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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

España arrolla a Alemania y peleará por las medallas en el Eurobasket

España es mejor que hace un año, ha crecido, ha hecho el más difícil todavía, lo que parecía imposible, ser aún más equipo, elevar la calidad de su baloncesto, seguir ganando con el máximo respeto hacia el rival y llegar al extremo de disputar los cuartos de final de un Europeo frente a Alemania con la alegría de una cuadrilla de colegiales enamorados del juego para acceder a la antesala de las medallas continentales en un mar de sonrisas.

Los campeones del mundo regalaron otra noche de felicidad a los millones de ojos que les siguen. Pasaron por encima de Alemania y sacaron billete para el penúltimo escalón del campeonato. Lo lograron a partir de una salida plena de concentración y cuarenta minutos de divertimento sensato, de profesionalismo racional.

Las lagunas mentales sufridas en la salida de los choques contra Israel y contra Letonia les habían puesto sobre aviso y el recibimiento dispensado a los germanos pagó las cuentas pendientes de ambos deslices con una propina sumamente generosa.

España pisó el acelerador a fondo desde el salto inicial. Ni siquiera acusó el parón de quince minutos provocado por el mal funcionamiento de los contadores de veinticuatro segundos -el locutor del pabellón anunció los últimos ocho segundos de cada posesión por megafonía hasta el final del choque-. España sabe demasiado bien que los cuartos de final son la clave de todos los campeonatos internacionales.

En la década de los noventa saboreó el regusto amargo de la derrota en la primera eliminatoria de torneos importantes (Europeos de Atenas'95 y Francia'97, Mundial de Atenas'98..). Hace ya unos cuantos años que la experiencia y la calidad han acabado con esa maldición, que jugando en casa y con el oro mundial en el pecho habría sido demasiado dolorosa.

Ese no podía ser el error de la selección de Pepu Hernández. La selección nacional salió a por el pasaporte hacia las semifinales sin reserva alguna. Desplegó su estilo, creyó en lo que hace y en el equipo que es y abrió un hueco muy interesante (18-11) que Johannes Herber, el verdugo de Italia en la liga de octavos, suavizó con un triple en el epílogo del primer cuarto (18-14).

Acierto teutón

Las percepciones que despertaba España irradiaban optimismo pese al acierto del escolta teutón. Juan Carlos Navarro aumentó las vibraciones felices con dos triples de mayor valor psicológico que numérico porque replicaban a dos acciones seguidas del ala-pívot de los Dallas Mavericks Dirk Nowitzki ante el aro español con aspecto tremendamente amenazador.

Nowitzki encuentra un pozo de motivación frente al equipo de Pepu. Había que evitar que cogiera la onda porque detrás de él va el resto del combinado germano. Ademola Okulaja secundó al jugador de los Mavericks (26-24) y el ejemplo de Navarro cundió en José Manuel Calderón.

El base de los Toronto Raptors convirtió dos cestas de base puro, Carlos Jiménez metió un tiro libre y ese 5-0 recordó a los alemanes que jugaban contra los campeones del mundo, que volvieron a disfrutar de las excelencias del jugador extremeño en los dos ataques que cerraron el primer tiempo para relegar a los hombres de Dirk Bauermann hasta un 40-27.

España destilaba química de equipo. Activa en defensa, fresca en ataque y con el ambiente volcado a su favor. Alemania ya había obrado el milagro la noche anterior frente a Italia. Dos milagros en 48 horas se antojaban excesivos.

Para que nadie creyera en la inspiración del olimpo intervino de nuevo la mano de seda de Calderón. El base embocó otro balón desde el arco de 6,25 y tres tiros libres de una falta al borde de la línea de valor añadido (48-32) a los que Rudy Fernández adornó en un precioso alley-hoop culminado por Pau Gasol (50-32). España cabalgaba desbocada rumbo a las semifinales.

Parón germano

Alemania, por puro sentido común, detuvo el choque mediado el tercer tramo. Sabía que si los anfitriones continuaban al ese ritmo unos cuantos ataques más ya no tendría nada que hacer. Y nada pudo hacer porque llegó la racha de Rudy Fernández. El alero del Joventut materializó siete puntos en dos minutos, los últimos en un contraataque precioso, y el combinado germano asumió lo inevitable (59-36, min. 28).

La España de los amistosos, la que había ganado los encuentros de Valencia y Palma de Mallorca a medio gas, daba miedo. El tercer tramo de los golden boys arrinconó a los subcampeones de Belgrado 2005. Hasta Pepu se permitía el lujo de aplaudir la borrachera de baloncesto de sus pupilos desde la banda.

El baloncesto total de los Lakers, de la ex Yugoslavia, del Cibona de Drazen Petrovic, del Dream Team de Barcelona'92, de todos los equipos que han escrito las mejores páginas de este deporte brotó de esta fantástica generación de talentos que Pepu maneja con la sencillez y la pasión de un técnico de base, con la ascendencia de un profesor, la autoridad de un padre amoroso y la responsabilidad de un educador comprometido.

El periodo de cierre careció de incertidumbre (71-43, min. 32), que no de diversión. La selección juega para disfrutar, para vivir un deporte precioso sin ataduras, para ser algo más que deportistas de elite. La selección es una familia de exquisitos baloncestistas que entienden la competición como la mejor manera de entregar el corazón a los compañeros, de hacer de las victorias algo más que una combinación de números y de mostrar un respeto reverencial por el rival aunque el marcador invite a la fiesta (78-43, min. 34).

Ficha técnica

España (83)Alemania (55)

España (18+22+26+17)

Alemania (14+13+16+12)

Árbitros

Incidencias

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