Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

UNA TARDE CON RUGGERO DEODATO. Night Visions Back to Basic 2016. Del 13 al 17 de abril. Helsinki

Sea como fuere, mi encuentro con el director, guionista, productor y actor ocasional, Ruggero Deodato forma parte de esos momentos en los que todo el trabajo realizado hasta ahora cobra sentido. El poder hablar con él en castellano e italiano ayudó a que el encuentro fuera no sólo más íntimo, sino incluso personal, dado que no parecía que estuviésemos sentados en los sillones de una sala multicultural finlandesa sino en cualquier otra parte del globo.

Para quienes no estén muy familiarizados, empezaré diciendo que Rugguro Deodato -a pesar de su larga y fructífera carrera como realizador- sigue siendo recordado por la controvertida película Holocausto Caníbal, cinta que nunca ha estado ni bien ponderada, ni analizada en el contexto en el que el director la realizó.

Acusada, entre otras muchas lindezas, de ser una película “snuff” 1 -una circunstancia que llevó al director ante un tribunal y, una vez allí, tuvo que demostrar que ni los actores, ni la joven indígena que muere en la película habían fallecido realmente, sino que todo era un montaje cinematográfico- su origen tiene que ver con el estupor y la banalidad con la que los medios de comunicación mostraban la muerte y la destrucción en las pantallas.

Ruggero Deodato (R.D.) :Recuerdo estar en mi casa y ver que en la televisión se proyectaban imágenes de los atentados de la Brigadas Rojas 2 con todo lujo de detalles. El presentador repetía, una y otra vez como habían muerto los escoltas de Aldo Moro -político secuestrado y asesinado por el grupo- mientras en la televisión se pasaban las imágenes del coche donde viajaban los escoltas del político, acribillado por los terroristas. Parecía como si, no contento con la crudeza de aquellas imágenes, el presentador necesitara remachar más el hecho. Ésa es la base sobre la que se asienta Holocausto Caníbal, no mi interés por mostrar cómo un grupo de reporteros son devorados por una tribu de caníbales que viven en el Amazonas.

Para mí lo importante era mostrar la banalidad con la que se muestra la violencia en las pantallas, sin tener en cuenta ningún código ético, ni nada por el estilo. Lo peor del caso es que nos hemos acostumbrado a ver la muerte y la destrucción de nuestros semejantes mientras estamos comiendo, y ya nada parece alterarnos. Sin embargo, todavía hoy me dicen que es peor ver Holocausto Caníbal que las imágenes de la guerra en Irak, con soldados “gringos” muriendo, por muy reales que sean las segundas.

Film Kino (F.K.): Sí, eso es verdad, pero lo curioso del caso es que hay películas que muestran la violencia de una manera atroz y, si bien se las criticó en su momento, nadie obligó a su director a presentarse delante de un tribunal para demostrar que los actores estaban vivos. Baste como ejemplo citar Grupo Salvaje, una cinta que concluye con una brutal masacre que dura veinte minutos en la pantalla. Su director, Sam Peckinpah

R. D.: Gran director, todo un genio…

F. K.: Sí, lo era… Peckinpah rodó la secuencia con media docena de cámaras y el realismo es tal que parece que estamos viendo un documental, no una película.

R.D.: Sí, es así. Peckinpah fue uno de los primeros que mostró tanta violencia en una pantalla, pero cuando se estrenó Holocausto Caníbal, en Italia, la situación social y política era horrible y alguien quiso hacerme pagar a mí por lo que sucedía en aquellos momentos en mí país. A mí me pareció una locura entonces y ahora, pero, además de la multa que tuve que pagar, pasé años sin poder rodar ninguna película, porque nadie me llamaba. Lo mejor de todo es que la campaña en contra supuso que la película fuera ganando adeptos y, con el paso de los años, se convirtió en un clásico.

F.K.: Yo la programé dentro de la programación de un aula de cine, hace ya tres décadas, y la sala se llenó, tal cual ha sucedido ahora en este país, donde las entradas para ver la película se agotaron nada más salir.

R.D.: Es cierto, pero en España, la película no fue bien cuando se estrenó…

F.K.: Porque se puso el sello de película “S” por su nivel de violencia -lo mismo que pasó con el primer Mad Max- y eso llevó a que mucha gente no acudiera a las salas de cine, por lo menos, en los primeros momentos.

R.D.: En Italia, pasó lo mismo, pero cuando se publicó un reportaje en una revista de cine francesa diciendo que todo era falso, los espectadores decidieron acudir a las salas de cine.

