Els Joglars reactualiza el mito y el espíritu de Don Quijote sobre el Cuyás

Una de las compañías de referencia del moderno teatro español que aún quedaba por subir al escenario del Teatro Cuyás, Els Joglars, llega el próximo fin de semana al espacio escénico dependiente del Cabildo grancanario (15, 16, 17 y 18 de febrero) para presentar un montaje atrevido que reactualiza las andanzas del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Si la obra de Miguel de Cervantes se manifiesta como una caricatura de la literatura caballeresca de la época, el montaje En un lugar de Manhattan viene a ser una parodia sobre la delirante vanguardia teatral que encuentra en la deconstrucción de los clásicos la justificación de su existencia.

Teniendo en cuenta que El Quijote y sus valores ya no están presentes ni entre nosotros ni en la sociedad contemporánea, Els Joglars ha apostado por confrontar el mundo actual, marcado por las pretensiones modernizadoras del mito quijotesco, con un mundo desaparecido, fundamentado en la moral, los ideales góticos y la caballerosidad cristiana.

Albert Boadella, director del montaje, ha tomado como punto de partida este enfrentamiento de los valores del caballero de la triste figura -la dignidad, clamor platónico o la lucha por las causas imposibles-, con la obsesión estafadora que caracteriza el fulgurante momento inocuo que vive la cultura. En un lugar de Manhattan convierte a Don Quijote en un fontanero, y a Sancho, en su ayudante fiel.

Delirios vs accidente doméstico

El montaje de Els Joglars se desarrolla a partir de una singular y peculiar trama que insiste en el recurso del teatro dentro del teatro. Gabriela Ossini es una moderna directora escénica argentina, que ensaya con un grupo de actores el estreno de su próximo montaje, un Quijote del siglo XXI, cuya rompedora versión sitúa al ingenioso hidalgo, nada más y nada menos, que en la isla de Manhattan.

Pero los insolentes delirios de la argentina tropiezan con un accidente doméstico que introduce en la escena de esta sátira insolente, a los dos personajes centrales de la obra, los dos operarios que intentarán solventar las inoportunas goteras del local. Justino Peláez (Ramón Fontseré), un fontanero contrariado por el imperio que ejerce la multinacional del bricolaje doméstico Leroy Merlín, un caballero de ideales góticos y cristianos, y su ayudante, un Sancho entrañable que encarna el actor Pep Vila, se inmiscuyen en los ensayos poniendo en tela de juicio los valores propuestos por la petulante Ossini, su concepción de la modernidad desde los planteamientos que impone la frivolidad de la época actual. Realidad y ficción se mezclarán de ahí en adelante como en El Quijote mismo.

El montaje, que absorbe todas las esencias de la novela de Cervantes y por ello alterna momentos divertidos y cómicos con otros de delirio, patéticos, crueles o emocionantes, entreteje recursos metateatrales y metaliterarios, baraja las diferentes estructuras entrecruzadas, las mezcla y desarrolla en una propuesta que es un prodigio de virtuosismo técnico por parte de los nueve actores que integran el reparto.

“Hay que hacer clásicos que sigan teniendo potencia”

Sobre la obra En un lugar de Manhattan, el director avanza que nunca pensó en una adaptación pseudoauténtica: “siempre me han dado una sensación necrófila, extraña y totalmente falsa. Hay que hacer clásicos que sigan teniendo potencia a través de una mirada actual. Obviamente, aquel mundo singular ya no es el nuestro, aunque siga siendo un goce indescriptible revivir, sólo por unos instantes, algunos destellos de la novela y establecer careos con el presente. Por eso he optado por la naturalidad; por ofrecer testimonio por un lado de la ignorancia ilustrada de nuestra época, y por otro, del mundo arcaico representado por los dos personajes centrales de la historia. Dos personajes ?Peláez, el fontanero y Sancho, su ayudante- que están condenados a entenderse”.

Formular la historia del teatro moderno en España no es posible sin referirse a Els Joglars, como tampoco lo es revisar la trayectoria de este grupo pionero de vanguardia sin asociarlo al nombre de su creador, Albert Boadella.

Els Joglars fue fundada en 1961 por Albert Boadella, cuya actividad teatral como actor, director, escenógrafo y dramaturgo se ha desarrollado totalmente a través de esta compañía con la que ha creado una treintena de obras. Algunas han causado encendidas polémicas, que han supuesto procesos judiciales, debates políticos e incluso atentados a la compañía. Con motivo de las representaciones de La torna (1977) Boadella fue acusado de injurias al ejército y encarcelado. Posteriormente protagonizó una espectacular fuga de la cárcel, exiliándose después a Francia.

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