La guerra, desde el sofá

La foto, la imagen, la 'otra' guerra...

El estallido de las bombas, el fuego, las columnas de humo, la destrucción, la tierra quemada... La muerte, el llanto, el desespero, el dolor, la impotencia... Seres inocentes, niños sin cráneo o sin extremidades en brazos de padres de mirada perdida que muestran al mundo -algunas cadenas emiten las imágenes sin advertir siquiera de que pueden herir la sensibilidad-, y a las ya célebres, por tantas causas, redes sociales, las nefastas consecuencias de la tragedia.

Y así como cabe preguntarse cuántas fotos harán falta para frenar la masacre, impacta esa imagen de ciudadanos que contemplan con toda naturalidad las hazañas bélicas desde un privilegiado puesto cerca de la frontera, cómodamente sentados en modernos sofás y en sillones de diseño. Como si se tratara de un espectáculo, como si lo que surge ante sus ojos son escenas sucesivas de una tragedia inacabable en un escenario que va perdiendo elementos y soportes, se supone que para satisfacción de esos afortunados espectadores.

Es la 'otra' guerra, la considerada psicológica, con un 'flash', un momento que una de las partes utiliza para intentar demostrar el poderío o que se va ganando. La superioridad frente a la debilidad. La provocación extrema. La guerra en butaca para quienes atacan sin piedad. No, no hay efectos especiales ni aditamentos tecnológicos: no hay “sensurround” ni 3D ni realidad virtual. El teatro de operaciones, la lobreguez de la guerra, el genocidio, en directo, en primera fila, o desde el palco privilegiado.

Entre tantos y elocuentes testimonios gráficos y la incapacidad de la comunidad internacional para poner fin a esta hecatombe, con sobrados motivos para la tristeza, la depresión es inevitable.

Los noticieros, por cierto, han dicho algo sobre una tregua humanitaria ¡de dos horas! Será que los privilegiados espectadores también tienen derecho al descanso y van a reponer refrescos y palomitas.