F.K.: Después, con la llegada del video, la película se convirtió en un clásico que todo el mundo quería ver, pero nadie se atrevía a alquilar. Por eso la programé.

R.D.: Y ahora en los Estados Unidos de América, la gente se casa con la música de la película…

F.K.: Muy buena, por cierto…

F.D.: La música es perfecta, sobre todo en los momentos más intensos, pero los americanos están locos (risas)

Holocausto Caníbal está considerada el máximo exponente de lo que se conoce como “Cine Caníbal”, siendo ésta, junto con Ultimo Mondo Cannibale, también de Deodato, y Cannibal Ferox, dirigida por Umberto Lenzi en 1981, sus mejores exponentes. No obstante, siempre se ha discutido y teorizado sobre quién fue el primero en abrir la puerta a un estilo de cine tan radical como atractivo, y vilipendiado a la misma vez.

R.D.: Los estudiosos se empeñan en decir que fue Umberto Lenzi quien hizo la primera película de cine caníbal, pero Il paese del sesso selvaggio (1972) es A Man Called Horse -película de 1970 dirigida por Elliot Silverstein y protagonizada por Richard Harris-. La de Lenzi está rodada en la selva, pero es lo mismo. Ultimo Mondo Cannibale sí que fue la primera película de caníbales, rodada en la selva, y no copiaba nada anterior. Más tarde, cuando dirigí Cannibal Holocaust, llevé mi idea un paso más allá y, de paso, aproveché para criticar el morbo de los periodistas. Lenzi dirigió unos años después Cannibal Ferox, pero lo hizo después de mis dos películas y no al revés como siempre dicen.

F.K.: ¿Cómo es Umberto Lenzi?

R.D.: Lenzi es un buen director, pero es una persona un tanto particular. Lucio Fulci sí que era un caballero, en todos los sentidos. Además de ser inteligente, sabía muy bien cómo lograr que los zombies, los cuales no me gustan nada, tuvieran fuerza en la pantalla. En su época, nadie reconocía su talento, sobre todo los críticos…

F.K.: A mí siempre me ha parecido un gran director, a pesar de los temas que trató.

R.D.: Sí, era capaz de rodar cualquier cosa y hacerlo bien, pero lo mejor era su personalidad. Siempre lo echaré de menos. Todo lo contrario de lo que me pasó con George Romero. La primera vez que nos vimos, me saludó, se dio la vuelta y, con la misma, desapareció. Me sentó muy mal y pensé que era un snob.

Ruggero Deodato aprovecha este momento para enseñarme una foto suya con George Romero, en la pasada edición el Festival de cine de Lucca (Italia)

R.D.: La última vez que nos vimos, yo estaba trabajando en mi nuevo proyecto, Ballad in Blood, que está basada en el asesinato de una estudiante Erasmus americana en Italia por parte de sus compañeros de cuarto, y él se acercó a mí y me dijo que quería proyectar la película en el festival de Toronto. Por lo menos, esta vez me habló, porque habíamos estado otras ocasiones juntos y ni siquiera nos habíamos saludado. En realidad, si las personas tuvieran mejor memoria, las cosas irían mejor…

F. K.: Y más educación…

R.D.: No creo que se trate de educación, sino simplemente de memoria. Yo he conocido a director noveles que, tras saludarme cuando no eran nadie, dejaron de hacerlo al tener éxito. Me pasó con Jaume Balaguero antes de hacer REC -nos vimos en Sitges y me trató como si fuera su maestro- y luego, tras el éxito, ya no me ha vuelto a saludar.

F.K.: Eso mismo sucede en mi país con los directores que dirigieron spaguetti Western. Nadie habla de ellos, ni se los tiene en consideración.

R.D.: ¿De verdad? Yo pensaba que no era así. En España se hicieron muy buenos western. Yo trabajé con Sergio Corbucci en Django, prácticamente terminé la película. Teníamos muy poco presupuesto, pero Corbucci sabía cómo aprovechar cada secuencia y siempre he pensado que Django es una de las grandes películas del oeste.

F.K.: Lo es, por derecho propio, y por una sensacional puesta en escena. La secuencia inicial es brillante y demuestra la capacidad del director para contar una historia con la menor cantidad de elementos posible.

R.D.: Sergio (Corbucci) sabía cómo pasar el guión a la pantalla, porque lo importante es que había una historia detrás. Otros directores como Bruno Mattei, ¡NO! Sólo copiaban lo que los demás habíamos hecho, pero sin aportar nada. ¡Y ni siquiera lo hacían bien!

