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Moya presume de sanear sus cuentas y bajar su IBI un 35%

Villa de Moya en un día de fiesta.

EFE

Las Palmas de Gran Canaria —

Tras someterse a severos planes de ajuste, reducir sus plantillas al máximo posible y posponer las inversiones en aquello que no fuera fundamental, los ayuntamientos españoles cerraron 2013 con 4.000 millones de superávit, una aportación vital para evitar que se disparase el déficit del Estado. Entre los que han pasado el corte de manera positiva se encuentra el Ayuntamiento de Moya, cuyo alcalde es Hipólito Suárez, del PP.

El municipio grancanario no solo ha logrado cuadrar las cuentas, sino que también ha conseguido liquidar todas sus deudas con los bancos. Además, el Ayuntamiento de la localidad, de 7.977 habitantes, se enorgullece de pagar a sus proveedores en 20 días y de haber bajado el IBI un 35%.

“La mayor lección de compromiso con el país”, se enorgullece el presidente de la Federación de Municipios y Provincias (FEMP), Íñigo de la Serna, convencido de que, sin el éxito del 90% de los municipios a la hora de cuadrar sus cuentas, España habría tenido que asumir nuevos ajustes, es decir, más sacrificio para los ciudadanos.

El Ayuntamiento que preside, el de Santander, es uno de los 7.300 que logró cerrar “en verde” 2013, tras pasar en dos años de un déficit de 4 millones a un superávit de 27.

Una senda que, de acuerdo con los datos recabados por Efe, siguieron las principales ciudades españolas, con Madrid (1.163 millones), Barcelona (284), Valencia (116), Sevilla (104) o Zaragoza (81) a la cabeza.

Estos datos, aunque positivos, no fueron tan llamativos como los de Romangordo (Cáceres), con 286 habitantes y un superávit de 1,8 millones, el 55% de sus ingresos, gracias a una sentencia por la que se beneficia del IBI de la central de Almaraz. La alcaldesa, Rosario García, quiere dedicarlo a construir una residencia para dependientes, lo que generaría 30 puestos de trabajo.

O como los de Sevilla la Nueva, en Madrid, con 8.500 habitantes y un 36% de superávit sobre sus ingresos, y Benalmádena (Málaga), 61.000 vecinos, que cerró el año con 33 millones de saldo positivo, el 32% de sus ingresos.

El concejal de Hacienda de este municipio, José Miguel Muriel, detalla que el cambio de tendencia en esta localidad se apoya en dos claves: recaudar con eficacia (sin subir los impuestos) y un control del gasto “brutal” en una localidad donde antes -denuncia- cualquier empleado podía emplear recursos públicos sin autorización.

El Ayuntamiento de Cuenca, gobernado por Juan Ávila, ha logrado cerrar en positivo por primera vez desde 1991. El alcalde explica a Efe que en dos años se ha pasado de un déficit de 20 millones de euros a un superávit de 228.000 y recalca que se ha hecho “sin despedir a nadie” de la plantilla municipal, pero con la mitad de liberados y asesores.

En su misma provincia, la alcaldesa de Vara de Rey, Anunciación Martínez, lleva dos años firmando cuentas con superávit y terminó el pasado con un remanente de tesorería de 320.000 euros sobre un presupuesto de 700.000.

“Los vecinos dicen que es una pena que no haya toros, pero acaban viendo que todo lo demás funciona y entonces lo aceptan”, explica la alcaldesa, en cuyo pueblo, de 622 habitantes, se arregla lo que se rompe, pero hay “inversión cero”.

En Torrelodones (Madrid), han sido los vecinos los encargados de sanear las cuentas. La filosofía del gobierno de Vecinos por Torrelodones pasa por evitar que los departamentos “se puliesen” lo que sobraba del presupuesto.

“Por ejemplo, cogen los de informática y dicen, ¿me queda dinero?, pues empiezan a comprar y lleno el almacén de tóner o de papel o lo que sea. Eso lo hemos evitado”, expone Luis Collado, el concejal encargado de gestionar los mas de dos millones de superávit de las cuentas municipales.

En Teruel, los concejales se han bajado el sueldo un 30% y se ha dado un tijeretazo del 10% al presupuesto de las fiestas y a la subvenciones al deporte de elite.

“Solo ha aumentado el gasto social”, proclama su alcalde, Manuel Blasco, satisfecho por lograr 800.000 euros de superávit tras tres años de ajustes.

El alcalde de Camargo (Cantabria), Diego Movellán, da la fórmula para sanear las cuentas sin recortar políticas sociales y, al tiempo, asumir gastos impropios, como el de las becas escolares. “Imaginación y austeridad”, resume.

El millón de euros de superávit se destinará a tesorería para “afrontar imprevistos”, mientras que en Molina de Segura (Murcia), se destinarán los 9,2 millones conseguidos a saldar la deuda municipal, relata su alcalde, Eduardo Contreras.

Varios años de superávit suma Peñas de San Pedro, un pueblo albaceteño de unos 1.300 habitantes, cuyo alcalde, Antonio Serrano, trata de atraer población con ideas como ofrecer seis meses de trabajo a personas vinculadas a la localidad que estén en paro y matriculen a sus hijos en el colegio del municipio.

En Peñas de San Pedro, la buena marcha de las cuentas tiene que ver con la gestión de la energía eólica, como en Ascó (Tarragona) ocurre con la nuclear, que le permitió cerrar 2013 con 3,8 millones de superávit, el 32% de sus ingresos.

Son algunos de los 7.300 ayuntamientos que cerraron “en verde” el ejercicio, gracias en parte a la ayuda del Gobierno central con el pago a proveedores, pero sobre todo, subraya Íñigo de la Serna, a “una lección de austeridad y de rigor en el gasto”

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