Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

WILD (Alma Salvaje) & CAKE

A medida que vas creciendo, alguien debería explicarte de una forma clara, concisa y sin dobleces, ni medias verdades, cuáles son las reglas básicas para poder sobrevivir en esta suerte de manicomio redondo que es el planeta tierra. Si esto sucediera, nos ahorraríamos muchos de los sinsabores que, día a día, nos amargan la existencia y para los que no estamos, de ninguna forma, preparados.

Una de esas reglas no escritas, pero que permanecen omnipresentes en la vida de las personas, es aquélla que dice que “el fantasma de una pérdida, en especial, de un ser querido, siempre correrá más que tú” ¿Y esto qué quiere decir? Pues que por mucho que trates de mirar hacia otro lado, esconderte, dejarte llevar por la corriente o rendirte, el recuerdo de dicha pérdida siempre estará ahí, por mucho que intentes evitarlo, de una forma u otra. La única solución que queda es afrontarlo, sin mayores miramientos, mirándolo a la cara y no dejándose vencer.

Sé que “de la teoría a la práctica” va un ENORME trecho y que decirlo no es lo mismo que hacerlo, pero, cuanto antes se acepte una circunstancia como ésta, mejor se podrá seguir sobreviviendo en el mundo que nos ha tocado.

Y esta lección es algo que ninguna de las dos protagonistas femeninas de las películas de las que les voy a hablar han aprendido. Por un lado está Cheryl (Strayed), personaje interpretado por la actriz Reese Witherspoon en la película Wild Wild(Alma Salvaje, en nuestro país), quien no ha logrado superar la muerte de Bobbi, su madre, amiga y mentora, papel interpretado por la actriz Laura Dern. En el otro se sitúa Claire Bennett, personaje al que da vida Jennifer Aniston -muy alejada de su papel en la serie Friends- en la película Cake y que, al igual que le sucede a Cheryl, vive una existencia marcada por la muerte de su hijo pequeño en una accidente de circulación.

Cada una afronta la pérdida de formas bien distintas. La primera -una joven con mucho talento, pero que ha debido superar, primero, un pasado marcado por un padre maltratador y, cuando la pesadilla terminó, vio cómo el cáncer acababa con su madre sin casi tiempo para poder aceptarlo- lleva una vida destructiva, radical, pasando de mano en mano, y apuntándose a todos los excesos que su cuerpo puede soportar.

La segunda -marcada no sólo psíquicamente, sino físicamente por las secuelas del accidente- vive una vida apagada, condicionada por los calmantes, los recuerdos y por la atípica –pero necesaria- relación que mantiene con Silvana, quien hace las veces de sirvienta/confidente/ y única amiga, siempre fiel y leal, aún en las peores circunstancias.

Con un escenario tan desolador, en ambos casos, la esperanza les llegará, a las dos, de la forma más extraña e inesperada posible. Cheryl decide, tras ver un folleto publicitario, emprender un viaje en solitario que le llevará a recorrer 1.500 kilómetros por algunos de los parajes más duros y exigentes de la geografía de su país.

Claire, por su parte, abandona su voluntario retiro tras conocer la muerte de Nina Collins, una compañera del grupo de terapia al que acude, quien, de buenas a primeras, decide suicidarse, dejando atrás un marido y un hijo.

Para la primera, desconocedora de los principios básicos de cualquier Boy Scout que se precie, la preparación del viaje y los primeros estadios suponen un duro encontronazo con la realidad de lo que supone la vida al aire libre, recorriendo, nada más empezar su odisea, terrenos desérticos en donde no hay sitio para descansar a la sombra de ningún árbol, ni nada por el estilo. La misma mochila que lleva rivaliza con las que portan los astronautas de las misiones espaciales, aunque éstos están mucho mejor preparados físicamente y, además, se mueven en un espacio sin gravedad, algo que, por desgracia, no le sucede a Cheryl, la cual debe emular al hercúleo Maciste para poder levantar su mochila del suelo, cada nuevo día.

