Negro atardecer

Acabar con los pies encallados de caminar sobre el picón y las uñas tintadas de negro tras recorrer la orilla de la playa del Janubio, en Lanzarote. La propuesta no parece muy distinta a la de pasar la tarde en cualquier otra playa de arena volcánica de cualquier otra isla. Pero en este rincón aguarda una sorpresa, del mismo color rojo que encierra la tierra de Timanfaya. Y parece especialmente indicada para aliviar la pesadez de los atardeceres tempranos tras el cambio de hora.

La playa del Janubio, en el municipio de Yaiza, se asienta sobre la lengua de tierra que separa el mar de las salinas que dan nombre al lugar, las más grandes de la isla. Hasta que se pone el sol, permite disfrutar de largos metros de arena negra bañada por el mar ligeramente picado, donde es habitual que uno dude si meterse o no en el agua; el lugar perfecto para disfrutar bajo el sol sin aprietos de noviembre.

A solo un paseo en coche desde allí se encuentran Los Hervideros, un pequeño acantilado cuyas grutas explora el agua los días de rompiente. Cuando el oleaje es fuerte, la espuma parece surgir de cada rincón del macizo. Es la opción para darse un salpicón tras recorrer en coche la carretera que cruza el Parque Nacional, camino de la playa. Al rondar las 18.30, cuando el sol busca enconderse, el único punto posible para quedarse es junto a las salinas, para esperar esos minutos en los que la tierra se convierte en un espejo y puede contemplarse el cielo mirando hacia abajo, en una explosión de rojo enmarcado en negro.

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