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La corrupción del sistema

Juan García Luján / Juan García Luján

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Este periódico que ustedes tienen en sus pantallas nos está contando un caso que podría ser un ejemplo claro de lo que Vidal-Beneyto llama corrupción de la República, aunque sus protagonistas son Reyes de apellido y el que más mandaba en el Faycanato era un Valido. Cuenta CANARIAS AHORA que durante el gobierno PP-Ciuca un promotor que necesitaba una licencia para construir una urbanización de chalets en Telde recibió un mensaje del entorno del entonces concejal de urbanismo de Telde Guillermo Reyes: tiene usted que pagar unas comisiones. Primero le pidieron 60.000 euros y después 120.000. Un familiar del promotor acudió a la policía (Acebes era ministro del Interior y gobernaba Aznar en la Moncloa, doña Dolores de Conspirar) y lo contó. Pero el gesto de dignidad y honradez podía salir muy caro, se arriesgaban a quedarse sin los beneficios de los chalets. Así que al final los promotores hicieron lo que tantos otros, apuntaron las comisiones en los gastos, subieron el precio de los chalets, y aquí paz y en el banco gloria.

El abogado que le contó el soborno a la policía no firmó la denuncia porque no se lo permitieron sus familiares. Pero la policía tenía al menos esa denuncia verbal y se la contó a la Fiscalía Anticorrupción, esa institución que según CC y PP Juan Fernando López Aguilar montó para perseguir a los dirigentes más puros que gobiernan hace décadas las principales instituciones de estas asirocadas ínsulas. Pero la Fiscalía no investigó de oficio y la policía tampoco.

La primera reacción del entorno de Guillermo Reyes a la publicación de las jediondeces de su mandato también fue de manual: matar al mensajero. Su aventurera radio se dedicó ayer a hablar de las vidas y milagros de Carlos Sosa. Recurrió, faltaría más, a desenterrar el montaje de la revista Época que ya fue archivado por la Justicia. Recuerden aquel reportaje hecho a partir de las grabaciones clandestinas del agente secreto PP Manolo. En tiempos de precariedad periodística ha sido la noticia mejor pagada de la última década en España: la consejería de Turismo de la mandada Rita Martín regaló al grupo Intereconomía casi 200.000 euros en publicidad a cambio de la vendetta. Cuando nos preguntamos por qué la gente vuelve a votar a los corruptos tenemos que tener en cuenta el importante papel de los medios de comunicación públicos y privados. Los casos de corrupción suelen ser denunciados por medios pequeños, los medios que tienen mayor difusión reciben dinero público o de los propios corruptos para esconder las investigaciones judiciales y desprestigiar a jueces, fiscales o periodistas que quieren contar el funcionamiento de las cloacas del poder.

En Lanzarote acaba de ocurrir otro ejemplo de corrupción de la República, de corrupción del sistema. El domingo el periódico El País contaba parte del sumario del caso Unión. La reproducción de un pequeño fragmento de la conversación entre Fernando Becerra (exdirigente del PP) y Carlos Espino debería avergonzarnos a todos los canarios. Becerra le dio consejos a Espino para hacerse rico saltándose las leyes y beneficiando a determinados empresarios. El lengüina de Becerra contaba cómo su hermano Juan Carlos Becerra estuvo en la mierda y no lo han podido trincar. La reacción mediática a la información de El País la protagonizó Lancelot, un periódico vinculado accionarialmente al empresario Juan Francisco Rosa, imputado en el Caso Jable y los hoteles ilegales, y beneficiado por los hermanos Becerra. Lancelot escribió un editorial llamando indecente a El País y a Carlos Espino, al que sitúa en lo más alto de la corrupción de Lanzarote (debe ser que el día que Becerra habló con él para proponerle las más grandes indecencias Espino estaba de vacaciones y no quiso delinquir).

La mayoría de los políticos canarios son decentes, eso es verdad. La mayoría de los trabajadores y empresarios no se dedican al soborno. Esos es cierto. Pero también es verdad que para que se produzcan casos de corrupción que no se investigan hasta sus últimas consecuencias hace falta un trabajo colegiado de políticos, empresarios, políticos, jueces, funcionarios y periodistas. Si nos fijamos de lo ocurrido en Telde y Lanzarote y en la reacción de algunos medios de comunicación, podemos concluir que en Canarias, en algunas ocasiones,parece que estamos como en la Italia de Berlusconi. Desde la República se utilizan medios de comunicación para difamar a los que investigan o denuncian la corrupción. Los denunciantes se convierten en indecentes y los golfos son presuntos hasta la eternidad.

Otros artículos en el blog Somos Nadie

*La Corrupción de la Democracia. José Vidal-Beneyto. Editorial Catarata, 2010. (pag. 40)

Juan García Luján

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