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“Invitamos a Soria a ver 'Mongolia, El Musical 2.0' en Canarias, seguro que le va a sentar como dedo al culo”

Darío Adanti y Edu Galán.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

Darío Adanti (Buenos Aires, 1971), y Edu Galán (Oviedo, 1980) llevan adelante, junto a dos personas más (Fernando Rapa y Pere Rusiñol), una revista satírica que cuenta con una tirada de 40.000 ejemplares y que nació en 2012 con el nombre de un país: Mongolia.

En plena crisis, económica y de medios, los mongoles (como se autodenominan) han sobrevivido cinco años para seguir llevando a lo quioscos una parte de la salud que necesita un Estado para poder catalogarse como democrático: la sátira, esa “deformación de la realidad, como los espejos de las ferias”, explica Adanti; “ser grosero, insultante, molestón y jugar con los límites de la libertad de expresión”, añade Galán.

Sin oficinas físicas, dos trabajan desde Madrid y los otros dos en Barcelona, con dedicación plena --“el 80% de nuestro tiempo”, según Adanti-- y con dificultades para llegar a fin de mes llevan adelante, cada 30 días, la revista.

Al nacer en la época de internet, Mongolia ha ido mutando y evolucionando durante estos cincos años en un proyecto que incluye ventas a través de suscripciones, merchandising, la comunicación en las redes sociales --“que han contribuido a cambiar la forma de hacer la revista”, dice Adanti-- y un show que viaja por todos los teatros de España o, al menos, en los que les dejan.

Mongolia, El Musical 2.0 (sin música) llega a Canarias por primera vez: este viernes actuarán en el Auditorio Teobaldo Power (Santa Cruz de Tenerife) y el sábado en el Teatro Juan Ramón Jiménez (Telde, Gran Canaria), ambas a las 21.00 horas. El show --que comenzó en 2013 y ha ido mutando desde su germen: de hacer presentaciones improvisadas de la revista por la geografía española, a un espectáculo de una hora y media en la que no dejan títere con cabeza-- es el humor de la revista a la “máxima potencia” afirma Galán, incluso “catártico” valora Adanti.

Además, dedicarán parte del show a tocar sensibilidades del Archipiélago como el pleito insular, e invitarán al exministro José Manuel Soria a ver al espectáculo, una persona “a la que le tenemos cariño desde nuestro número dos”, asegura Galán.

La primera pregunta es obligada, cada domingo publican en redes sociales: “Otro domingo que no vamos a misa”. ¿Ya han ido a misa?

Darío Adanti: (Ríe) No hemos ido aún, pero nos han hecho dos misas de desagravio, una en Cartagena y otra en Almería, así que han ido otros a misa por nosotros.

Edu Galán: No, lo tratamos de evitar. A pesar de que la misa puede tener algún interés antropológico, tratamos de evitar esos lugares donde se celebra la superstición controlada por señores disfrazados.

Este viernes actúan en Tenerife, en el Teobaldo Power, y el sábado en Gran Canaria, en el Juan Ramón Jiménez. ¿Qué se encontrarán los espectadores que acudan a Mongolia, El Musical 2.0?Mongolia, El Musical 2.0

E.G: Básicamente encontrarán lo que podría llamarse la adaptación de la revista al teatro, el tono de Mongolia sobre un escenario. Yo recomendaría a todo el público que fuese a verlo porque si les gusta el tipo de humor que hacemos en Mongolia, en el teatro está a la máxima potencia, hacemos un tipo de sátira en la que nos metemos con los temas básicos de Mongolia: la actualidad política, la religión, las puertas giratorias… Es una hora y media en la que se hace un repaso muy bestia a la realidad española.

D.A: El teatro tiene algo maravilloso porque sigue siendo el lugar más abierto a la libertad de expresión. Una revista está en los quioscos, se ve públicamente, pero en un teatro el espectador saca una entrada que es una manera de firmar un contrato con los autores. En ese sentido nosotros nos permitimos ser mucho más brutos e hirientes. A la gente que viene a vernos --excepto los que se van, porque siempre hay algún despistado que se marcha al escuchar las primeras barbaridades--, les termina resultando casi un evento catártico. De hecho, la comedia y la sátira, dentro de nuestra cultura occidental, nace con los griegos, que rendían culto a Dionisio --el dios del vino--, y lo hacían tanto en las comedias como en las tragedias, es decir, en las festividades en honor a Dionisio ya era un ritual catártico. Nosotros buscamos eso, que la gente que venga a vernos experimente una venganza simbólica contra aquello que le angustie u oprime en la realidad.

