Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
Vivimos en un mundo cada vez más impersonal, frío e interesado. Esto no debería ser una novedad, pero da la sensación de que muchos se acaban de enterar de que en nuestra sociedad impera la ley de la jungla, tal y como dijera Lord Greystocke.
No obstante, entre la maraña de políticos corruptos, inversores sociópatas y empresas deshumanizadas, aparecen algunas personas empeñadas en demostrar que a este, nuestro mundo todavía le queda alguna esperanza.
Cierto es que son una pequeña isla desierta rodeada de tiburones hambrientos, pero sea como fuere mejor tener un pequeño santuario en la inmensidad del océano que estar a merced de los escualos de traje de marca, perdón del mundo animal.
Una de esas personas responde al nombre de Lisa Downs, productora, directora, fotógrafa, música y documentalista que, no contenta con llevar a cabo sus múltiples tareas profesionales, se ha empeñado en lograr reunir a buena parte del reparto de la película Flash Gordon (Mike Hodges, 1980) para celebrar su 35 aniversario y, de paso, apoyar una causa tan gratificante como lo es Medicinema.
Y digo gratificante, porque la mencionada fundación tiene como objetivo principal llevar el séptimo arte hasta los hospitales, proyectando las películas que están en cartelera hoy en día que, de otra manera, los pacientes no tienen opción de ver.
Un hecho como éste es doblemente importante, porque sitúa al cine como un evento social que siempre ha ayudado a relacionar a las personas e, incluso, a mejorar el estado anímico de las mismas. Puede que en un país como el nuestro, donde ir al cine se ha convertido en algo cuasi marciano, pero hasta hace poco menos de dos décadas, ir al cine formaba parte de la vida cotidiana en cualquier ciudad española.
Sin embargo, con la llegada de Internet y la majadería de la gente, el séptimo arte ha ido perdiendo espectadores, salvo en contadas ocasiones, muchas de las cuales solo sirven para vender entradas, no para crear afición.
Volviendo al tema que nos ocupa, y tal y como me comentó la propia Lisa Downs durante la conversación que mantuvimos, todo esto surgió tras decidir abordar un proyecto personal –que no de terceras personas- centrado en la vida del actor Sam J Jones, quien diera la réplica al personaje de Flash Gordon en la película anteriormente mencionada.
Al final la necesidad de hacer un trabajo sujeto a sus propios requerimientos, sumado al interés por darle difusión y fondos a Medicinema le ha costado a la realizadora dieciséis meses de intenso trabajo -en un área que, como me confesó, no es la suya, aunque haya trabajado en producción cinematográfica.
Fruto de todo ello es la sesión especial que el próximo sábado, veintiocho de noviembre, se celebrará en la sede del BAFTA (British Academy of Film and Television Arts) de la película Flash, a la que asistirán Sam J Jones, Melody Anderson, Brian Blessed, Ornella Muti, Peter Wyngarde y Howard Blake entre otros.
El evento, financiado por donaciones privadas (crowdfunding) ofrece la posibilidad no solo de ayudar a la fundación antes comentada, sino poder acudir a la fiesta que tendrá lugar después de dicha proyección junto con los actores invitados.
Esta circunstancia no suele ser habitual y, encima, quienes osen pagar la cantidad de £150 -unos 200€, o lo que es lo mismo una cena y media docena de copas para una pareja que salga en cualquier ciudad española- disfrutarán de un after-party que suele estar reservado a invitados VIP, que normalmente ni disfrutan de estas cosas, ni las valoran.
De todas maneras, para mí el hecho más importante es que alguien sin un bagaje previo en este tipo de eventos decida acometer un proyecto como éste, cuando lo mejor hubiera sido dedicarse a terminal el documental Life After Flash, proyecto ya comentado y no tener que cargar con la legión de problemas que supone organizar, algo que sé por propia experiencia.
Sea como fuere, y es algo que noté cuando hablaba con Lisa Downs, los retos son algo que nos ayuda a conocer nuestros propios límites. Desde luego, en este caso, queda meridianamente claro que es verdad.
Sin querer condicionarles para que apoyen la página, sí que les invito a que visiten la página en donde poder contribuir a esta iniciativa, sobre todo si les sigue gustando el cine en pantalla grande, no en un ordenador. Si son del segundo grupo, por favor, no pierdan el tiempo.
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