F.K.: Pues sé que le sorprenderá lo que voy a decirle, pero en este país se tiene mejor consideración y más respeto por el spaquetti western y sus grandes directores que se tiene en España. Y eso que era más fácil ver las películas en mi país que lo podía ser en éste.

R.D.: Es una pena y los mismo está pasando en Italia. Ahora hay muy pocos directores, pero es que ya nadie se gasta dinero en hacer películas. Sólo hay dinero para la televisión.

F.K.: Pues es una pena, porque su país puede presumir de haber generado uno de los grupos más heterogéneos de cuantos han surgido en toda la historia del cine. Desde el Neorrealismo, hasta el cine de género, pasando por el cine policiaco “Poliziesco”, comedias, drama e, incluso el siempre denostado cine caníbal o el péplum, en Italia se producían películas de todo tipo.

R.D.: Eso era antes, pero ahora sólo queda el trabajo de tantos y grandes directores. En España ha pasado al contrario y ahora se producen muchas más cosas que cuando estaba el dictador.

F.K: Sí, sobre todo ya se hace cine de género, al revés de lo que ocurría antes.

R.D.: Es cierto, y ya le he dicho mi experiencia con Balaguero, pero, en realidad yo nunca me he sentido un director de “genero” como lo puede ser Dario Argento, o como lo fue Lucio Fulci, sobre todo al final de su carrera. Yo he hecho de todo, desde anuncios, pasando por series de televisión, péplum, Poliziesco, Giallo, aventuras, terror psicológico… Se me conoce por mis películas de caníbales y asesinos sanguinarios, pero nunca me he considero “director de género”. Y sé que mis películas son de serie “B”, pero me siento orgulloso de ello…

F.K.: Nunca me ha gustado esa diferenciación. Una buena película lo es, independientemente del género. Hay películas de género muy superiores a dramas y comedias que todo el mundo alaba. En sus películas, el espectador no pierde de vista ni a los protagonistas, ni la acción. El aspecto técnico está muy cuidado, al igual que el montaje, y no hay saltos y bajones bruscos como pasa en otras producciones tachadas de serias.

R.D.: Siempre me he esforzado por que el espectador no se sienta perdido y porque la acción no decaiga. Eso mismo ocurre con algunas películas de Lenzi y de algunos otros directores de mi generación.

F.K.: Y eso se puede aplicar a Uomini si nasce. Poliziotti si muore, película que también se incluye dentro de la programación del festival.

R.D.: Creo que ésta es una de las películas que mejor han sobrevivido al paso del tiempo. La misma secuencia del principio permanece igual de actual…

F.K.: Esa secuencia es una de las mejores persecuciones urbanas de cuántas se han rodado en la historia del séptimo arte. Entiendo muy bien que Quentin Tarantino la tenga en “las alturas”.

R.D.: Tarantino me confesó una vez que daría lo que fuera por rodar una secuencia así. Hoy sería imposible rodar en Roma, de la forma que lo hicimos, sin tener permiso oficial… Bueno, llegué a “sobornar” a un carabinieri con 10.000 liras para que hiciera la “vista gorda”, pero la verdad es que tuvimos mucha suerte de poder rodar de la forma que lo hicimos (risas). Lo mejor fue al llegar a las inmediaciones del Coliseo. Estando allí escuché que una persona me llamaba desde una ventana. Al mirar, me di cuenta de que era Ingrid Bergman, esposa del director Roberto Rosellini, con quien yo había empezado a trabajar cuando todavía era un novato en esto de hacer películas, dándome los buenos días. Fue el final perfecto para un día de rodaje perfecto (risas)

F.K: Uomini si nasce. Poliziotti se Muore es una de las mejores películas de género policíaco de cuantas se rodaron en la década de los setenta, pero siempre se la ha tachado de “violenta” cuando hay otras, como por ejemplo Milano odia: la polizia no puó sparare (Umberto Lenzi, 1974), que es tan violenta o más que su película

R.D.; La película de Lenzi no me gusta demasiado. Prefiero Milano kaliberi 9 (Fernando di Leo, 1972) dirigida por el guionista de mí película. Lo que yo más destacaría es el personaje del capitán, Adolfo Celli. Es un personaje ambiguo, esquivo…

F.K.: Se mueve en esa escala de grises que tanto detestan las personas…

R.D.: Por supuesto, pero lo hace real. Los dos policías son extremos, radicales, pero francos. Con el personaje del capitán, uno no sabe qué pensar…

F.K.: Sólo queda esperar que, como en el caso de Alfredo (Marc Porel) y Antonio (Ray Lovelock) sigan siendo del bando de los buenos y no sean unos delincuentes, porque, de ser así, tendríamos un problema (risas)

Uomini si nasce. Poliziotti se Muore, dirigida por Deodato en 1976, es hoy en día unos de los títulos esenciales para entender el poliziesco italiano, de igual modo que Le samouraï, dirigida por Jean-Pierre Melville en 1967, lo es para entender el Noir Francés.

