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El arte de la prudencia

Carlos Castañosa

Las Palmas de Gran Canaria —

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Las campañas electorales son poco aleccionadoras por los comportamientos nada ejemplares que se prodigan desde la diestra y la siniestra, en ataque al adversario y defensa de fatuas promesas que, por su posterior incumplimiento, son poco deseables.

Por desgracia y para incomodidad mental del ciudadano normal, asistimos con desolación, una vez más, al esperpéntico espectáculo de un proceso electoral plagado de situaciones impresentables, que nada tienen que ver con la dignidad que se les supone a quienes aspiran a ejercer cierta paternidad patria.

¿No se percatan de que los improperios causan rechazo hacia quien los profiere, y que los exabruptos quitan la razón a quien tal vez la tuviera?

El agobio informativo al respecto induce a pensar que esta reflexión también sea aplicable a determinados ámbitos de la vida normal. No en vano, grandes pensadores de todos los tiempos han abordado teorías de comportamiento cívico y moral, a través de obras que merecen ser lectura de cabecera y repasadas de vez en cuando.

El título de este artículo se refiere al insigne Baltasar Gracián y su “Arte de la prudencia”. Una obra literaria perteneciente a la prosa didáctica en la que el autor, allá por el S. XVII, a lo largo de trescientos aforismos comentados ofreció una serie de normas para triunfar en la vida con honor, elegancia y éxito. Principios que hoy siguen en vigencia, pero en la práctica de diluyen, como siempre, entre la fragilidad de la condición humana.

De su lectura puede extraerse un compendio como el que sigue, en formato de somero decálogo de los que suelen abundar en las actuales redes sociales:

1-Es triste sentirse inferior e intentar disimularlo vilipendiando a los demás.

2-No te dejes afectar por la maledicencia de los insignificantes.

3-Que se agiten en tu contra la frustración y envidia ajenas, indica que estás en el buen camino.

4-No te desgastes en responderles; ni los desprecies ni les odies. Limítate a compadecerlos.

5-La mejor venganza está en tu éxito y felicidad. ¡Disfrútate!

6-No escuches voces que critiquen tu bondad hacia los demás… No saben de qué va eso.

7-Educación en valores y principios morales son entelequia para quienes la mediocridad y falta de formación superan a su ambición.

8-No te molestes en considerarlos enemigos. Ellos solos se derrotan.

9-Cortesía, caballerosidad y buenas formas, son patrimonio exclusivo de bien nacidos.

10-Las lealtades compradas desaparecen cuando el pagano deja de pagar.

Quizá fuera más adecuado referir estos principios a otro libro de mesa noche. “El arte de la guerra”, de Sun Tzu, –brillante general y filósofo de la China antigua– que permite aplicar sus principios de estrategia militar a la vida cotidiana. Ofrece un conjunto de sentencias por párrafos cuya lectura profunda también suele dejar pensativo.

Como en política parece que se trata de protegerse de asechanzas enemigas, tal vez sería más aprovechable esta filosofía beligerante para mejorar la calidad dialéctica y actitudes groseras de nuestros políticos en campaña. De aplicación directa, además, para la convivencia ciudadana cuando uno se encuentra con absurdos enemigos, que atacan desde la sinrazón, con los que no se tiene nada que ver a cualquier nivel ni en ningún aspecto. Es cuando procede la larga cambiada de convertirlos en imagen virtual… como reza el decálogo comentado.

Esperemos que del 21-D resulte una Cataluña gobernable. El agobio mediático está resultando tan insufrible como la expandida actitud barriobajera de ciertos políticos y de algún paupérrimo e impertinente comunicador con ínfulas periodísticas.

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