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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Nos quieren monos

José A. Alemán / José A. Alemán

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Lo digo por su llamada al PSC para que “reflexione sobre su estrategia de comunicación catastrofista” y para que renuncie a su “política permanente de confrontación”, porque, según ella, “los ciudadanos exigen respuestas a sus representantes públicos”. Quiere, en fin, que los psocialistas “sumen y no resten a la acción del Gobierno”.

Vaya por delante mi pobre opinión de la labor opositora del PSC. Las denuncias de López Aguilar removieron aguas pestilentes, pero todo quedó ahí. No ha habido continuidad. A los fogonazos iniciales no siguieron acciones contundentes ni propuestas alternativas útiles. Encima hay sectores poderosos del PSC dispuestos al apaño con CC para tocar poder y disfrutar también del chiquero.

Me pregunto de qué “controntación catastrofista” habla Morales por lo que me da en la nariz que se dirige a los psocialistas dispuestos a meterse en la cama con CC a condición, eso sí, de que le dé la patada a Soria para salvar ellos la cara. Es posible que parta de una particular lectura del acercamiento de CC y PSOE y valore la frialdad con que Zapatero calza por los suyos si obtiene con eso votos que lo saquen de sus atolladeros parlamentarios. Casan bien las sugerencias de Morales con lo que andan largando acerca del inminente relevo de Aguilar en la secretaría general del PSC con lo que es una presión mediática “contaminante” del buen juicio de la gente de la calle. La especialidad de la casa.

Morales hace su solicitud a los psocialistas en nombre de los ciudadanos “que exigen respuestas” y ocurre que, ironías de la vida, ciñéndome solo a la Prensa de ayer, la Comunidad Canaria es de las tres que reparte entre los afectados menos dinero del entregado por el Gobierno central, merced a la ley de Dependencia. O sea, se queda con los cuartos. Y mientras anuncia el Gobierno recortes presupuestarios, que afectarán (¡y de qué manera!) a Sanidad y Educación, se reserva tres millones de euros (unos quinientos millones de pesetas) para gastar en la incorporación de los cien primeros agentes de la Policía Autonómica. Inés Rojas, consejera de Bienestar Social, niega la información de los fondos de dependencia; ya veremos lo que hay. Pero no pueden negar los de la Policía porque lo ha anunciado el mismo Gobierno: una bonita respuesta a las exigencias de los ciudadanos.

Si en lugar de limitarme a los periódicos del jueves me remonto unos días en las ediciones anteriores, hubiera encontrado nuevos ejemplos que ilustran la dirección de los desvelos paulianos, lejos de la que indicó Morales. Hagan la prueba y verán.

Quiere Morales que los psocialistas “sumen y no resten a la acción del Gobierno”. Los invita, pues, a que lo ayuden a seguir extendiendo la ley del silencio ya acatada por varios medios. La tibieza psocialista, el que carezcan de alternativa unos y quieran otros entrar en el chiquero animó a la iniciativa de Morales, dentro de la estrategia de que se hable poco de la desastrosa gestión de CC y que se baje el tono o desaparezcan las informaciones sobre corrupción. A ver si la bendita desmemoria permite a su partido llegar a 2011 en condiciones de comerse algún rosco.

Habla Morales, en fin, de que los psocialistas basan su oposición “exclusivamente en el insulto y el descrédito”. En materia de descrédito, no creo que el Gobierno necesite empujones. En cuanto a insultos, recuerden el coro multitudinario CC-PP de los dirigidos a López Aguilar, por más que éste no diera nombres concretos. Los que se pican, ya saben. Debería recordar Morales las burlas malcriadas de Soria y de algunos personajes de CC cuando Aguilar intervenía en el Parlamento en el poco tiempo que permaneció en él; o la hostilidad de Castro Cordobez, que le aplicó el reglamento de forma torticera para dejarle sólo unos minutos de respuesta al fuego graneado de Paulino y su gente, crecida ante la imposibilidad de réplica del hoy eurodiputado. Que no hable Aguilar era la consigna ya desde la sesión de investidura de Paulino. Debería CC incorporar a su logo los tres monos que tengo sobre la mesa. El que no ve, el que no escucha y el que no habla, que es como nos quisieran ver a todos.

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