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La bandera de la Unión Deportiva

Rafael González Morera

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La Unión Deportiva Las Palmas en una situación convulsiva, de tremenda tensión política de Catalunya con España, no se le ocurre otra cosa que ponerse una banderita española en la camiseta amarilla para exhibirla en el Nou Camp. Evoca en su comunicado oficial que vivió el 30 de octubre de 1977 el día que un emocionado Josep Tarradellas presidió por primera vez el palco del Camp Nou tras el exilio y una monumental senyera de sesenta metros se desplegó en el césped. Pero a los dirigentes de aquella época no se les ocurrió ponerle a la camiseta amarilla una bandera republicana en honor a Tarradellas cuando muchos políticos debatían entre República y Monarquía, lo cual me pareció normal porque no venía a cuento en un partido de fútbol. Pero me hubiese encantado una bandera republicana.

Para justificar la banderita española en la camiseta amarilla, dice entre otras cosas en su comunicado oficial, y reconoce que “los pronunciamientos públicos previos, especialmente el de nuestro anfitrión, el FC Barcelona, han convertido este partido oficial de la Liga Santander en algo más que una cita deportiva en cumplimiento del calendario”. Ese era el principal problema, que era más que una cita deportiva, era una cita eminentemente política. Y además dice ese comunicado que “la UD Las Palmas podría haberse limitado a ser testigo mudo de esta encrucijada histórica o tomar partido. Nos decantamos por lo segundo”. Un gravísimo error, tendrían que no haberse significado políticamente, por la sencilla razón que hay incluso aficionados amarillos que prefieren la bandera de la República Española a la franquista/borbónica impuesta por el Dictador, General Franco, un terrorista, asesino, genocida que sembró de sangre España.

Termina la nota oficial diciendo que “con la bandera española bordada en nuestra equipación queremos votar de forma inequívoca en una imaginaria consulta a la que nadie nos ha convocado: creemos en la unidad de España”. Les faltó decir en plan Franco/José Antonio Primo de Rivera, que “España es una unidad de destino en lo universal”, “España es una Grande y Libre”, y “Por el Imperio hacia Dios”, para darle un carácter más españolista y fascista/conservador a esa banderita incrustada en la camiseta amarilla. A lo mejor contra el Celta en el próximo encuentro podían incluso incluir aparte de la banderita española la cabra de la Legión.

“Yo soy español y mi bandera es sagrada, no entiendo que alguien se moleste”, declaró Miguel Ángel Ramírez a la prensa local. Yo soy español, sin mucho fanatismo, y mi bandera es la de la República. Debería por tanto el presidente de la entidad marcar distancias políticas, que conozco amigos, vecinos, conocidos, que son del PP, del PSOE, de Unidos Podemos, de Ciudadanos, de Nueva Canarias, y de otros partidos, que son incondicionales amarillos, y que prefieren a lo mejor a la bandera de Escocia o Quebec que a la española. O la de Albacete. Pero desde el punto de vista de las banderas, también para los catalanes la senyera, y hasta la estelada independentista, son banderas sagradas, y de haberse jugado con público en el Camp Nou la banderita española en la camiseta amarilla hubiese sido una provocación, y puestos a elucubrar y fantasear, quizá Piqué le ha entrado con más rabia y contundencia a Jonathan Viera o a Calleri, al ver el dichoso símbolo franquista/borbónico en su camiseta.

Tengo una gran consideración por los ejecutivos de la Unión Deportiva Las Palmas SAD, todos con un alto valor intelectual, preparación profesional, creatividad empresarial deportiva, y me extraña esta salida de tono del equipo amarillo en Barcelona. Soy amarillo desde la infancia, y mi buen amigo José de Aguilar, expresidente, creo que me gana por unos meses cuando nos hicieron nuestros padres socios en 1951, tras la euforia del ascenso a Primera División al derrotar al Málaga. Mis dos abuelos eran victoristas y mi padre que todavía vive con 100 años, lo es también hasta la médula, primero fueron enemigos de la fusión con el Marino, luego amarillos hasta el tuétano. Pero creo que las únicas banderas, los únicos escudos que debe siempre llevar la Unión Deportiva Las Palmas es el suyo propio de la histórica fusión, o el del Victoria, Marino, Athletic, Gran Canaria, o Arenas para recordar el pasado histórico. Ni siquiera Eufemiano Fuentes Díaz, asesino falangista que fue presidente de la Unión Deportiva y del cual me avergüenzo y lo recrimino históricamente con contundencia, nunca se atrevió a poner la bandera franquista con el aguilucho en la camiseta amarilla. Miguel Ángel Ramírez no ha estado afortunado, hasta el punto que el Cabildo de Gran Canaria le ha llamado la atención. Es una pena el patinazo que ha dado, y repito, me sorprende porque tiene excelentes ejecutivos que le podían haber frenado y aconsejado. De todos modos MAR le precia porque ha reconocido su error.

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