El ritmo frenético, los excesos constantes de los protagonistas -dos delincuentes con placa que no dudan en saltarse todas las reglas con tal de lograr sus objetivos- terminan por ser un fiel reflejo de los convulsos años setenta italianos.

Su proyección en la edición de primavera del festival de Night Visions, junto con Holocausto Caníbal, se me antojan el mejor homenaje para un director que no sólo ha derramado sangre en la pantalla, sino que nos llevó a lomos del mítico Concorde en 1979 (Concorde affaire); nos enseñó los misterios de la civilización perdida de la Atlántida (I predatori di Atlantide, 1983); y, entre asesino y asesino desequilibrado, que por haberlos, lo hubo, fue capaz de rodar una película de bárbaros con muy buen sentido del humor y el mayor desparpajo de sus protagonistas, los musculosos hermanos David, Peter y Paul, logrando que nos lo pasáramos genial en un el cine.

Sólo queda por saber qué se esconde tras su última producción, la ya mencionada Ballad in Blood, pero, a buen seguro -y más después de haber visto el avance pertinente- que nos hará pasar un muy “mal rato” mientras estemos sentados en nuestra butaca.

R.D.: A mí me gusta contar historias y hacerlo de una forma realista, y no todo el tiempo rodando en la comodidad de un estudio. Sé que los temas que he escogido no son del gusto de todo el mundo, pero me gustaría creer que el espectador se da cuenta de que me tomo mi trabajo muy en serio, siempre lo he hecho. Eso es lo que me importa y por eso sigo haciendo películas cuando muchos me han dicho que me retire.

F.K.: Y yo espero que no lo haga, por lo menos, pronto.

R.D.: Agradezco tus palabras y espero que te guste mi última película.

F.K.: Seguro que sí. Gracias a usted por esta conversación y por su tiempo. Mi más sincero agradecimiento.

Un último apunte: en 1989, Ruggero Deodato rodó una miniserie titulada Océano en la isla de Lanzarote. A día de hoy, dicha miniserie está inédita tanto en nuestras latitudes como en Italia por un problema de derechos, los cuales apuntan al gobierno regional insular… Curioso, ¿no les parece?

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2016

© 2016 Centro Produzioni Cinematografiche Città di Milano

© 2016 F.D. Cinematografica

Nota 1: Las películas snuff - también conocidas como white heat o the real thing -, son aquellas donde se tortura, viola y asesina con el único objetivo de registrar estos hechos por algún medio audiovisual. Muchas son las historias vinculadas a la producción y comercialización de estas películas. Se las relacionó con redes pedófilas, con ritos satánicos e incluso con círculos millonarios (con innumerables combinaciones entre estas tres posibilidades). Los lugares donde se filmarían también dependen de quien cuente la historia: algunos sostienen que en alguna selva de Sudamérica, otros hablan de alguna playa desierta en Tailandia, en los jardines de la mansión de un adinerado empresario, en El Paso en la frontera entre México y Estados Unidos...

Nota 2: Las Brigadas Rojas (en italiano Brigate Rosse) fueron una organización de lucha armada revolucionaria italiana fundada en 1969 -y que se mantuvo activo hasta 1987, el cual fue paulatinamente convirtiéndose en un grupo terrorista. Su símbolo es una estrella asimétrica de cinco puntas. Partiendo de una formación teórica marxista-leninista, el grupo tenía como objetivo atraer a una parte del proletariado hacia sus posturas insurreccionales frente a las políticas reformistas del Partido Comunista Italiano. Uno de sus objetivos fundacionales era retirar a Italia del Tratado del Atlántico Norte, aunque sus acciones se diversificaron para desembocar en secuestros, asesinatos y toda una serie acciones que pusieron en jaque al país transalpino. Su momento más álgido fue cuando el grupo secuestro al líder de la Democracia Cristina Aldo Moro, el cual se saldó con la muerte del influyente político y supuso todo un terremoto político en Italia. La muerte de Moro marcó el principio del fin del grupo, pero su impronta violenta y radical tiñó de sangre la realidad sociopolítica del país transalpino durante más de una décaca.

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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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