Primera vez en Canarias: ¿Harán algo nuevo relacionado con el Archipiélago?

D.A: Nosotros siempre hacemos un sketch relacionado con el sitio al que vamos y lo hacemos el último día porque la actualidad en España va muy rápido. Por ejemplo, cuando fuimos a Aranjuez habíamos hecho un sketch sobre la dimisión del alcalde y, cuando estábamos llegando, el edil había retirado su dimisión y tuvimos que cambiarlo todo.

E.G: Bueno, aún lo estamos trabajando pero tocaremos la rivalidad entre Tenerife y Gran Canaria, que siempre nos gustan las rivalidades basadas en la identidad, para tirarlas al suelo. Esto siempre es maravilloso, porque las rivalidades basadas en el sitio donde naces son completamente gilipollas, nacer en un sitio u otro es algo totalmente accidental. También hablaremos de esa persona a la que le tenemos cariño desde nuestro número dos que es José Manuel Soria. Le invitamos a que venga al espectáculo, esperemos que aparezca porque seguramente se va a sentir muy aludido durante la hora y media con diversas imprecaciones e insultos que le irán como dedo al culo.

¿Cómo nace la idea de hacer este musical?

D.A: Cuando sacamos la revista, como no teníamos dinero para pagar publicidad, la presentábamos en bares, universidades o lugares a los que éramos invitados. No queríamos presentar una revista satírica e incorrecta de manera formal, que es gente sentada en una mesa hablando, sino que se nos ocurrió que podríamos hacer algo como similar a nuestras reuniones de contenido: pasar las noticias de esa semana e improvisar chistes e ironías sobre las mismas. Fue un formato que se le ocurrió a Edu Galán. En una de esas presentaciones nos vinieron a ver Javier Coronas y Alejo Stivel, que nos dijeron que teníamos muy buen nivel y nos aconsejaron armarlo con un guión y ensayarlo, con temas más generales para que no envejeciera en una semana. Y ahí a Coronas se le ocurrió que se podría llamar Mongolia, El Musical sin tener música. Nos gustó mucho la idea y después Juan Diego Botto nos ofreció la Sala Mirador en el teatro de Lavapiés para ensayar y estrenarlo. Nunca habíamos hecho shows pero Edu es un cómico nato y a mí siempre me había gustado actuar. Cuando lo estrenamos hace cuatro años era muy malo, no teníamos aún las tablas. Pero ahora, que cada semana hacemos dos shows, es una de las patas fundamentales de la financiación de la revista: una es la venta en quioscos, otra es la suscripción, el merchandising y los shows.

E.G: Desde aquella primera versión el espectáculo ha ido mutando y evolucionando hasta lo que hacemos ahora. El público siempre ha sido muy generoso con nosotros porque hemos ido aprendiendo a la vez que lo hacíamos. Ahora la versión del Musical 2.0 que llega a Canarias es potentísima y está casi cerrada, ya que a partir de marzo o abril del año que viene estaremos estrenando el nuevo espectáculo para empezar otra vez.

El pasado lunes, 30 de octubre, iniciaron la campaña de crowdfunding para costear la demanda del torero Ortega Cano por supuesta vulneración del derecho al honor y a la propia imagen a causa de una publicación para promocionar el musical en Cartagena. ¿Ortega Cano acabará con Mongolia?la campaña de crowdfundingla demanda del torero Ortega Cano

