La insólita entrada del sol a la Cueva de Cuatro Puertas marca la llegada del verano

Llegada del verano al yacimiento de Cuatro Puertas (Alejandro Ramos)

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

La insólita entrada del último rayo de sol del día en forma de flecha a la Cueva de Cuatro Puertas de Gran Canaria, y su recorrido hasta tocar con asombrosa precisión la cazoleta del fondo para mágicamente diluirse hasta desaparecer, marcó este martes el solsticio de verano en el Hemisferio Norte.

Gran Canaria ofrece una oportunidad única de recibir a las estaciones desde los espacios arqueológicos que usaban los aborígenes, espacios en los que habían creado marcadores solares y lunares para regir sus vidas y que desde entonces señalan los cambios de estación, lo que se suma a la privilegiada posición de la Isla en el paralelo 28, uno de los lugares del Atlántico mejor posicionados por su bóveda celeste.

Así lo afirmó este martes José González, antropólogo del Cabildo de Gran Canaria, que deleitó con sus explicaciones al público que no quiso perderse la visita guiada organizada por la Consejería de Cultura en el marco del programa Yacimientos estrellas, que cada vez despiertan más interés, lo que se debe también a la recuperada necesidad del ser humano de reconectar con la naturaleza.

Y es que yacimientos como el espectacular conjunto de Cuatro Puertas, situado en una privilegiada atalaya desde la que se domina una panorámica circular, es un “link, un enlace entre el espacio terrestre y celeste, entre el suelo y el cielo”, aseguró a un entregado público de todas las edades y con un sinfín de preguntas mientras contemplaba como el rayo solsticial convertido en fogosa linterna, cuando llegó a su destino, no disminuyó de tamaño hasta convertirse en un punto como todos esperaban, sino que sorpresivamente se diluyó en dos parpadeos.

Por si fuera poco, en esta la noche más corta del año, se ha dado un fenómeno que no sucedía desde hacía 70 años, y fue el encuentro de la luna llena con el solsticio de verano. Tras la entrada astronómica del verano, la noche comienza a ganarle tiempo al día hasta llegar al equinoccio de otoño, cuando día y noche durarán lo mismo, 12 horas, y en un nuevo cambio de eje de la tierra, comenzar el cambio de dominio entre la luz y la penumbra.

Y como así ha sido durante miles de años, y los aborígenes necesitaban controlar estos cambios para organizar sus vidas, sus plantaciones, cosechas y parte de sus divinidades, hicieron lo único que podían hacer: observar los astros para marcar en piedra sus particulares calendarios, ello en lugares cuyos usos mágicos aún hoy día son un misterio.

Es el caso del almogarén o lugar de culto que se encuentra en la corona de esta extraordinaria atalaya, donde se observan una herradura labrada en la piedra, cazoletas y hendiduras redondas y rectangulares, y hasta lo que parece una conducción para líquidos, bien fuera leche o miel, todo ello pendiente de que algún día la ciencia lo pueda revelar con certeza.

La Cueva de Cuatro Puertas mira al norte y no entra el sol en todo el año,  salvo cuando se aproxima el solsticio de verano, momento en el que entra cejado desde el este cuando se tumba para ponerse, un fenómeno que al amanecer se produce desde el este y, aunque este 21 de junio fue el momento culmen, aún se puede disfrutar de este acontecimiento hasta la noche de San Juan.

Gran Canaria es una mina de marcadores astronómicos, tanto es así si alguien quiere hacer una espectacular foto del sol poniéndose justo por el Pico del Teide en el solsticio de verano, “no hace falta coger Google Map”.

El lugar ya lo determinaron los aborígenes y se encuentra en los Llanos de Gamona, según reveló el arqueoastrónomo José Carlos Gil, que con sus explicaciones alimentó las ansias de saber más de casi un centenar de personas que a buen seguro contribuirán a perpetuar la tradición de recibir las estaciones desde los sagrados lugares de los aborígenes y ser partícipes de su cosmovisión.

Expertos en urbanizaciones verticales

En cuanto a las cuevas que dan al sur, a las que se llega rodeando la atalaya, son igualmente espectaculares y permiten observar uno de los triángulos púbicos con vulva femenina que está asombrando a la arqueología internacional, pues Gran Canaria es el lugar del mundo con mayor concentración de esta manifestación rupestre relacionada con la fertilidad y la sociedad matriarcal de los aborígenes.

De hecho, una de las hipótesis es que esta parte, toda una pared repleta de cuevas, indica que constituían una especie de convento de preparación de las mujeres para la procreación.

Los aborígenes grancanarios dominaban la arquitectura troglodita, conocían las técnicas de vaciar y apuntalar para dar estabilidad, y crearon auténticas urbanizaciones verticales, con sus caminos y sus trazados, lo que se puede observar en Cuatro Puertas, pero también en las más de cien cuevas de Bentayga, próxima cita con la arqueoastronomía en el equinoccio de otoño.

Mira las fotos de la llegada del verano a Cuatro Puertas en esta fotogalería.

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