La ''dignidad del ser humano'', en 'Casa de muñecas'

El Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria acogerá desde este viernes y hasta el próximo domingo la obra cumbre del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, Casa de muñecas, donde, a través de sus protagonistas, se abordará “la dignidad del ser humano”.

“Ésta no es una obra feminista”, incidió la directora de escena Amelia Ochandiano, en la presentación de la obra, acompañada por Los actores Silvia Marsó y Roberto Álvarez y el director artístico de Teatros del Cabildo, Gonzalo Ubani, que incidió en que se trata de “una de las grandes obras clásicas del teatro occidental”.

Casa de muñecas se estrenó el 21 de diciembre de 1879 en el Det Kongelige Teater de Copenhague. Fue escrita dos años después de 'Las columnas de la sociedad' y fue la primera obra dramática de Ibsen que causó sensación.

En la actualidad es quizá su obra más famosa y “continúa vigente”, según coincidieron los presentes. Cuando Casa de muñecas se publicó generó gran controversia, ya que critica fuertemente las normas matrimoniales del siglo XIX. Aunque Ibsen negó que su obra fuera feminista, es considerada por muchos críticos como la primera verdadera obra teatral feminista.

Por su parte, Amelia Ochandiano admitió que se le “escapa la mano” hacia obras con protagonistas femeninas, aunque subrayó que Ibsen “siempre trabaja porque sus personajes busquen su lugar en el mundo, su verdadero ser y la búsqueda de la dignidad del ser humano”.

El matrimonio

“En este caso el personaje es una mujer que busca su dignidad como ser humano. En su momento fue muy polémica y revolucionaria”, añadió la directora, que recordó que Ibsen escribió la historia basándose en un hecho real aunque cambió el final y escribió uno “más esperanzador y liberador”.

Por su parte, Silvia Marsó, que interpreta a Nora (la esposa) incidió en que es “uno de los grandes personajes para una actriz a lo largo de la historia del teatro” y reconoció que su interpretación “ha sido un reto”.

Roberto Álvarez, que actúa como Helmer, el marido, recordó que “en aquella época el hecho de que una mujer quisiera separarse de su marido era un agravio a la institución matrimonial, el marido la tomó por loca y la ingresó en un manicomio”. “No es el caso de esta obra donde no sucede eso, pero está basada en una historia real”, subrayó.

En su opinión, “Ibsen quiso hablar de la liberación del ser humano y puso a una mujer como estandarte y eso se convirtió en un icono feminista”. En todo caso, se preguntó si en la actualidad Ibsen “podría elegir a un hombre y ponerle en la misma situación”.

“Pequeño cachete”

“Por ejemplo, hay un hombre separado y su mujer va al juez, incitada por los abogados, para que diga que le ha pegado un pequeño cachete y entonces la separación se convierte en su contra. Esto le pasa a muchos hombres. Se ha dado la vuelta a la historia y hay hombres oprimidos y hay que luchar por ellos”, añadió Álvarez durante la comparecencia.

No obstante, matizó, a continuación sus palabras y aludió a que “la mujer sigue estando oprimida, pero no tanto como en aquella época”. “En aquella época la mujer estaba supeditada al mandato del hombre y ahora la situación es que, aún pareciéndose en muchas cosas porque todavía existe el maltrato a las mujeres, las grandes realidades ideológicas están más diluidas”, argumentó.

La directora salió al paso de sus declaraciones al instante y advirtió de que no le parecía “ajustado el ejemplo del pequeño cachete”. Tras confesarse feminista, incidió en que 'Casa de muñecas' “no es una obra feminista, sino que habla de la dignidad del ser humano y que en el caso de ser mujer se agrava en 1879 y ahora”.

Por su parte, Silvia Marsó apuntó que una serie de avatares producen en Nora “una reflexión sobre su situación en la sociedad, en su vida, en su entorno y qué capacidad tiene ante los demás de decidir y opinar”. Eso provoca “una explosión interna y, de pronto, se da cuenta de quién es, lo que ha sido y sabe que no puede seguir igual”, apostilló Ochandiano, que ha dejado en su versión “un final abierto” en el que los dos principales personajes empiezan un camino de reflexión “sin reproches ni rencores”.

La actriz remarcó que la función habla del “respeto hacia uno mismo y su forma de ver la vida a través de una mujer que cuestiona a su marido, la sociedad en la que vive y a sí misma” y cuando se da cuenta se enfrenta a todo ello.

La obra ha logrado un 95% de ocupación en los teatros a nivel nacional y se prevé un lleno absoluto en el Teatro Cuyás en la capital grancanaria, concluyó el director artístico de Teatros del Cabildo, Gonzalo Ubani.

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