E.G: Esperemos que no. Nosotros somos una revista independiente que funciona sin publicidad ni subvenciones. Con la demanda de Ortega Cano hemos tenido que hacer este crowdfunding porque no tenemos para pagar a los abogados. Por ahora la campaña de crowdfunding va muy bien, estamos muy agradecidos a la gente que nos está apoyando, poniendo pasta para que podamos pagar al abogado, que es el primer objetivo. Nosotros queremos llegar al segundo y al tercero para tener un mínimo de colchón que asegure la estabilidad del proyecto. De todas formas, esperamos que el buen criterio del juez o la jueza entienda que lo que está haciendo el torero es un ataque a la libertad de expresión. Si no podemos satirizar a este señor con un cartel completamente blanco, en el sentido que tenemos otras portadas mucho más burras que esa, yo no sé qué se podrá hacer en este país. Porque si le dan la razón podrá denunciar cualquiera por cualquier chiste tonto para llevarse la pasta. Yo creo que los juzgados están para otra cosa y no para chorradas de personajes de dudosa reputación.

D.A: Es todo muy raro porque el cartel por el que Ortega Cano nos demanda es bastante ingenuo, no tenía realmente maldad, más allá de usar el “estamos tan agustito” o un eslogan que ni siquiera era nuestro el: “antes riojanos que murcianos”; la sacamos de una manifestación que tuvo lugar allí. Pero nos demandó y nos llamaron como a negociar: el abogado del torero nos decía que si nos disculpamos públicamente nos retiran la demanda, pero contestamos que una revista satírica no se puede disculpar por un chiste, porque si lo hacemos, después tendríamos que disculparnos con todos y eso nos quitaría nuestra credibilidad como medio satírico. Nosotros confiamos en que de ir todo mal, nuestros lectores y seguidores nos ayuden a salir de esta. Pero está claro que si nos condenan con 40.000 euros no tenemos de donde sacarlo. Somos una revista independiente que no tiene un capital ni un banco detrás, tenemos muy poca publicidad porque el ADN de la revista hace que muchos anunciantes no se arriesguen. Aún no hay costumbre en España de publicitar tus productos en una revista salvaje, cosa que sí sucede en Inglaterra o en EE.UU. Esperamos ganar y ampliar el derecho a la sátira. Pero nunca se sabe.

Afrontar una demanda en la que les piden 40.000 euros es complicado pero, ¿no es también un éxito para una revista satírica?

E.G: Sin ninguna duda. Me han preguntado más de una vez sí me he llegado a arrepentir por una portada y normalmente no me arrepiento de ninguna, más bien me arrepiento de no haber metido más. Mi gran problemas es que muchas veces, por falta de talento en general, no llegamos a dar con una portada que moleste mucho más. Y llegar al punto de molestar especialmente al poder, que te secuestren una revista, que la Iglesia Católica se moleste, que la Casa Real te denuncie, pues eso son pequeños hitos con los que uno puede irse a la tumba. Pero de momento nos tenemos que contentar con este señor, que es Ortega Cano.

D.A: Por mi parte tengo una doble sensación: por un lado uno tiene cierta sensación de éxito porque la sátira, históricamente, es como una agresión simbólica, no es realmente para hacer reír; la sátira deforma la realidad, es parecido a las caricatura y si el retratado se ofende quiere decir que la sátira ha funcionado. Pero por otro lado tener que pagar 40.000 euros puede hundir el proyecto. Es como con las misas de desagravio, por un lado a uno le gusta que se la hagan pero por otro me digo “joder, ¿no habrán cosas más importantes como la corrupción, el hambre o la pedofilia para hacerle una misa de desagravio a una revista satírica?”. Creo que estamos en retroceso a la hora de interpretar la sátira y la opinión pública tiene ahora la piel muy fina. Cuando la sátira no toca los valores de la opinión pública la deja correr, pero si la toca un poco quiere acallarla y eso es algo que hay que aprender porque eso es la libertad de expresión: hay que aprender a no ofendernos.

¿Esto les ha afectado para los carteles promocionales en Canarias? Un plátano para Tenerife y una fotografía un tanto… extraña de dos personas.

D.A:

Lo cierto es que tiramos varios carteles en todo el territorio nacional y algunos son más genéricos y otros más agresivos, a veces también hacemos varios para un mismo show. La verdad es que la foto (la primera del cartel de Gran Canaria) en blanco y negro o en sepia que son como dos especies de chavales disfrazados o medio trans a mí me da mucha risa, porque tiene un punto intermedio entre enfermo y decadente con el que me siento muy identificado.

