La portada de mañana
Acceder
La izquierda busca reconstruirse ante el nuevo ciclo político
El PP de Ayuso bloquea la investigación de los negocios de su pareja
Opinión - 'Un español cuenta algo muy sorprendente', por Isaac Rosa

Natascha Kampusch: “El secuestro me hizo reflexionar y vi que el mundo no era tan maravilloso”

MADRID, 16 (EUROPA PRESS)

“El secuestro me hizo reflexionar, me costó digerirlo y cuando lo interioricé vi que el mundo no era tan maravilloso como imaginaba y que también hay cosas muy malas ahí fuera”, declara la joven austriaca Natascha Kampusch, con motivo de la publicación del libro '3.096 días' (Aguilar), donde habla por primera vez de su cautiverio.

El 23 de agosto de 2006, los medios de comunicación hicieron pública la liberación de una joven de 18 años, quien había permanecido secuestrada por un hombre, Wolfgang Priklopil, desde 1998 hasta que por fin consiguió escapar de su raptor. El torturador se suicidó y ella comenzó una vida que se había detenido cuando apenas contaba con diez años.

Natascha Kampusch (Viena, 1988) es presumida, tímida y fija la mirada en sus manos cuando habla. Después de la sesión de fotos y justo antes del encuentro con unos pocos medios de comunicación se asoma a la ventana del Círculo de Bellas Artes y observa unos instantes las calles de Madrid.

Habitualmente, la joven no mantiene contacto con la prensa --“es excepcional”-- y afirma que nunca busca los focos porque se considera una persona “muy celosa” de su intimidad. Ahora, afirma que escribir este libro y recordar lo ocurrido durante esos años fue un proceso “doloroso”. “Mi autora y yo necesitábamos pausas para digerir todo aquello, a veces estábamos con los nervios desechos”, relata.

El libro detalla el espacio “agobiante” de su prisión: 2,70 metros de largo, 1,80 de ancho y 2,40 de alto. Además, describe de forma recurrente los golpes constantes a los que era sometida. Estas páginas han sido, según señala, una “terapia” en la que había pensado cuando estaba encerrada. Sin embargo, indica que no encontró la fuerza, porque pensaba que “el hecho de vivir aquello ya era suficientemente duro”.

Después de la liberación, cuenta que varias editoriales le ofrecieron publicar su historia, pero prefirió hacerlo unos años más tarde y no dar “detalles escabrosos”. “Necesitaba una distancia que me permitiera estar por encima de los acontecimientos, pero tenerlos frescos en la mente para no olvidarlos”, señala.

Natascha Kampusch siempre ha negado que haya sufrido síndrome de Estocolmo y ahora precisa que, en ese caso, “no defendería ni protegería al autor de los hechos”. “Intento analizar la situación y reproducir los hechos, pero no intento negar que se trata de un delito grave”, recalca y añade que su imagen del secuestrador ha cambiado. “Al igual que ocurre cuando alguien muere: todo palidece un poco y se ven las cosas con otra perspectiva”, indica la joven.

“MANTENERSE FIRME CUANDO TE GOLPEA”

En el libro, Kampusch habla también del momento en el que pudo oler de nuevo la resina de un árbol, cómo le reconfortaba el calor de los rayos del sol o el día en el que su raptor le permitió ver la nieve de las montañas. Ahora, afirma que también se alegra cuando está ante momentos “estéticamente bellos”. “Me gusta mucho el cielo, las nubes y el agua en particular. La adoro”, indica.

Cuando la joven habla de su infancia y del momento en el que apareció en la vida de su familia, señala: “Tuve que ganarme mi puesto en un mundo donde los papeles ya estaban repartidos”. Asimismo, esta seguridad y fortaleza aparece de nuevo en el relato del secuestro, cuando afirma que hablaba con su “segundo yo”, una personalidad que le recordaba que debía “mantenerse firme cuando dice que eres demasiado tonta para todo y cuando te golpea”.

En este sentido, Kampusch afirma que siempre ha tenido la necesidad de “no someterse y no nadar con la corriente”, un impulso que la lleva, según declara, a enfrentarse a “todo lo que se ponga en el camino” para realizarse y realizar sus cosas. Para ella, es su forma del “proteger” su yo contra las “influencias de fuera”. “Tengo tantas visiones de cómo quiero vivir mi vida que no hay lugar para las ideas que quieren imponerme otros”, indica.

En '3.096 días', Natascha Kampusch cuenta que de pequeña soñaba con ser actriz. Ahora, sin embargo, afirma que quizás esa no es la profesión que busca, porque “requiere contacto con la gente y mucho trabajo con las emociones”. Además, añade que después la gente lo ve, y ella es “muy celosa” con su intimidad.

Uno de los planes previstos era llevar a la gran pantalla la historia de su cautiverio, pero tras el fallecimiento del productor con quien había contado para ello ha decidido cancelar el proyecto. “No confío fácilmente en los demás”, declara la joven.

Según explica, ha sido “difícil” reconstruir su vida y actualmente necesita tratamiento psicológico para digerir muchas situaciones de su vida diaria, como miedos y prevenciones. “Necesito terapia porque hay reacciones del prójimo que a veces no entiendo”, señala.

Kampusch, que mañana cumple 23 años, habla de sus planes, entre los que destaca un posible proyecto caritativo en Sri Lanka, con el que pretende financiar un centro de salud para niños y lactantes, así como estudiar “cuando la promoción del libro lo permita”.

Etiquetas
stats