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La pardelera de Eligio Hernández

Rafael González Morera / Rafael González Morera

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Eligio Hernández no sólo ha absuelto a su amigo Manuel Fernández, que además de diputado autonómico del PP es secretario general, es decir, el número dos de José Manuel Soria López, también afirma sin esperar a lo que decida la jueza del caso, Margarita Varona, que Soria tampoco ha cometido ningún delito. Por supuesto que ambos tienen, como todos los ciudadanos españoles, la presunción de inocencia que debe ser y es sagrada en todo sumario jurídico, y en mi caso lo único que tengo claro es que tanto José Manuel Soria como Manuel Fernández tienen una responsabilidad política meridiana, clara, rotunda. Lo que ocurre es que estos políticos practican la ley del fonil, en sus casos lo ancho es para ellos, mientras otros ciudadanos, en otras profesiones, el dedicarse a la política tienen que dejar el ejercicio de sus funciones profesionales, y sólo voy a poner un ejemplo, el de mi amigo y compañero Paco Cansino, que en paz descanse, que cuando aceptó irse al Gobierno canario como asesor de Manuel Hermoso tuvo que dejar su trabajo como redactor-jefe de La Provincia, y pidió la excedencia. En pleno ejercicio de su cargo político, me decía un día en Santa Cruz Paco Cansino que “me falta el poder escribir”. Pero no podía. Como debe de ser.

Pero en el caso de Manuel Fernández esto no ha sucedido así. El amigo de la infancia y cliente de Eligio Hernández compatibiliza sus funciones como diputado autonómico en el Parlamento de Canarias con su cargo de asesor del Grupo Anfi, a la que asesora en cuestiones turísticas. Y de salmones. Una situación que para no entrar en esta época navideña en adjetivos calificativos demasiados duros, ácidos, podríamos calificar de poco ética y estética. Pero aplicando la frase popular de que perro que ladra no muerde, Juan Fernando López Aguilar ha resumido la “cantata” de Eligio Hernández como una opinión personal que no representa en absoluto al Partido Socialista de Canarias, en el cual el ex juez ya no pincha ni corta afortunadamente, porque no es obvio recordar su triste paso por la política y especialmente como fiscal general del Estado, ejercicio público que para mas INRI de su currículo personal practicó de forma ilegal, como sentenció el Tribunal Supremo de España en junio de 1996.

Eligio Hernández siempre ha estado rodeado de la polémica. Cuando fue Fiscal General del Estado tuvo actuaciones difusas y confusas. Fue criticado por recibir en su despacho al terrorista de Estado, el expolicía José Amedo Fouce, Luis Roldán, exdirector de la Guardia Civil le acusó de camuflar dinero de los Fondos Reservados en la banca suiza, y también tuvo que declarar en el juicio de Segundo Marey, secuestrado por la banda terrorista organizada por el Ministro del Interior, José Barrionuevo, Julián San Cristóbal, y toda la cúpula de ese tenebroso ministerio felipista, la banda de los GAL, causantes de numerosos robos de dinero público y de crímenes de Estado. El polemista Eligio Hernández ha continuado después de dejar de ser juez, como abogado, con actuaciones jurídicas rodeadas de la controversia, como el caso de los famosos polvos del doctor Meléndez-Hevia, que tomaban miles de enfermos de artrosis, osteoporosis y diabetes, y que el Gobierno canario ordenó retirar por considerarlos peligrosos para la salud. En lo que sí le consideramos un experto, un gran estudioso y conocedor es en la Lucha Canaria, que incluso en su juventud practicó siendo conocido como El Pollo del Pinar. Ahí, en El Hierro, fue donde hizo una gran amistad con Manuel Fernández González, el pollo del salmón y Anfi Tauro. Y dos piedras.

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