E.G:

Para nada. Si un cartel con Ortega Cano vestido de marciano marca nuestro rumbo para hacer el resto de carteles… no sé. Si ese es el tope de lo que podemos hacer cerramos la revista y montamos un programa de humor blanco.

Un día antes de la actuación en Tenerife, sacan un nuevo cartel mucho más potente para Gran Canaria con la imagen de la Virgen del Pino relacionándola con sustancias estupefacientes y un fotomontaje de José Manuel Soria con la equipación de la UD Las Palmas para Tenerife. Corrijo la pregunta anterior: la demanda de Ortega Cano no les frena a la hora de seguir haciendo carteles tocando sensibilidades. ¿Van a por la siguiente misa de desagravio? ¿Suelen publicar carteles provisionales y luego uno más duro cuando se acerca la fecha del show?la demanda de Ortega Cano no les frena a la hora de seguir haciendo carteles tocando sensibilidades.

E.G: Es que herir sensibilidades es como decir herir a unicornios. Las sensibilidades son infinitas, algunas veces basadas en sentimentalidades Disney y, por lo tanto, poco respetables. Lo que a mi me puede herir, a tí te la puede soplar y viceversa. Seamos serios: lo que hiere es herir a la ciencia, que es medible, o herir a personas concretas, que para eso está el Código Penal. Por eso es una vergüenza el artículo 524 de ofensa a los sentimientos religioso. Es decir, tú puedes entrar en un hospital y gritar “todo esto es falso, no curan a nadie y, encima, ejecutan conductas supersticiosas que pueden hacer mucho mal haciendo que enfermos crean en remedios milagrosos” sin que te puedan imputar nada más que una alteración del orden público. En cambio, vete y haz eso en un lugar de culto religioso. ¿No es una vergüenza? ¡Quien cura es la Medicina y no un señor conectado con no sé qué ser interdimensional que vive en su cabeza! Ojalá nos hagan una misa de desagravio, para eso sirven estos carteles, para reivindicar la libertad de expresión frente a los poderes hegemónicos, como el católico en España. Tienen el IBI, los espacios públicos, ¡tienen hasta un canal de TV! Y se preocupan por un cartel de una pyme: si ese muñeco de madera es omnipotente, ya nos castigará. Que no se preocupen tanto y se dediquen a los beatos. Especialmente nos gustaría que nos hiciese una misa de desagravio esa mala persona, ese mal cristiano, malo, ¡qué malo es! que encima se disfraza y se hace llamar Obispo de Canarias, Francisco Cases. Tiene suerte que el infierno no exista, porque si existiese, iba de cabeza a pasar calor, más que en el Teide, tras sus declaraciones sobre el Carnaval y el accidente de Spanair. Eso es de mala persona, ¡qué malo es!, eso es de alguien retorcido como un chicken mcnugget en una maldad horrible. Con respecto al cartel, y seguramente el Obispo nos lo pueda corroborar, nosotros siempre hacemos lo más duro al final, para dejar gusto en los demás.

El Papus, de la que Mongolia bebe, también tuvo, entre otras razones, que hacer frente a un juicio del que no se pudo recuperar, aunque en aquella ocasión fue por un atentado. Esta vez es un torero ofendido. Hay una distancia muy grande, pero la pregunta es: ¿Por qué molestan tanto las revistas satíricas?El PapusMongolia

