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La calle es suya

Cristóbal D. Peñate

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Mi hija compra en Primark, pero creía que toda una vicepresidenta de Gobierno, con un sueldo diez veces superior al que tiene mi hija, gastaría en otras tiendas más lujosas. Pero no. Soraya Sáenz de Santamaria compra en esa tienda irlandesa que más se parece a un todo a cien que a un comercio de Loewe o de Louis Vuitton.

No entiendo cómo toda una vicepresidenta del Gobierno de España puede ir a comprar a la Gran Vía madrileña en coche oficial un lunes por la mañana. Si al menos fuera a comprar a partir de las seis de la tarde, como pretende la ministra de Trabajo que acabe nuestra jornada laboral, se habría entendido algo mejor. Pero que la segunda persona que más manda en el Gobierno de España se permita el lujo de comprarse unas bragas o un pijama en una tienda barata a mitad de la jornada laboral extraña algo más.

Conociendo a su jefe inmediato, Mariano Rajoy, que se pega buena parte del día sesteando o leyendo el Marca, tampoco debe parecernos tan raro que su segunda se fugue de La Moncloa para comprarse una bufanda o una camiseta barata de licra o algodón al inicio de la semana. ¿Tan importante era la prenda que tenía que comprarse? ¿No podía haber ido un subalterno a mercarla? Todo esto es muy insólito.

Comprobando la actividad automovilística de las dirigentes del PP en la Gran Vía madrileña, no resulta nada anormal que sean tan contrarias a la peatonalización de esa calle de la capital de España. Desde que Carmena decidió que las calles eran para las personas más que para los coches, su contrincante Esperanza Aguirre salió al ruedo, acompañada de Carromero (aquel de las Nuevas Generaciones que tuvo un accidente de circulación en Cuba con resultado de muerte de un líder opositor), para protestar por la medida, aunque pocos los secundaron. Aguirre también tiene una mala experiencia por aparcar en la Gran Vïa para sacar dinero de un cajero automático y enfrentarse a los agentes de movilidad y la Policía Local cuando su compañera Ana Botella ocupaba la alcaldía de Madrid.

En Canarias también fueron muchos los carcamales que se opusieron en su día al progreso y a que se peatonalizara Triana en la capital grancanaria o la calle Castillo en Santa Cruz. El paso del tiempo les ha quitado la razón y se la ha dado a los promotores del fin del tráfico en esas vías para convertirlas en zonas comerciales abiertas. Hemos ganado todos: peatones, clientes y comerciantes.

No me extrañaría ver una manifestación a favor de los coches y contra los peatones encabezada por Santamaría, Aguirre y Carromero (que viene de carro) patrocinada por Mercedes Benz y Rolls Royce. Vivimos en un mundo de locos montados en sus locos cacharros. Menudo país.

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