La suegra del acusado del talio: ''Mi hija le tenía miedo'''

Iván R.A., acusado del caso Talio.

EFE

Las Palmas de Gran Canaria —

La madre de la mujer supuestamente envenenada por su esposo enfermero en Gran Canaria lo ha tachado este viernes de “psicópata” y de ser “muy frío” y “carente de emociones”, y ha dicho que “tenía las cosas muy bien atadas” para acabar con su hija, al declarar en el juicio que se sigue contra él.

En una jornada con la que se cerraba la primera semana de la vista oral contra el presunto asesino Iván R.A., Rosa María G., la progenitora de su supuesta víctima, ha destacado que “nunca le gustó” el enjuiciado, al que ha llegado a aludir señalando que trató de “controlar mejor a su presa” aprovechando su condición de trabajador del hospital, donde la ingresaron y acabó por fallecer.

En esa línea, ha sostenido que el que fuera su yerno obstaculizó que los padres de la víctima, Laura A.G., residentes en su ciudad de origen, Granada, tuvieran conocimiento detallado de lo que le ocurría desde que fuera hospitalizada inicialmente, en mayo de 2010, al comienzo de una serie de episodios de problemas de salud que concluyeron con su muerte semanas después, el 11 de julio.

Ya que, conforme a su relato, Rosa María no tuvo conocimiento del primer ingreso de su hija en el Hospital Insular de Gran Canaria, debido a un cuadro clínico que la condujo a una parada cardiorrespiratoria de origen extraño, en opinión de diversos profesionales sanitarios que ya han declarado en la causa, hasta que ella llamó a Iván, debido a que Laura no le cogía el teléfono.

Entonces éste le comunicó que su hija se encontraba en la Unidad de Medicina Intensiva (UCI) del Insular, si bien, al preguntarle ella qué tenía Laura, le contestó “que no le pasaba nada”, ha declarado.

Rosa María decidió, no obstante, volar hasta la isla para acompañar a su hija, a quien, cuando la vio en el hospital por primera vez, la encontró “asustada” y le relató que le habían dicho que tenía “un cuadro típico de sobredosis”, pese a que ella no tomaba ninguna medicación porque antes de esos episodios no había padecido enfermedad de consideración alguna.

Destacando que sólo se decidió a contarle eso cuando su esposo las dejó a solas, porque, a su entender, “estaba esperando a que se fuese el acusado” para hablarle de ello.

Además, ha dicho que su entonces yerno “se interponía” entre ella, el padre de Laura y los médicos que la trataban cada vez que intentaban hablar con ellos a solas sobre lo que le ocurría, respecto a lo cual ha asegurado que uno de los facultativos le explicó que sus primeros problemas, derivados a una hipoglucemia o falta de azúcar en sangre severa, eran provocados por alguien.

“Me dijo: a su hija le ponen insulina por la noche”, ha relatado, añadiendo que tiempo después fue la propia Laura quien le contó que “parecía ser que sospechaban de Iván”, a quien “parece ser que le tenía miedo” la fallecida.

Su madre ha aludido también, para argumentar su tesis de que Laura fue asesinada por su marido, a hechos como que solía valerse de su condición de empleado del Insular para acceder al cuarto de medicamentos de la UMI, del que ha afirmado que cogía “todos los días” fármacos supuestamente destinados a causar daño a su hija, varios de los cuales le habría escondido en su bolso sin decírselo.

Y a que, cuando Laura fue dada de alta tras su primer ingreso en el hospital y volvió a su casa, “llegó como una rosa”, recuperada después de que en el centro sanitario le restringieran las visitas a su esposo, cuya proximidad determinó luego, según ella, que volviera a enfermar hasta acabar muriendo.

El testimonio de la madre de la fallecida, que el acusado ha seguido entre negaciones con la cabeza y gestos de pena, llevándose con frecuencia las manos a los ojos como para atajar lágrimas, se ha producido en un día en el que también han declarado, como ocurriera un día antes, varios enfermeros y médicos que atendieron a Laura.

Entre ellos estuvieron dos que, a diferencia de los comparecientes ayer, dijeron no haber visto nunca entrar al cuarto de medicamentos de la UMI a Iván: los enfermeros y compañeros de trabajo del acusado María Desiré y Aridani Méndez.

La primera ha declarado, además, a preguntas del abogado defensor del procesado, que éste hablaba “muy bien” de su esposa y ella también de él, mientras que el segundo, que estuvo junto a Laura cuando falleció porque estaba de guardia en la UMI, ha asegurado que “la reacción de Iván fue la de cualquier persona que pierde un familiar, un ser querido”.

El juicio contra él, que se sigue en la Audiencia Provincial de Las Palmas, se retomará la semana próxima, ya que está programado que dure hasta el 18 de febrero.

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