D.A: Decía Jonathan Swift, el padre de los satíricos, que la sátira es como un espejo deformante que refleja todo menos al que hace la sátira, pero en esa deformación se ve mejor la realidad. Es como en las ferias que tienen esas salas con los espejos raros: si tienes sentimientos demasiado a flor de piel, demasiado orgullo o demasiadas emociones, verte a ti mismo deformado te cabrea y lo primero que haces es romper el espejo. Además creo que estamos en épocas demasiado emocionales: hoy en día se abraza a la política como un acto de fe, irracional. Y lo emocional y la sátira son grandes enemigos porque la última, al reflejar la realidad deformada, la muestra tal cual es porque le quita todo el idealismo y sentimentalismo. Yo, por ejemplo, lo he vivido con el conflicto de Cataluña: cada vez que hacía una crítica a España recibía un montón de troleos de parte de nacionalistas españoles y cuando criticaba al procés recibía los mismo por el otro lado. Yo puedo ver humor perfectamente sobre las cosas que me atañen a mí: los argentinos, los humoristas o los bajitos narigones (ríe). Y me río mucho. Pero, por ejemplo, si yo lo abrazo (ser argentino) como una fe, pues no admito el reflejo deformado y quiero anular el espejo y la manera de hacerlo es demandando a una revista o, en el caso de El Papus, mucho más grave, hacer un atentado.

E.G: Nosotros jugamos a eso también, si no molestase no sería satírico, es el oficio de un revista satírica: ser grosero, insultante, molestón y jugar con los límites de la libertad de expresión. Servir un poco como el algodón no engaña de la democracia de un país. Y, en especial, de la libertad de expresión. Aquí esto molesta muchísimo, desde los poderes establecidos como la ultraderecha que está en el Gobierno del PP o la Iglesia, hasta la propia izquierda, que cada vez es más tontorrona porque tiene muchos problemas con lo identitario, con lo políticamente correcto, y menos con lo racional, que es la lucha de clases, de por qué los pobres son pobres y los ricos son ricos. La izquierda tiene cada vez más problemas en el uso de palabras o imágenes ofensivas. Un ejemplo claro es la butifarrada convocada para protestar en contra del encarcelamiento de los Jordis, ha habido gente de izquierdas que ha dicho que no va porque son veganos y se matan cerdos. Esto es una puta broma: si esa es la izquierda en la que nos estamos convirtiendo, yo me borro, porque es irracional y sentimental. Es lo que yo llamo la izquierda cumbayá, de la batucada.

¿Qué pasa con el humor en este país?

D.A: Tal vez la clave está en la velocidad de la comunicación en la época actual. La tecnología tiene cosas muy buenas, pero también tiene su parte mala: siempre estamos expuestos a un montón de información todo el tiempo y obligados a opinar, a posicionarnos sin tiempo a posicionarnos. Eso crea una superficialidad a la hora de leer las cosas que hace que la gente lea todo de forma literal y que sea incapaz de entender una metáfora o una ironía. El ejemplo lo tenemos en el 1 de octubre, cuando la policía reprimió a los que iban a votar al referéndum ilegal de Cataluña la cuenta de Mongolia de Twitter puso “70 heridos y un enfermo mental en La Moncloa” que, en realidad, era una crítica a la reacción de Rajoy ante el conflicto. Y nos escribió uno que trabajaba en un manicomio diciendo que habíamos faltado el respeto a los locos diciendo “enfermo mental”. O sea, nosotros no estamos hablando de los locos ni de los esquizofrénicos, estamos haciendo una crítica política a Rajoy utilizando una metáfora. Además, no creo que un esquizofrénico se sienta despreciado por el mundo al leer aquel tuit. Parece que nuestro propio drama particular es intocable y todos los demás deben cambiar sus modos, sus vidas y sus metáforas solo para no herirnos a nosotros. Eso es lo que enfrenta todo el rato la corrección política con el humor. Es un retroceso muy grande tener que estar explicando los chistes y hoy en día, aunque uno se niegue a hacerlo, un juicio te obliga a ir a explicarte. Vivimos una época muy avanzada tecnológicamente pero filosóficamente más atrasada que al final del siglo pasado: la crisis, la globalización y demás han incentivado una parte irracional de nosotros mismos.

