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Por la boca bebe el pez

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La derechona es aficionada al vino. No llega a ser profesional, se queda en amateur, pero lo defiende de tal manera que pareciera que tiene acciones en las bodegas más señeras del país. En realidad el vino es cosa de todos, es un producto transversal, que igual le gusta a la derecha que a la izquierda, pero aquella lo patrimonializa como la bandera nacional, que es de todos, o Hacienda, que somos todos.

Ustedes recordarán la boutade (salida de tono) de Aznar cuando escenificó su rechazo a la campaña de la Dirección General de Tráfico para concienciar a los automovilistas de que no debían conducir borrachos. “No podemos conducir por ti” era el lema que eligió para la campaña disuasoria el director general de Tráfico, que en aquel entonces era socialista. Como Aznar estaba de libre oyente, como Alfonso Guerra, y apartado de la política, como Felipe González, no se le ocurrió otra cosa que contestar a la defensiva, un tanto eufórico: “¿Y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?”, encarándose no sé si al director general de Tráfico o a Bárcenas debido al efecto de alguna copa de más.

Pues el efecto de aquellos polvos son estos lodos entre su tropa. Menuda tropa, que diría Rajoy, su sucesor al frente del partido y del Gobierno, tras el paréntesis de Zapatero. El gallego también gritó “¡Viva el vino!” en varias reuniones con sus correligionarios. A partir de ahí las lógicas consecuencias han venido rodadas. Primero cogieron al presidente de las Nuevas Generaciones del PP por conducir borracho y el último de la lista, tras varias detenciones etílicas más en cargos públicos de su partido, ha sido Miguel Ángel Rodríguez, el lenguaraz ex portavoz del Gobierno de Aznar, el hombre que pasó de militante comunista a liberal conservador en un pimpampún, que fue atrapado el pasado fin de semana tras embestir a varios coches con el cuádruple de alcohol en sangre del permitido.

Prueba de la afección de la derechona al vino es esa tertulia televisiva tan emblemática de la reacción en España, donde a los participantes no se les sirve agua sino rioja. Para ellos el vino es como el toro, una marca nacional. Tampoco hay que echar la culpa al vino de todas las tonterías que dicen los tertulianos porque muchas de ellas las suscribirían a primera hora de la mañana en estado sobrio. Los señoritos no se emborrachan, solo están algo enchispados. Las borracheras es cosa de la plebe. La derechona solo está ebria de felicidad, y así le va: atropellando a todo el que se le ponga por delante.

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