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Las cajas, dimisión de responsabilidades

Antonio González Viéitez / Antonio González Vieitez

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¿Están aprovechándose esas posibilidades en el trepidante proceso de fusión de las Cajas de Ahorro? Veamos. Los datos conocidos por todos son:

1).- Los dirigentes económicos y financieros canarios, con loable y meritoria unanimidad, han rechazado con entusiasmo cualquier posibilidad de fusión Caliente. Y llamo Caliente a la que se hubiera producido si se hubiesen fusionado las dos Cajas canarias. Y la llamo así por la proximidad de los dos núcleos, no por ninguna otra cosa. Esa postura beligerante se apoya en el argumento de que las plataformas tecnológicas de una y otra son diferentes. Todos sabemos que se trata de una disculpa, y torpe, porque la razón es otra. Los agentes económicos de Tenerife y Gran Canaria (que son los directamente afectados), lo único que hacen y saben hacer es competir entre ellos (en los aeropuertos, los puertos, el turismo, las infraestructuras, es decir, en lo esencial). No conocen lo que es la cooperación ni el trabajo en común, hasta el punto que ni siquiera han sido capaces de crear una patronal canaria única. Ahí están la CEOE de Tenerife y la Confederación Canaria de Empresarios de Las Palmas. Para muestra, un traje.

2).- La Caja de Tenerife ha llegado a un acuerdo de fusión con las Cajas de Navarra y Burgos, y han constituido un Sistema Institucional de Protección (SIP). Lo que quiere decir que se mantienen las marcas diferenciadas, se conserva a corto plazo su personalidad jurídica, sus sedes y su Obra Social. Pero comparten las políticas financieras, de solvencia y de riesgo. El primer acuerdo adoptado, sin complejo alguno, es denominarse Banca (Cívica). Y conocemos lo que, semióticamente, supone ese cambio de nombre. “Y es que las Cajas son una antigualla del s. XIX”.

3).- La Caja de Gran Canaria ha transitado por un proceso mucho más azaroso. Aparte de renegar, como mandan los cánones, de la Fusión Caliente, primero fraguó otra SIP junto con las Cajas de Sabadell, la Inmaculada de Aragón y La Rioja. Al poco, Caixa Sabadell saltó para participar en otra fusión con otras dos Cajas catalanas. Por último, y enredada en su propia estrategia, el pasado fin de semana abandona ese proyecto, da un salto mortal (no se sabe si con red o no) y aparece “fusionándose” junto con otras cuatro Cajas más pequeñas, nada menos que con el monstruo de Caja Madrid, la segunda Caja española con una reciente historia florentina entre las propias instituciones madrileñas. Y esto se ha celebrado en Las Palmas como un enorme éxito de fusión. Aunque cualquier espectador informado hablaría de pura y simple “absorción”, tal es la diferencia. La Caja Insular no alcanza siquiera el 5% de los activos de Caja Madrid.

4).- Así, se observa que se apostó por la fusión entre Cajas de diferentes Comunidades Autónomas. En nuestro caso, se pierden los principios de territorialidad isleña y de dependencia política canaria. Justo lo contrario que han defendido con energía, por ejemplo, en Cataluña, Galicia y Andalucía. Y esto le ha parecido bien al Gobierno Canario, ha reiterado que es un asunto que tienen que resolver las propias Cajas y que no toma ninguna posición en el debate. Postura que coincide, milimétricamente, con la defendida con aspereza por el sector financiero, que reclama la “despolitización” de las Cajas. Por último, eso mismo constituye el núcleo del prácticamente único acuerdo entre Zapatero y Rajoy: la modificación de la Ley de Cajas.

Visto todo lo anterior, una vez liberado el obstáculo político de los Gobiernos Autonómicos, que ya no podrán impedir las fusiones intercomunitarias de Cajas, el campo ya queda expedito. Y el primer mandamiento de la Ley de los Mercados es que hay que ser competitivos. Y, para serlo, lo fundamental no es hacer las cosas mejor que los demás ¡Quia! Como de verdad uno se hace competitivo es haciéndose más y más grande cada vez.

Pero para hacerse más grandes, las Cajas necesitan más recursos. Y como ahora lo tienen muy complicado para ampliar su capital, es “imprescindible” poder emitir activos financieros atractivos y acudir a los mercados a buscar más capital. Justo como lo hacen los bancos. Y esto, es evidente, abre la puerta a la privatización paulatina de las Cajas que, al ser ya idénticas a los bancos, no tiene ningún sentido seguir manteniéndolas como entidades sin fines de lucro.

Y tengámoslo bien presente, privatizar las Cajas equivale a adueñarse de casi la mitad del negocio financiero de toda España que, hasta ahora permanecía, como tal negocio, fuera de los sacrosantos mercados. Y se trata de un hecho, como adivinará el atento lector, de extraordinaria relevancia. Era de los pocos ámbitos que quedaban fuera de “su competencia”. Porque el FROB, no es otra cosa que un instrumento coyuntural para facilitar el proceso de cambio.

Por último, llegados a este punto, el Presidente del Gobierno de Canarias acaba de decir que le gustaría ver en un futuro la unión de las Cajas canarias. Y eso va a ser casi imposible. Porque, siendo cierto que las coyunturas de crisis atesoran enormes posibilidades, si se deja pasar el momento preciso, las posibilidades se tornan en frustraciones. Y lo que el Gobierno de Canarias ha permitido que suceda, que le birlen la posibilidad de contar con una banca pública eficiente para atender las necesidades del desarrollo sostenible de Canarias, es una aberración. Se ha dejado jugar a los famosos mercados que van a convertir las Cajas canarias en meras sucursales de bancos peninsulares. Y se ha rehuido la responsabilidad política de constituir un sector público financiero canario. Que no habría tenido especiales dificultades técnicas. No olvidemos que las Cajas no son privadas. Una vez más, la Economía señorea a la Política.

¿Estamos todavía a tiempo?

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