E.G: Existe un contexto que establece los límites del humor. Hay uno que es tangible: el del Código Penal, es decir, que vayas a la cárcel por hacer un chiste; y otro contexto que es más interpretable, por ejemplo: ofender a un grupo social que no me interesa ofender. Pero también ocurre mucho, especialmente la izquierda --porque la derecha la doy por perdida--, que no distingue la teoría básica de la comunicación: emisor-receptor-mensaje. No es lo mismo que una persona haga un chiste irónico y con estilo de Arévalo, a que lo haga Arévalo o Bertín, que son de derechas. La intención es otra y es importante quien emite el mensaje. Por qué sobre determinado tema no puedo hacer chistes, y sí puedo, por ejemplo, sobre la malaria, que muere mucha gente, o sobre la obesidad. Al final son todo dejes de un puritanismo de la Iglesia Católica. Yo creo firmemente que hay que defender la libertad de expresión sea de quien sea, aunque no nos gusta. A mí me toca los huevos profundamente el autobús de Hazte Oír, pero no tengo la intención de que lo pare la Policía ni que se les apedree. Lo que hay que hacer es llamarlos monstruos, engendros, anormales, porque están ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, tanto como yo ejerzo el mío al llamarlos anormales profundos supersticiosos.

Contra viento y marea, Mongolia nace en 2012, en plena crisis económica, y ha sobrevivido cinco años. ¿Cuál es la salud actual del proyecto?

E.G: Es buena en un sentido pobre. Mongolia tiene mala salud de hierro, porque vivimos de una cosa muy complicada: no somos para nada complacientes con los lectores, ni queremos que los lectores sean complacientes con nosotros. Queremos una masa de lectores críticos que no nos digan a todo que sí. Yo leo eldiario.es, un medio con el que colaboro y que adoro, y hay cosas con la que estoy de acuerdo y otras con las que no. Y no pasa absolutamente nada. Lo mismo me pasa con otros medios, pero eso no quita que los apoye. El ABC también me lo leo, y hay firmas que me parecen interesantes, que puedo compartir o no. Nos falta la cintura de los matices, de pensar por qué se hacen las cosas. Hoy en día se pide la opinión a toda hostia y son multinacionales las que nos ponen sitios para dar nuestra opinión y sentirnos importantes, pero… ¿Y si todo esto es una estafa? ¿No será que nuestra opinión importa una mierda? ¿No valdrá más dedicar el tiempo a pensar antes que dar una opinión extrema en Twitter o en Facebook?

D.A: Sobrevivimos y creemos que tenemos que seguir con Mongolia a pesar de todo y sea como sea. Pero hacer una medio independiente y de estas características es un reto. Es bastante complicado y estresado hacer Mongolia pero es la única manera de hacer las cosas en una industria como la del papel. Obviamente cobramos mucho menos que cuando trabajábamos para otros medios, pero somos mucho más felices. El 80% de nuestro tiempo se lo dedicamos a Mongolia porque es lo que nos ilusiona, nos divierte y no nos molesta el esfuerzo.

¿Cuántas personas hacen Mongolia?

E.G: Somos cuatro sin oficinas físicas, cada uno en su casa. Nos reunimos en bares para hacer la revista. Ahora Mongolia ha trasladado su sede social a Cataluña, somos de las pocas empresas que hemos hecho el viaje contrario a pesar de que se nos tache de catalanófobos. Nosotros es que nos cagamos en las banderas, en la gente que cree que va a haber un país independiente que va a arreglar todos los problemas. Pero también nos cagamos en los de enfrente. Es un horror vivir esta situación.

D.A: Somos Pere Rusiñol (que lleva Reality News, la parte seria de la revista), Rapa Carballo (director de arte), Edu Galán y yo.

La tradición de la prensa satírica en España se remonta al siglo XVIII, desde El Duende Crítico de Madrid, pasando por Gil Blas en el XIX a La Codorniz, Hermano Lobo o Por Favor en el XX hasta llegar a El Jueves (que nace en los 70 pero llega hasta nuestros días), por nombrar solo algunas. Mongolia se une con una novedad: nace de lleno en la época de internet: ¿Desde el principio concibieron el proyecto con esa presencia tan palpable en redes sociales?El Duende Crítico de MadridGil BlasLa CodornizHermano LoboPor FavorEl JuevesMongolia

E.G: En principio no. Yo soy el encargado de toda la parte online y nunca creímos que fuéramos a tener esta presencia en redes sociales: en Facebook podemos tener un alcance a la semana de tres millones de personas. Esta presencia tan palpable, y trabajada, funciona porque la sátira juega muy bien en ese contexto, es decir, mediante extremos trata de ejemplificar determinadas cosas o simplemente trata de ser grosero u ofender. Por eso la sátira se adapta muy bien al formato de redes sociales, pero nunca creímos que íbamos a tener esta presencia tan importante con tantísimos seguidores, creciendo sin parar cada día. El problema de las redes sociales es que es muy difícil monetizarlas.

