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Los recados de Grisaleña

Juan García Luján / Juan García Luján

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La mesa presidencial es tan ancha como aburrida. No hay debate. Los comensales están más unidos por el solomillo que por un tema de conversación. Cada uno habla con los suyos, menos los que no tienen suyos en la mesa. El consejero de Economía no sabe para dónde mirar, tiene que elegir entre la representante del Gobierno que castiga a Canarias (¡qué dolor!) o el lìder patronal que ganó las elecciones empresariales a pesar de los esfuerzos de Soria para que las perdiera. Tampoco le puede decir a Paulino lo que está pensando porque se enteraría todo el mundo. Además Paulino parece que sólo quiere hablar con Antonio Castro. Qué tiempos aquellos, Pepe Manuel, cuando te llamaban presidente. En esta misma mesa contabas un chiste y se reía la alcaldesa, el presidente de Parlamento, varios consejeros. Incluso tenías a un presidente de la patronal que te hacía un homenaje en el discurso, después tuviste a otro líder empresarial que te reía la gracia de La Gran Marina. De aquella batalla sólo te queda la pulsera verde que Pepa sigue mostrando.

En medio del flan de chocolate Sebastián Grisaleña sube al escenario. Diez folios para hablar de la economía canaria. El planteamiento, nudo y desenlace de los relatos literarios se convierte en balance, pronóstico y recados al Gobierno. En el balance los empresarios están contentos porque las cosas han ido bien, a pesar del ambiente de crisis. Dicen que los datos no son malos. La economía canaria crece, aunque el paro y el IPC amenazan con estropear el paisaje. No falta el recado navideño de todos los años: los empresarios quieren menos presión fiscal. Eso de pagar impuestos estropea las cuentas de resultados. Vamos con los recados al gobierno:

Primer recado: “Cualquiera que quiera limitar, intervenir, reducir o poner en entredicho la participación de los empresarios en determinados órganos se encontrará con nuestro rechazo”. Javier Sánchez Simón se ríe y a Felix Santiago no lo veo por ningún lado.

Segundo recado: la Reserva de Inversiones no está sirviendo para las pequeñas y medianas empresas. Vaya, vaya, al final no pueden acusar de rojo a un servidor cuando ha dicho que la RIC es una condonación del impuesto a los ricos, el presidente de la patronal está contando lo mismo con otras palabras.

Tercer recado: UGT y CCOO son una gente estupenda, ojalá cogieran recorte de su disponibilidad al diálgo desde “ámbitos políticos”.

Cuarto recado: Grisaleña reconoce la destacada contribución que hacen los inmigrantes a nuestro crecimiento económico, dice que sin su aportación y su trabajo muchos sectores de nuestra actividad tendrían hoy graves problemas.

No me puedo creer lo que estoy escuchando. Tengo que llamar a Fukuyama. Que me explique su teoría del fin de la historia y de la muerte de las ideologías, porque a lo mejor termino creyéndome a los teóricos ultraliberales. A los empresarios se les suele situar en la derecha, a los sindicatos en la izquierda y los gobiernos pueden ser de distinto color. Pero en esta república de Bananaria las cosas no son tan sencillas. Al lado de este Gobierno ultraperiférico que tiene enfrente a los trabajadores de Sanidad y de Educación, hasta la patronal parece de izquierdas. Los empresarios se entienden con los mismos sindicatos con los que no quiere hablar el Ejecutivo. Frente al discurso gubernamental atribuyendo a los inmigrantes el deterioro de las servicios públicos, las listas de espera, el fracaso escolar y la panza de burro, el líder de la patronal recuerda que hay que darle las gracias a los inmigrantes, porque gracias a ellos la economía ha crecido y sin ellos habría problemas en algunos sectores.

Pues eso, que el gobierno paulATIno tenía razón cuando dijo por la mañana que estábamos en situación de alerta por fenómeno metereológico adverso: todo los vientos le soplan en contra. Pero la culpa no es del cambio climático, porque si te levantas de la mesa donde se sientan los sindicatos, y no hablas ni escuchas a los empresarios aunque la patronal te pague la comida, lo normal es que provoques una gota fría y que el chaparrón descargue sobre tu casa.

Juan García Luján

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