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La caridad no es el remedio

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Funestos son los actuales tiempos que nos están haciendo padecer, a la vida de la gran mayoría de las gentes, quienes dependemos de un trabajo, para simplemente vivir (derecho laboral constitucional, art. 35). Ante esta patética circunstancia, emana de inmediato en la sensibilidad de cada ser, Ésta hace reverberar nuestra adrenalina, para tratar de ayudar y proteger, a aquéllos semejantes que sufren esa negación laboral.

Ese principio de conmiseración, consustancial en el humano, hacia las bochornosas miserias ajenas, rezuma en la piel de los seres conscientes. La solidaridad y amparo a los demás, en la impotente agonía que soportan, hace que surja prontamente la caridad. Práctica que engrandece la bondad y el honor de las personas.

En estos momentos de aflicciones, de penurias, nos hace despertar en todos, ser generosos y caritativos. Resurge la compasión que pervive en todos ?tan a la par, como su egoísmo innato?. Ésta hace que renazca, en la gran mayoría de los hombres y mujeres. Lo hacemos con lo poquito que tenemos. La indulgente humanidad, derrama toda su grandeza.

Bien es cierto, que España, o bien los latinos genéricamente, nos hemos distinguido por nuestro sentido de responsable comprensión y de entrega hacia aquéllos que nada tienen o sufren calamidades. Especialmente, en cuanto a la carencia de alimentos, como géneros de primaria necesidad vital. Eso, es precisamente, lo que ha desbordado, tantas veces, la esplendidez de nuestro país. Nos hemos compadecido, en estos tiempos miserables, con todos los que pasan hambre y otras urgencias vitales. Gesto que dignifica, a los que así obran.

Pero, ni la solución ni el remedio, están en la bondad, la generosidad, la solidaridad, la caridad, la misericordia, con los que tienen ese aciago infortunio, tengamos que socorrerles entre todos. La urgente obligación de los gobernantes, y el derecho de los ciudadanos del país, es la de ofrecerles un trabajo, o crear las favorables condiciones a las empresas para que los genere (no, por la esclavizante Ley de Reforma Laboral, aprobada por decretazo, recientemente).

Ninguno de los trabajadores, que han perdido sus empleos, tienen culpa alguna, del estropicio financiero que padecemos. Nadie de las clases medias ni bajas, se ha lucrado con los pelotazos en las inversiones fraudulentas y de las riquezas caciquiles extrajeras, y por mor de las tropelías bancarias.

Toda la clase trabajadora, sus familias y jubilados, contribuyen con sus impuestos, al desarrollo y progreso de la nación en su Estado de bienestar, en todos sus apartados. Y por ende, en la calidad de vida de todos, desde los muy ricos, clases medias y menos pudientes. Todos tienen el derecho a un trabajo digno y remunerado, para llevar el pan a su familia. No a recibir la caridad ajena (que incluso, se la niega el Estado), ni a mendigar, ni a ser desahuciados de sus refugios hogareños.

Nadie ha preguntado a la clase trabajadora si deseaba tener un mundo financiero globalizado. Ni han preguntado, si querían que el poder económico estuviera en manos de unos hijos de la hidra, con siete mil cabezas de patológica corrupción. Insaciables en sus avaricias. Los mismos, que han provocado esta calamitosa felonía, con la pérdida de los empleos en tantas gentes, que dependen de un triste salario. Arruinando sus vidas y futuros.

Soluciones, las hay. Que anulen los privilegios de no pagar impuestos, en las grandes fortunas y herencias; que se persiga el fraude fiscal, de las grandes empresas; que se anule el gran capital que se destina, indebidamente, a la Iglesia, en un país laico; que carezcan de tratos especiales los banqueros y las finanzas bancarias; que se quiten las exenciones a algunos desvergonzados políticos; que se persiga la vergonzante corrupción, existente en muchos de los cargos políticos, y sus partidos, etc.

La complicidad de los políticos de turno, tanto del PSOE y PP, que nos gobiernan, y han gobernado, en este perverso sistema capitalista, en el que adoctrinan sus programas, ya obsoletos y crueles en sus maneras explotadoras. Prácticas políticas, que nos han llevado a la catástrofe humana y monetaria. Políticas de servilismo necio y borreguil, que practica el PP, a los poderes fácticos financieros y bancarios, que han empobrecido a toda la población española.

No han tenido el voto de confianza de la población, estos ineptos gobernantes, para llevarnos a estos denigrantes extremos de absoluta miseria. No han sido votados, para hundirnos en el estercolero de una vida sin alimentos, sin viviendas, sin futuro. Y en especial, de unos jóvenes, que no encuentran ni encontrarán su devenir, en una existencia digna, sin la precariedad laboral que les espera (si es que tienen esa fortuna).

Son los insensatos, que han llevado al país entero, a este profundo y negro lodazal de la miseria más indigna. No le digo, por tener la confianza democrática: 'Váyase, Sr. Rajoy', y todo su equipo de corruptos consumados.

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