D.A: Las redes sociales también fueron cambiando la forma en la que hacemos la revista: fotomontajes o chistes fragmentados en una página. Una cosa buena es que la gran parte de los usuarios de Twitter tiene gran capacidad para generar humor sobre la actualidad y eso es una competencia muy grande para nosotros y nos gusta estar porque nos mantiene muy al día.

En el crowdfunding para costear el juicio por la demanda de Ortega Cano se ve que tienen apoyo, pero también se observa la cantidad de trolls y haters que comentan en vuestro Twitter y Facebook: ¿Cómo gestionan esa exposición?crowdfundingtrollshaters

E.G: Muy bien: los mando a que se vayan a tomar por el culo. ¿Qué les puedes decir? ¡Iros a la puta mierda, siento mucho que no tengáis mejor trabajo que estar tocándonos a nosotros los huevos!. Aunque sabemos que esto forma parte del oficio. Lo que no se puede es ir provocando, metiendo el dedo en el ojo a gente que no piensa, y luego no pensar que no van a reaccionar cuando tengas un problema; como ahora, que nos dicen “¡pues ahora a pedir apoyo a vuestra puta madre!”. Pues claro, qué van a decir sino. No te vas a ir Bélgica ni a echarte a llorar: te cagas en su puta madre y ya está, y tan felices. A nosotros nos ha cogido de mayores, nos dedicamos a esto y va en el sueldo. También es cierto que mola bloquear, porque es como apagar las burbujas en el papel de burbuja. Ellos se creen muy importantes, tanto como la burbuja del papel de burbuja. A mí me llegó uno a mi cuenta personal después de bloquearle desde la de Mongolia diciendo: “¿Cómo es posible?”; y me dije: “de esta también, ¡a tomar por culo!”. ¡Y se ofende! Como si estuviera atentando contra su libertad de expresión. Y no, es Twitter, no es una democracia, es de una multinacional americana que tiene unas reglas establecidas donde no existe la libertad de expresión. Así que, que se vayan a llorar a su puta casa. Además mola cantidad, porque se sienten muy ofendidos cuando se les bloquea.

D.A: Siempre son más los trolls los que se expresan que los que te apoyan, y nos cae de todo. Desde amenazas a insultos. Yo en mi caso no me los leo, los ignoro completamente. Por un tema de salud. Mientras la crítica no suponga un peligro real no pasa nada. Una revista satírica que se toma todo a broma no puede tomarse en serio a los trolls y, en el caso de tomárselos en serio, hay que insultarles igual que hacen ellos.

¿Falta prensa satírica en España?

E.G: Sí, siempre estamos faltos de prensa satírica. Pero entiendo que haya poca por lo difícil que es ser una revista independiente incómoda. Nadie te quiere. Gran parte de los medios, no los independientes, tienen revistas que viven exclusivamente de publirreportajes. Nosotros no somos eso y nos ciscamos en todo dios, hasta en nuestros lectores. También recibes insultos de todos lados. En resumen, que para crear una pyme, que casi no llegues a fin de mes, pues es mejor montar un bar o una mercería, que no da ninguno de los problemas que acabo de decir. Entiendo que no compensa.

