, tendrá un sistema fiscal más “moderno”. Es verdad que salvo en Francia, en la mayoría de los países europeos este impuesto ya no existe. Pero también es cierto que en la mayoría de esos países los salarios de los trabajadores son muy superiores a los españoles. Esa idea de igualar por arriba no me parece muy propia de un partido que en sus siglas sigue teniendo la palabra “obrero”.

Tengo un amigo que vivió muchos años en Estados Unidos, ese país modelo donde los presidentes ganan las elecciones si prometen bajar los impuestos y las pierden si se bajan la bragueta en el despacho oval. En ese modelo de democracia mundial sólo han gobernado dos partidos políticos. Le pregunté a mi amigo qué diferencia había entre los demócratas y los republicanos. Me respondió sin dudarlo: la misma que entre la Coca Cola y la Pepsi Cola.

Cuando los salarios de un país están en la cola y se suprimen los impuestos directos (los que diferencian entre ricos y pobres) la desigualdad crece. Las propuestas fiscales de Rajoy y Zapatero están convirtiendo las diferencias entre el PP y el PSOE en las mismas que las que existen entre los dos refrescos norteamericanos. Si de aquí al 9 de marzo no sacan al mercado electoral un zumo natural sin gas, creo que el día de las elecciones me quedaré en mi casa como hizo el padre de Warren Buffet durante la semana del crack de Nueva York. Aunque antes me compraré una caja de preservativos, porque con los dos mil quinientos euros que da Zapatero a mi novia o a la hija de Emilio Botín por cada nacimiento, no me compensa aumentar la familia.

Juan García Luján

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