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Espacio de opinión de Canarias Ahora

El injusto sistema electoral canario

Rafael González Morera

Las Palmas de Gran Canaria —

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Otra vuelta de tuerka, y ya cansa escribir de lo mismo. El Estatuto de Autonomía y el sistema electoral de Canarias no es nada edificante, ni por detrás ni por delante, y mucho menos justo. Desde hace muchos años siempre que llega unas nuevas elecciones locales, una serie de amigos nos planteamos no ir a votar, abstenernos de forma activa (sic) a modo de protesta al considerar que es antidemocrático que un diputado herreño acceda al Parlamento de Teobaldo Power con unos ochocientos votos, y un grancanario o tinerfeño tenga que conseguir más de treinta mil para conseguir un escaño, cifra arriba o abajo. Pero en mi caso, aunque antes de las elecciones en los últimos años me he mostrado siempre beligerante con el sistema electoral, confieso que en todas las ocasiones terminé votando, y además en las autonómicas de 2007, inmerso en una profunda contradicción política, humana y personal. Recuerdo que mucho antes de las elecciones de ese año, escribía y hablaba en la radio anunciando mi abstención. En la cadena SER, en el excelente programa “El Drago” de Evaristo Quintana, más de una vez salió el tema a relucir, y la mayoría de los tertulianos pedíamos, solicitábamos y hasta exigíamos, un cambio urgente del sistema electoral.

De pronto un buen día uno de los amigos “abstencionistas” me planteó que pensara en votar para sacar a la derecha del Gobierno, del Cabildo Insular y del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. “Hay una encuesta que apunta a qué Jerónimo puede ser alcalde, José Miguel Pérez presidente del Cabildo, y Juan Fernando López Aguilar presidente de Canarias. Estamos haciendo una colecta para publicar en la prensa local una página de apoyo a los tres candidatos del PSOE, ¿te apuntas?”. Me apunté, voté a los tres candidatos del PSOE, y Jerónimo fue alcalde, José Miguel Pérez, presidente del Cabildo Insular, y Juan Fernando López Aguilar aunque ganó las elecciones siendo el PSOE el partido más votado, Paulino Rivero y José Manuel Soria unieron sus diputados para tumbarlo y mandarlo a la oposición, y Rivero fue presidente. Pero al menos de los tres objetivos se consiguieron dos. Aunque desde hacía años en las elecciones locales votaba a diferentes opciones, según las personas que iban en las planchas, esta vez voté pleno al PSOE, al Gobierno, Cabildo y Ayuntamiento, tapándome la nariz. Ya en 2007 el PSOE no olía muy bien.

Ahora, cuando faltan dos años para la nueva cita electoral de 2019, estamos en las mismas del asunto/trasunto del sistema electoral y también del Estatuto de Autonomía, que más bien es la autonosuya, y otra vez me parece que voy a tener la misma disyuntiva, las mismas contradicciones entre participar en las elecciones y acercarme a mi colegio electoral del Colegio de Idiomas de la plazoleta de Farray, o abstenerme y mandarme a mudar para el sur de la isla para no tener la tentación de acercarme a mi mesa de votación como me pasó, creo recordar, en otra cita hace más años en los cuales ya me empecé a enfadar con José Carlos Mauricio, tales y cuáles. Pero todavía subsiste la gran injusticia, no hay derecho que la Agrupación Socialista Gomera con unos cinco mil votos saque tres diputados autonómicos, y que Ciudadanos con más de cincuenta mil no haya entrado en el Parlamento de Teobaldo Power, y además que el PSOE con ciento ochenta mil votos sea el segundo partidos en diputados con 15, y que CC con ciento sesenta y cinco mil ocupe la primera plaza con 18 diputados. Una auténtica burla al pueblo canario, cuyos culpables son entre otros Jerónimo Saavedra, José Carlos Mauricio, Lorenzo Olarte, José Miguel Bravo de Laguna, entre otros “padres” de la autonosuya canaria.

Entre bromas (trágicas) y veras, el sistema electoral tiene el honor de encabezar el ranking mundial de los más desproporcionados en cuanto a desigualdad de voto de cada elector, de modo que las circunscripciones donde vive el 83 por ciento de la población (islas mayores), elige a la mitad de los diputados del Parlamento Canario, y aquellas circunscripciones donde reside el 13 por ciento de los ciudadanos (islas menores), obtienen la otra mitad de los diputados. Los partidos más beneficiados en este sistema, que en realidad es un antisistema contra el pueblo, son Coalición Canaria, con una prima del 12 por ciento de su representación, seguido del PSOE con un 5,47 por ciento de beneficio, la Asociación Socialista Gomera con un 4,45 por ciento, y el Partido Popular con 1,74 por ciento. Los más perjudicados son Ciudadanos con un -5,84 por ciento, y Podemos el más castigado, con un -2,61 por ciento. Hay que tener en cuenta que a nivel insular a un partido se le exige el 30 por ciento de los sufragios, y a nivel regional el 6 por ciento, y esto se traduce que nada menos que 173.000 votos (ciento setenta y tres mil votos), el 19 por ciento del total, quedaran desperdiciados en las últimas elecciones y no tuvieron representación parlamentaria, y el campeó fue en este aspecto Ciudadanos, que con más de 50.000 (cincuenta mil) votos quedó fuera del Parlamento Canario.

José Ramón Montero, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, y Carlos Fernández Esquer, Graduado en Derecho y Ciencia Política y Administración Pública, Máster en Derecho Constitucional, han hecho un trabajo titulado “Textos para la reforma del sistema electoral de Canarias”, publicado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y compilado por Gerardo Pérez Sánchez y Vicente Mujica, miembros del foro cívico Demócratas por el Cambio, que entre otras cosas que no tienen desperdicio por su injusticia y arbitrariedad, comparan la regulación electoral de 78 países, que encabeza de forma destacada Canarias, la más elevada de todo el globo terráqueo, líder absoluto en el indicador negativo en cuanto a la igualdad del voto, y esto superamos a Tanzania, Corea del Sur, Kenia, Ghana, y otras naciones con injustos sistemas electorales. No me canso en repetirlo que todo esto es culpa de Saavedra, Mauricio, Olarte, Bravo de Laguna, y alguno más que andaba por allí cuando la Junta de Canarias fue el prolegómeno de un Archipiélago pseudo democrático. Dirán todavía que era lo único posible que se podía hacer; será para que muchos que discrepamos sigamos dudando si votar o no votar en 2019. ¡Merde!, que diría mi colega Letizia Ortíz.

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