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Un pediatra para Coalición Canaria

Juan García Luján / Juan García Luján

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No pudo con ellos un señor que fue rector de una universidad con 24.000 alumnos. Lobo aguantó dos elecciones como rector. Aquí no ha resistido una legislatura. Cinco años después del nacimiento de Nueva Canarias y tres años después de la retirada de José Carlos Mauricio y del fracaso electoral de CC y NC en la capital grancanaria, lo lógico sería que Coalición Canaria fuera un partido en crecimiento. Pero en los últimos meses sólo hemos conocido la fuga de los pocos rostros conocidos que tenía: Adrián Mendoza, Victoria Casas, Mario Sanginés, Aurelio Ayala, José María Barrientos?

Manolo Lobo no aguantaba más. “Me duele Canarias”, le dijo exrector universitario a Paulino en aquel congreso nacional que osó presentarse como candidato. Creía Lobo que en la calle Buenos Aires se podía afrontar ese dolor por Canarias, se podría formar un equipo de gente leal, con ganas de convertirse en una fuerza política con proyección en una ciudad de 400.000 habitantes, que tuvo como primer alcalde a un nacionalista, donde UPC fue la segunda fuerza política.

El viento soplaba a favor. Si Nueva Canarias usaba los presupuestos del cabildo para mantener a su candidato capitalino, desde Coalición Canaria se podía aprovechar que la presidencia del gobierno tocaba en esta ciudad en esta legislatura para utilizar a liberados políticos para proyectar el partido en Gran Canaria. También tenían a favor un gobierno municipal especialista en decepcionar a los electores y una oposición liderada por Pepa Luzardo, que no tiene crédito ni en su partido.

Pero en la sede de la calle Buenos Aires no hay forma de montar un equipo. Cada uno trabaja pensando en su puestito, en su asesoría, en su poltrona, en su coche oficial. Si dimite la única concejala de Santa Brígida, o el presidente del partido en la capital, nadie reacciona preguntando ¿qué nos está pasando?, ¿cómo se arregla esto? No. Las reacciones siempre son: yo quiero estar en la nueva gestora, si no me apuntan me marcho. Así Buenos Aires hace honor a su nombre y se convierte en aquel lugar donde se inventó el tango, aunque aquí los cuerpos no se pegan con aquella pasión de los arrabaleros, aquí si alguien se te acerca mucho no piensas que te desea y quiere pegarse a tu cuerpo para empezar a menearse al ritmo de un bandoneón. Aquí tiendes a mirar a tu espalda para esquivar el puñal.

Por eso Fernando Bañolas lo tiene muy complicado. A su favor tiene sus conocimientos de las patologías infantiles, su experiencia como gestor político frente a la alcaldía de Guía, su cercanía a la gente. En contra tiene a sus compañeros de partido.

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