D.A: Rapa Carballo decía, cuando empezamos la revista, que la salud de una democracia se mide por la cantidad de revistas de humor que hay en los quioscos. En algún momento en España hubo muchas pero la decadencia de la industria del papel ha hecho que quedemos muy pocas. También en este país los poderes fácticos son bastante morales y son poco liberales: en EE.UU no vas preso ni por quemar una bandera. Aquí aún hay una moral bastante nacional-católica que cohartan a muchos medios a la hora de poner sátiras más salvajes en sus páginas o en sus canales. Pero sí se puede sobrevivir y hay varios que los demuestran, además de El Jueves y Mongolia: tenemos El Mundo Today, en El País Vasco está El Tmeo o La Gallina Vasca, también Orgullo y Satisfacción, que ahora cierra pero ha sido maravilloso tenerlo estos años. Además, no dejan de aparecer autores jóvenes de humor que son buenísimos como Flavita Banana o Quan Zhou Wu, que sacó ahora Andaluchinas por el mundo, que es muy gracioso. Todo el tiempo está saliendo humor aunque no sea en formato revista. Incluso en España existe algo que no se da en otros lugares: se hace sátira en la fiesta popular, el carnaval de Canarias con las murgas, las chirigotas de Cádiz o las Fallas de Valencia. Pero tampoco creo que todo el mundo tenga que hacer sátiras: si la sociedad se politiza y perdemos el humor de los chanantes, monólogos costumbristas como los de Comedy Central, pues estamos perdiendo humor.

Hasta desde Canarias les preguntamos sobre Cataluña: Puigdemont en Bruselas, el 155, banderas... ¿Qué opinan del asunto?

D.A: A mí todo este asunto me da bastante pena porque es como una tragedia anunciada, desde lo que pasó con el Estatut. Hay algo que está claro y es que una parte importante de los catalanes no se sienten españoles y no creo que se arregle negando un diálogo o aplicando la Constitución. Ahora puede terminar con elecciones pero el problema seguirá ahí. Yo no sé lo que hay que hacer porque no soy político, el 155 puede solucionar el problema ahora pero en el fondo, emocionalmente, estás echando a los independentistas aún más de España. Y otro problema es que la política no debería ser emocional. Los políticos de Junts Pel Sí jugaron con el sentimiento y las ilusiones de un montón de gente sabiendo perfectamente que era un imposible. Al final termina de forma dramática: Puigdemont pedía al pueblo resistir pacíficamente, pero vota en secreto y se marcha a Bruselas para que no le condenen. La gente que ha salido a las calles termina siendo carne de cañón mientras que los responsables políticos tienen más herramientas para zafarse del tema. En definitiva, esto puede terminar siendo muy desilusionante para mucha gente, la fractura se ha ahondado más y a nivel social me parece también terrible, con todo el mundo sacando banderas, de un lado y de otro.

E.G: Entiendo todas las posiciones. Lo primero que hay que destacar es la tremenda incapacidad del Gobierno español, casi proporcional a la incapacidad de nuestro presidente, que es un inútil absoluto. Y luego la tremenda incapacidad del Govern para reconducir la situación. El resultado, y es la gran pena que me produce todo esto, es romper en dos la sociedad catalana, una responsabilidad imperdonable que se debe a los dos Ejecutivos de derechas, de toda la vida y que no han sabido reconducir la situación por una vía política. Y estos viendo a personas aparentemente inteligentes conducidas por trapos. A mí esto me produce mucha pena.

¿Hay espacio para el humor en esta situación?

D.A: Yo creo que es importantísimo el humor en este conflicto. Mientras más doloroso sea algo socialmente, sobre todo cuando son más emocionales, el humor es el antídoto perfecto. Se han incentivado tanto las emociones que corremos el riesgo del fanatismo y el humor es el mecanismo frente a eso, es como el Pepito Grillo que siempre te está metiendo el dedo donde más duele. Va con nuestro sueldo de satírico que se nos enfaden todos, hay que enojar a todo el mundo y ya tendrán cosas más importantes que hacer que acordarse de un chiste.

E.G: Sí claro. Se puede hacer humor y se puede hacer sátira, diciendo que por favor se lea más y no sean imbéciles, que el mayor problema son las clases sociales, no que se haya nacido en un sitio u otro. Nadie es mejor que otro por nacer en un sitio diferente, pero sí tienes más oportunidades si naces en un palacio que debajo de un puente. Es equivocado perdernos en luchas identitarias, especialmente la izquierda. Siempre hemos sido internacionalista y racionalistas y estamos ahora diciendo “me siento catalán”. Desde ese sentimiento no se puede formar ningún argumento racional que se pueda rebatir: el sentimiento no se puede rebatir y es muy poco respetable.

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