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¿Ésta es la democracia del Estado de Israel?

Enric Sopena / Enric Sopena

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Si esta situación tan trágica estuviera en verdad sucediendo, todas las cancillerías del mundo occidental habrían reaccionado con enorme celeridad y una muy severa respuesta. La Casa Blanca ?con George W. Bush- habría conminado a los palestinos a declarar de inmediato el alto el fuego y probablemente habría ordenado de inmediato desplegar en ese territorio tropas norteamericanas y, a ser posible, otros contingentes militares de países amigos para salvar el Estado de Israel.

No en vano?

La conmoción estaría siendo extraordinaria. La movilización de amplios sectores de la opinión pública a escala internacional, también. No en vano Israel es el último bastión de los intereses occidentales en relación con el resto del Oriente Próximo o Medio Oriente. No en vano muchos poderosos judíos controlan influyentes medios de comunicación y condicionan importantes parcelas de la política de EEUU. Sobre todo, el poder judío controla en buena parte la política republicana o conservadora.

Los más machacados

Pero sus tentáculos alcanzan asimismo el tejido interno y el núcleo duro de los demócratas. En todo caso, la realidad no es la de un ataque pavoroso de los palestinos contra cientos de personas israelíes, sino exactamente lo contrario. No hay que olvidar que una cosa es la fuerza de un Estado como el de Israel y otra cosa la mayoría de los palestinos que mal viven y son ?en el reparto de este drama- los más débiles y los más machacados desde hace demasiados años.

Hillary Clinton

Hillary Clinton no es Condoleezza Rice, aunque en orden al conflicto sangriento del Estado de Israel con los palestinos la diferencia entre ambas no es excesivamente grande. Lo fue en los primeros tiempos del mandato de su marido, Bill Clinton. Entonces la actitud de Hillary era más sensible a los palestinos. Luego ha ido girando hacia posiciones más acordes con el statu quo.

¿Y Obama?

¿Y Obama? Su gira preelectoral por la zona se decantó claramente -en cuanto a tiempo y a contactos- a favor de los israelíes. Ahora mismo, su pronunciamiento -que ha sido escueto- sobre los brutales bombardeos sobre Gaza ha resultado más bien ambiguo y, desde luego, parece cercano, hoy por hoy, a las tesis de los lobbies judíos en Estados Unidos, que son las mismas más o menos que las del Gobierno de Tel Aviv. Si Obama acaba siendo continuista con la política de Bush en relación con los palestinos, se producirá un desengaño generalizado. No obstante, quienes más temen que Obama sí se despegue de Bush son los propios gobernantes de Israel.

Sesenta años

¿Alguien puede creerse que a lo largo de sesenta años de guerra larvada o abierta entre judíos y palestinos no le ha sido posible al Gobierno norteamericano, con el respaldo de la comunidad internacional, resolver un problema que, aun siendo grave, afecta a un pequeño país y a una población menor que la de Andalucía, Cataluña o la Comunidad de Madrid?

Estado étnico

Repiten los voceros pro israelíes que su Estado es el único democrático de la zona. Pero habría que precisar que se trata también de un Estado básicamente étnico, creado ad hoc y de manera artificial, invocando unos supuestos derechos históricos que se remontan a más de dos mil años atrás. Y con el agravante de que el desembarco de los judíos supuso que los palestinos pasaran a sufrir una situación de minoría colonizada; económica y socialmente más pobre que los israelíes.

La vía de las armas

Es verdad que Israel es una democracia, pero ha sido incapaz hasta el presente de encauzar los problemas y las tensiones con los palestinos no por la vía del pacto o del consenso y sí por la vía de las armas. Surgió como un Estado aparentemente ejemplar y se ha convertido en un Estado en manos de guerreros, sean sus políticos de un partido o de otro. Y eso al margen de una deriva creciente hacia la extrema derecha étnica, ultranacionalista y religiosa. En la actualidad el partido que gobierna, llamado Kadima, se define como centrista. Las urnas de febrero pueden certificar un giro hacia el radicalismo conservador.

¿Hay mejor campaña electoral?

No pocos observadores señalan a la ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, que aspira a la presidencia del Gobierno, como impulsora de esta ofensiva canallesca. Otros políticos siguen este sendero y no quieren quedar rezagados. ¿Hay mejor campaña electoral, ante una ciudadanía acobardada, que demostrar dureza sin piedad ante los enemigos? No debe silenciarse que uno de los principios que rigen el comportamiento del Estado de Israel es el del “ojo por ojo y diente por diente”. ¿Esta es la democracia tan jaleada del Estado de Israel? ¿O más bien exhibe ?y con frecuencia inquietante- su tendencia irrefrenable a practicar el terrorismo de Estado?

* Enric Sopena es director de El Plural * Enric Sopena es director de El Plural

Enric Sopena*

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