'Un bobo hace ciento'... y más en carnaval

MADRID, 16 (EUROPA PRESS)

La Compañía Nacional de Teatro Clásico vestirá Madrid de carnaval a partir del sábado con una versión de 'Un bobo hace ciento' (Antonio de Solís), una aproximación dionisíaca a la capital en donde se mezclarán la transgresión, el gozo, la burla, la algarabía y la extravagancia.

La obra, que anticipa la comedia de figurón y se desarrolla durante el reinado de Felipe IV (1605-1665), presenta a unos personajes graciosamente bobos, contaminados por la tontería de Don Cosme, que, junto a su hermana, llega a Madrid para comerse la Corte de un bocado.

“Estamos ante un texto complejo, con un olor de locura española, de carnaval. Hace mucho que el teatro español está fuera del carnaval. Hace falta que follemos. Si vemos siempre la vida de color gris, con la puñetera crisis o este día acuoso, no haríamos esta obra”, asegura el director de la nueva versión, Juan Carlos Pérez de la Fuente.

La pieza, que permanecerá en el Teatro Pavón hasta el próximo 4 de abril, nació, asimismo, como homenaje a la ciudad de Madrid, en un tiempo en que el Imperio Español comenzaba a desmoronarse. Se trata, pues, de una obra cómica con un poso dramático muy arraigado, una visión crepuscular del poderío nacional que se identifica, en cierto modo, con la crisis actual.

EL FINAL DE UN IMPERIO

“Si hay una obra que represente el final del Imperio es esta. El final hacia el abismo, hacia la locura, al reír por no llorar. Tiene una estructura absolutamente caótica, como el Madrid de entonces. Madrid se presenta como la corte de los milagros, donde puede ocurrir de todo. Es el gran final de partida. Y ese final llega hasta hoy; seguimos cayendo por la pendiente”, dice.

Así, la compañía recuperará la esencia del 'teatro total', a través de la danza, la música y la interpretación, alternando las seguidillas y los pasodobles, con una maqueta de Madrid de fondo, saltando entre las calles y los edificios de la capital en una loca huida hacia delante.

“Aquí todo puede suceder, el mayor de los milagros y la peor de las miserias. Huba una gran movida al final del siglo de Oro. Yo creo que nuestros ochenta se quedaron cortos”, concluye el director, quien apuesta por el caos y la provocación como salvaguarda de nuestra escena.

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