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Por la parte que me toca

Guillermo Perdomo Hernández / Guillermo Perdomo Hernández

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Después aparecería la politización. Para ello nada mejor que colocar en la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas una directora técnica que de libros sabía bien poco, pero que tenía que ver con términos como cuota insular y cuota femenina de nuestras instituciones. Fácilmente manejable, aparecieron en el Día de las Letras Canarias los mismos referentes políticos y dejándose guiar por otros, que decían tener mayor conocimiento y experiencia en tareas culturales, apareció la cuota femenina literaria y sin el consenso oportuno (que no quiere decir que no se lo merecieran, pero que no era la línea a seguir) aparecieron primero Mercedes Pinto y después María Rosa Alonso. Se imponía de este modo un intento de manipulación donde no prevalecía la importancia cultural y la tradición literaria, donde no se destacaba la labor creativa, sino, principalmente, la condición femenina y el origen tinerfeño, amén de los posibles favores editoriales. Comenzaba el declive del proyecto porque, para qué engañarlos, se quería controlar para otros intereses demasiados partidistas.

Ante esta situación reaccionó Blanca Quintero y retornando a la normalidad rescató, con mucha polémica, a Tomás Morales. Resultado, cese de la Directora General y desaparición de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas. Sorprendentemente, aún no se ha celebrado el Día de las Letras Canarias 2011 y ya con una antelación más que significativa, sus señorías parlamentarias votan por unanimidad una Propuesta no de Ley para que el 2012 se dedique a la figura del científico Blas Cabrera Felipe, resolviendo de un plumazo las diferencias entre Humanidades, Letras y Ciencias. Porque, escribir doce libros de contenidos científicos es ser escritor (persona que escribe), es ser científico que publica sus conocimientos, es ser físico, físico de reconocimiento internacional y gran divulgador de las nuevas teorías, pero aunque los haga en una prosa maravillosa, no es ser literato, ni novelista, ni narrador, ni poeta, ni dramaturgo, ni historiador? Pero la discusión no es esa.

Viendo cómo van las cosas no nos debe extrañar que en este diálogo entre galgos y podencos, y con la eterna excusa de la crisis, la liebre acabe bien muerta.

Guillermo Perdomo Hernández

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