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La utilización de la muerte de Iván

Juan García Luján / Juan García Luján

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Está claro que la muerte de Iván Robaina ha levantado las más bajas pasiones entre el personal. Más de 1500 comentarios de lectores en los periódicos digitales en tres días. En medio de tanto exabrupto aparece el mensaje de Rafael Robaina, que pide que no se utilice la muerte de su hijo para fomentar más violencia en la sociedad. Desde el dolor, Rafael pide justicia pero no venganza y dice que “no queremos que la muerte de mi hijo genere más violencia, sino que reciba la solución dentro del sistema democrático”. Un mensaje que no van a entender los que están aprovechándose de esta muerte para mostrar su nostalgia por aquellos tiempos en que se llamaba respeto al miedo y seguridad a la represión criminal que ejercía el Estado.

Me crié entre Las Rehoyas y Schamman. Me gustaría pedir un respetito a la gente de todos los barrios de esta ciudad, sobre todo a los barrios de la parte alta donde vive la gente de las clases bajas. Si queremos relacionar tráfico de drogas con zonas de la capital también podríamos recordar que en estos momentos la Justicia investiga las reuniones en Tafira entre el juez José Antonio Martín, el empresario Julio Bornia y el empresario Wilebaldo Yañez, se investiga si en esos encuentros se intentaba favorecer a un narcotraficante que estaba en la cárcel por la introducción de doce kilos de cocaína y cien kilos de hachís. Pero esta investigación no debe llevarnos a pensar que todos los que viven en Tafira son narcotraficantes o empresarios y jueces investigados por corrupción. Tampoco nos debe llevar a poner las fotos de ese juez y esos empresarios en el periódico y pedirle a la plebe que nos cuenten si los conocen, si saben con qué políticos y empresarios se les ha visto, qué hacían en esas reuniones, en esos viajes. Creo que eso no serviría para luchar contra la droga o la violencia, aunque sí para batir records de visitas cargadas de odio.

Hay que decir que el embarazo de menores de edad, el absentismo escolar, el desempleo, la adicción a las drogas, no se soluciona rodeando los barrios con tanquetas de la guardia civil como pretenden algunos. Donde no han mandado trabajadores sociales, donde no han abierto bibliotecas, donde no han organizado actividades con los jóvenes en la calle, quieren mandar fuerzas antidisturbios. Miremos a Atenas y veamos dónde puede acabar el disparo de un policía. Fijémonos en Londres, allí hay 4 millones de cámaras de vigilancia en sus calles, una cámara cada dos habitantes. Eso no impidió los atentados de julio de 2005 que causaron 56 muertos y 700 heridos.

Hace apenas un mes los jóvenes de La Pardilla y Las Remudas recibieron el premio Reina Sofía por el programa para la prevención de las toxicomanías “El Patio”, promovido por el Centro de Profesores de Telde. La madre de Iván Robaina conoció ese proyecto porque fue directora de ese centro. En la radio los jóvenes y una madre de Las Remudas nos contaron su experiencia, cómo cambió el barrio, las esquinas del aburrimiento se transformaron en rincones de diálogos, el deporte sustituyó a las broncas. “El Patio” es un ejemplo de la eficacia de la prevención y el trabajo social.

Mientras el asesino de Expedita Santana pasea por alguna calle de Arrecife de Lanzarote sin encontrarse con ninguna manifestación vecinal que exija justicia, podemos dar rienda suelta a nuestros peores instintos utilizando como excusa la muerte de Iván Robaina. También podemos asistir a un circo mediático de testimonios de familiares y encuestas en la calle que sólo sirve para calentar el ambiente y aumentar las audiencias televisivas o los lectores. Pero frente a tanto pescador en río revuelto, yo me quedo con el mensaje del padre de Iván: castigo a los culpables, pero sin utilizar su muerte ni generar más violencia.

Juan García Luján

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