Claire, por el contario, no debe cargar con ninguna mochila para titanes, ni recorrer parajes desérticos, pero su camino es igualmente duro. Por causas que ella misma ignora, está empeñada en conocer al marido y al hijo que Nina dejó atrás, aunque, para hacerlo, deba dejar la seguridad de su casa, su lecho y sus calmantes. Luego de investigar un poco, logra dar con la casa en cuestión y, una vez allí, se topa con Roy Collins (Sam Worthington), el hombre, marido y padre a quien Nina decidió dejar atrás, y con Casey, el hijo de ambos. Uno podría pensar que Roy es un engendro maltratador y dominante, de ésos que tanto abundan en la sociedad, pero, en realidad, el hombre con quien se encuentra Claire es todo lo contrario, algo que salta a la vista nada más mirarle a los ojos, mientras habla de Casey, cosa que aún desconcierta más a la mujer.

Lo curioso del caso es que ambas, de una forma bien distinta, pero igualmente válida, logran salir del agujero en el que están inmersas, ya sea por motivación propia o por ayudar a terceras personas. Cheryl logrará, tras tropezar en muchas de las piedras que se encuentran en su camino, ir aprendiendo y darse cuenta de lo que puede llegar a conseguir, si abandona la senda autodestructiva en la que se encontraba.

Claire asumirá que merece la pena luchar por el bienestar y la felicidad de los demás, a pesar de ser incapaz de superar su propia infelicidad. No importa si se trata de ayudar a Roy o a Silvana, quien no siempre está de acuerdo con los bruscos cambios de humor de su señora. Al final, dicho empeño casi le obligará a tener que cambiar de actitud, de la misma forma que Cheryl deberá aceptar que la mejor forma de honrar el recuerdo de su madre es ser tan vital, divertida e intensa como lo era ella y no dejarse llevar por el sinsentido de una existencia vacía y carente de rumbo.

Tanto Wild como Cake demuestran que la felicidad no es un concepto subjetivo, sino un estado de ánimo que la persona debe buscar y luego madurar según sus propios intereses. Puede que suene extremo tener que ir a recorrer medio mundo, a pie y sin la más mínima preparación para lograr ser feliz, pero es justo cuando se asume que estamos solos en este mundo cuando el ser humano logra despojarse de los miedos que tanto le condicionan. Es justo cuando Claire acepta que su hijo ya no está -momento en el que vemos la enorme foto que preside el salón de su casa- cuando su vida vuelve al instante en el que la dejó aparcada, justo después del accidente.

Ambas películas son buenos ejemplos de que se puede hacer un cine cotidiano y cercano, sin caer en la pedantería intelectual, ni en los excesos de metraje, tan del gusto de muchos realizadores actuales, los cuales acaban por aburrir al espectador con sus propuestas.

En el caso de las dos actrices principales, las dos demuestran -sobre todo Jennifer Aniston-, su compromiso por dar vida a mujeres reales, de carne y hueso, enfrentadas al dilema de sobrevivir ante una pérdida que, aunque normal, por algo somos seres finitos, no siempre se acepta de la misma forma. Su deseo de superación, de abandonar el letargo en el que ambas están sumidas y no dejarse vencer por la depresión, logran que el espectador asuma su propia vida de una forma bien distinta, una vez que la luz ilumine la sala en la que hemos estado sentados durante dos horas, justo antes de salir al mundo real.

Ninguna de las dos películas lograrán ser de ésas que mueven masas, no están pensadas para serlo, pero, de igual manera, ninguna de las dos defrauda por su sinceridad, su realismo y su cercanía, lejos de las vacuas pretensiones de muchas realizaciones actuales.

© 2015 Fox Searchlight Pictures & Pacific Standard.

© 2015 Cinelou Films, Echo Films & We're Not Brothers Productions.

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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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