Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
no celebra hoy su cuarenta aniversario, dado que, en nuestro país, la película se estrenó siete meses después de que lo hiciera en los Estados Unidos de América. En realidad, si uno lo piensa, una película como ésta tenía todas las “papeletas” para ser un fracaso, dada la poca o nula tradición que, para con el cine de género, había en nuestro país, escenario más dado a los esperpentos familiares que a las fantasías espaciales.
En mi caso particular, que es el que mejor conozco, crecí oyendo hablar de personajes tales como Flash Gordon, Buck Rogers o John Carter de Marte, una razón que explica que hubiera leído los dominicales de Alex Raymond antes de ir a ver la película. Y si bien es cierto que no había podido ver, entonces, los seriales cinematográficos protagonizados por Larry “Buster” Crabbe -algo que mi abuelo sí que hizo en su juventud- debo admitir que mi psique estaba más abierta a la propuesta escrita y dirigida por George Lucas que la de muchos de mis compañeros de clase.
Mark Hamill frente al primer logotipo de Star Wars, obra de Ralph McQuarrie (dibujo) y Joe Johnston (tipografía) en el SDCC 1976
Cuarenta años después, poco queda del espíritu de la primera película, en parte por el afán mercantilista de su creador, y en parte por el papanatismo, casi fanático, de quienes articulan su discurso en base a mastodónticas colecciones basadas en el universo galáctico que, poco o nada, tienen que ver con el viaje iniciático de todos y cada uno de los personajes que aparecen en la película estrenada en 1977. Y este razonamiento se sustenta en veinticinco años de trabajo continuado, lo cual se traduce en idear y organizar doce eventos relacionados con el universo de George Lucas, además de escribir medio centenar de artículos e impartir otras tantas conferencias acerca de este tema.
En todos estos años creo que me sobrarían dedos de una mano, si me pongo a contar las veces en las que solamente he hablado de las películas, no del precio de una figura, una portada exclusiva de un cómic, la armadura de Darth Vader y otras cosas que no venían ni a cuento. ¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues que, en realidad, La Guerra de las Galaxias, o Star Wars Episodio IV, fue, es, y será siempre una película que nos dio a una generación una nueva mitología de la cual carecíamos, si se nos compara con George Lucas, quien creció con personajes tales como Flash Gordon o Buck Rogers, que le sirvieron de inspiración para su fantasía galáctica. Para mí, eso es lo importante, y aunque disfruto con el zillón de cosas que tengo relacionadas con el universo galáctico, lo que siempre me gustará por encima de todas ellas es ver la película que hoy cumple cuarenta años.
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
