Rugidos en el Centro Insular

Centro Insular de Deportes. Minuto 26. Intenso y bonito duelo entre un Gran Canaria 2014 entregado y un Regal FC Barcelona empequeñecido. Josh Fisher penetra en la zona blaugrana y asiste a James Augustine que, colosal, anota. El marcador señaliza, en ese momento, nueve puntos de ventaja para el equipo claretiano (48-39). De inmediato, Xavi Pascual -entrenador del conjunto catalán- se lleva las manos a la cabeza y solicita tiempo muerto. Su gesto refleja impotencia y mucho más: debilidad, insuficiencia y agotamiento entre el rugir de un pabellón que agiganta la fábula del Granca.

Ese instante, de éxtasis amarilla, marcó el punto de comba de una mañana que arrancó, por la zona noble, enrarecida ante la idea, como apuntó CANARIAS AHORA el 13 de octubre, del Cabildo (propietario de la Sociedad Anónima Deportiva) de relevar a Lisandro Hernández y sus directivos al frente del CB Gran Canaria y que se cerró con la feliz canasta de Marcus Norris, que permitió al Gran Canaria apuntar en su casillero la primera victoria del curso ante un Barça que apuntaba a invencible.

A diferencia de lo ocurrido la semana pasada, con motivo de la visita del DKV Joventut al Centro Insular, Milagros Luis Brito (consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias) gozó este domingo de más compañía en el palco del pabellón situado en la Avenida Marítima. Y es que la diplomacia, ausente tras cierta agitación generada por la Supercopa (motivo último de los desencuentros entre las partes), volvió a reunir, en la misma fila de asientos, a Luis Ibarra (consejero de Hacienda del Cabildo), a Óscar Hernández (consejero de Deportes del Cabildo), a Lisandro Hernández y a Juan Carlos Cabrera (vicepresidente del CB Gran Canaria).

Destapados los planes del Cabildo (trabajo de prensa rosa o color salmón para un periodista de cámara metido a locutor), en los pasillos (donde tres personas me retiraron el saludo, pero ninguno me discutió la veracidad de la información publicada esta semana) se escenificó para el exterior cierta tranquilidad y unidad institucional, bajo la consigna interna de marcar otra hoja de ruta en el trabajo. Y es que, a menos de dos años para las elecciones locales, algunos ya sufren jamacucos de trastorno político y calculan todos sus pasos: donde antes había renovación (¿alguien ha mentado el nombre de Adrián Déniz?) ahora se recula e, incluso, se confía en la aplicación de otro método de gestión por un grupo que, durante 20 años, siempre ha estado a la espera del rescate veraniego de Papá Cabildo.

Superado el momento para las intrigas palaciegas, el balón entró en acción. Y, por lo menos, con la pelota y los jugadores en juego, llegó lo bueno. Un partido hermoso, disputado -a priori- entre diferencias abismales (casi 20 millones de euros de desigualdad en presupuestos), pero en el que Granca tiró orgullo para encoger, en ese mágico minuto 26, el resplandor de un Barça de apariencia imperial.

Aunque luego, tras ese instante de máxima felicidad amarilla, el Barça lució palmito, sacó rédito de cierta inmunidad arbitral y empleó parte del pelaje que luce su exquisita plantilla, al final claudicó. Decidió una acción de Norris (67-65), pero su canasta tras penetración fue la última aportación de una cuenta en la que sumaron la intendencia de Jim Moran, la incontinencia ofensiva de Jaycee Carroll, el mando en plaza de Taph Savané, la fiabilidad de Tomás Bellas, el centelleo de Will McDonald o la perseverancia de James Augustine.

Guiño de Pedro Martínez a Lisandro Hernández

Fue el triunfo, como explicó Pedro Martínez poco después del final del envite, de una idea sólida de equipo. Filosofía en la que el técnico catalán, en un digno y respetable guiño a sus superiores, incluyó a Lisandro Hernández y los directivos. “Esta semana, tras leer algunas informaciones, me ha dado la sensación de que se ha querido apartar a un grupo de personas que yo creo que es básico y que tiene mucho que ver con los éxitos de este club”, explicó el preparador barcelonés.

Mismo grupo, misma filosofía y mismas ideas que, en 2005 (semanas antes de que Pedro Martínez aceptara una oferta de Josean Querejeta para entrenar al Tau Cerámica), decidieron (sin la aprobación del propio entrenador catalán) retirar de su cuerpo técnico a Víctor García para que pasara a dirigir la cadena de filiales del CB Gran Canaria.

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