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La reinvestidura

Juan García Luján / Juan García Luján

Antes de analizar lo que dijo ayer en poco más de una hora (30 páginas de discurso frente a las 35 de la investidura de 2007, el twitter influye aunque te lo escriban), me gustaría presentarles a ese señor de traje azul marino impecable y corbata malva que ayer subió a la tribuna del Parlamento. Se trata del mismo señor que subió hace cuatro años. Entonces subió apoyado por José Manuel Soria y vigilado por López Aguilar. Ayer subió con la ayuda de José Miguel Pérez y con Soria vigilándolo desde su Ipad.

Recordemos algunas promesas del año cero del menceyato de Rivero. Nos dijo que iba a presidir el gobierno de las personas, de nuestra gente. El tiempo demostró que no fue así, en su gabinete Paulino Rivero contaba con algunos animalitos que hacían imposible tener al ejecutivo dentro de la categoría de los humanos-personas. Ayer ya no habló de gobierno de las personas, sino de diálogo y de grandes pactos .

Prometió en el año cero de su menceyto una Ley Participación Ciudadana, la ley llegó dos años más tarde de lo anunciado, mientras se tramitaba los dos grupos que apoyaban a Rivero (CC y PP) enterraron varias iniciativas legislativas populares que llegaban al Parlamento con el respaldo de decenas de miles de ciudadanos. Prometió entonces mejorar los controles parlamentarios al gobierno, dijo que los iba a reformar para que ejercieran un mejor control del ejecutivo, pero al contrario por primera vez en la historia autonómica no se renovaron en 4 años ninguno de los órganos de control al ejecutivo.

También prometió la celebración de la Conferencia de presidentes de cabildos, dijo que se iba a reunir al menos dos veces al año. No existió. Tuvimos a siete presidentes de cabildos (incluidos los de Coalición Canaria) cabreados porque el vicepresidente José Manuel Soria les cortaba la financiación sin previo aviso, sin negociación. También prometió en su primera investidura defender el desarrollo sostenible, y aprobó la ley del catálogo de especies en contra del criterio de toda la comunidad científica y de decenas de colectivos profesionales y sociales. Prometió la puesta en marcha de la policía canaria, y cumplió...

No voy a enumerar todas las promesas que hizo ayer Paulino Rivero. Me llamó la atención que se dirigiera a quienes “acampan en el desencanto democrático” y que hiciera un llamamiento para que los escucháramos. Dos de las principales reivindicaciones del 15 M son la reforma del sistema electoral y el aumento de la participación ciudadana. Si buscamos como referencia la primera legislatura que presidió Rivero habría que volver a montar las acampadas hasta la nueva orden del Ministerio del Interior de “limpiar” los parques.

En su discurso de ayer Rivero dijo que presidirá un gobierno formado por dos partidos que comparten el mismo modelo de sociedad (y¿ qué hizo los últimos cuatro años?¿quién ha cambiado de modelo el PP, el PSOE, CC o Paulino Rivero?). Me gustó su oferta de un gran Pacto social por la Educación, pero me pregunto si el presidente elegirá a los que deben firmar ese pacto o respetará, por ejemplo, la voluntad que los profesores expresan en las elecciones sindicales. Porque hace apenas un mes Rivero y Milagros Luis organizaron un encuentro entre los representantes de la OCDE y los dirigentes sindicales (invitaron a todos menos al Stec- Intersindical Canaria que es el sindicato más representativo en la enseñanza en Canarias). También en plena campaña electoral el presidente firmó con Comisiones Obreras y UGT un pacto por la sostenibilidad de los servicios públicos, dejaron fuera a Intersindical Canaria que es el segundo sindicato más representativo en la administración autonómica. Los pactos están muy bien, si respetan la representatividad de los interlocutores.

Bueno, voy a ir terminando que creo que con lo dicho ya les he podido trasladar toda la ilusión que creó en mí el discurso de Paulino Rivero. No puedo terminar sin pedir públicamente perdón a mi hija, porque ayer tarde estaba viendo los dibujos animados y cambié de canal para poner a Paulino Rivero. Sólo tenemos un televisor en casa. La niña estuvo llorando diez minutos mientras el candidato a presidente hablaba. La situación fue gravísima, tuve que salir con ella a la calle, comprarle una golosina y prometerle que los próximos cuatro años iba a dedicarme de lleno a trabajar por su felicidad. Como ven, se me pegó el síndrome de Paulino Rivero.

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