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El tren, una opción equivocada

Eustaquio Villalba / Eustaquio Villalba

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Los tres grandes partidos canarios, los que gobiernan en la casi totalidad de las instituciones de las islas, están de acuerdo en proponer el tren como solución al problema del transporte en Tenerife. También están de acuerdo en proponer el puerto de Granadilla y el cierre del anillo insular. Para hacerlo tienen la legitimidad que otorgan los votos, pero ello no los exime de cumplir con los usos y normas que hacen posible el funcionamiento de la democracia. Los partidos no son los dueños de la soberanía popular, solo son sus intermediarios, y no pueden negarse a la participación ciudadana en los asuntos públicos, tampoco es aceptable democráticamente que se nieguen a debatir las propuestas presentadas por miles de ciudadanos. No se les puede negar el acceso a la casa que los representa, el Parlamento, y al mismo tiempo tratar de manipular a los votantes utilizando técnicas publicitarias y no argumentos. La propuesta de dotar de trenes a la isla es un nuevo caso de una gran infraestructura que tendrá graves consecuencias para el futuro de Tenerife, tanto por la cuantía de la inversión como por los costos de mantenimiento y por su impacto ambiental. Y, para colmo, no soluciona el problema de la movilidad insular.

El proyecto del tren para el sur de la isla implica la construcción de casi catorce kilómetros de túneles y más de nueve de falsos túneles, además de viaductos y rellenos en el litoral, en sus setenta kilómetros de extensión. Para un ciudadano que viva en el norte, por ejemplo en La Orotava, el tren no es la opción mejor para trasladarse al sur de la isla ni soluciona el atasco de los accesos desde el norte a la zona metropolitana. El problema no se arregla construyendo otro ferrocarril, sus pocas paradas ?condición para que alcance velocidades altas- dejan al margen a gran parte de la dispersa población de la fachada septentrional que seguirá estando a la misma distancia de los núcleos del sur. Además, Santa Cruz continuará siendo el nudo de todo el transporte de la isla, tanto de vehículos a motor como ferroviario, con el colapso diario que eso implica.

Un sistema de túneles es más barato, reduce las distancias de manera notable entre todos los puntos de la isla, libera los accesos a Santa Cruz de sus continuos atascos y permite un transporte publico más rápido, versátil, cómodo, con menor impacto paisajístico y mucho más eficiente desde el punto de vista energético. Un túnel desde el valle de La Orotava al de Güímar tendría una longitud en torno a los 13 kilómetros, los mismos que tendrá que perforar el tren del sur, pero la gran diferencia es que Las Américas estaría a sesenta kilómetros para los que vivan en La Orotava, la mitad de la distancia que tendría que recorrer si tiene que pasar por la zona metropolitana. Por rápido que vayan los trenes, por sincronizadas que estén las conexiones, una guagua siempre llegaría antes, podría hacer más paradas y, además, establecer mejores conexiones con las medianías y la costa. El túnel serviría también para todo tipo de tendidos: eléctricos, trasvase de aguas, comunicaciones, etcétera. Las obras complementarias serían menos costosas que las que requieren un sistema ferroviario y con mucho menos impacto paisajístico.

La ruptura del flujo de tráfico oeste este por la vertiente norte de la isla descongestionaría los accesos a área metropolitana con el consiguiente aumento de la velocidad media, ahorro de combustible y tiempo para los usuarios del transporte, tanto público como privado. Otra ventaja añadida es que la actual carretera que va de La Orotava al Sur, el antiguo camino de Chasna, dejaría de ser una vía de enlace entre las dos fachadas de la Isla y permitiría controlar los accesos al Parque Nacional del Teide y a otros espacios protegidos, reservando su uso a medios de transporte públicos evitando la actual saturación automovilística que padecen las cumbres de Tenerife. Solo hace falta que se hagan los estudios correspondientes que analicen la viabilidad de esta propuesta. El tren es una decisión que no deja margen para otras alternativas aunque, como la de los túneles, puedan ser mejores y más baratas. Es precisamente por eso por lo que no quieren tenerla en cuenta los partidos que gobiernan en la Isla, esa es la razón de su negativa a debatir y a informar como es su obligación en una sociedad democrática.

* Geógrafo

Eustaquio Villalba*

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