Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

WINDTALKERS: LOS NATIVOS AMERICANOS EN LA FUERZAS ARMADAS ESTADOUNIDENSES.

De ahí que la columna debiera pararse con cierta regularidad para solucionar dicho problema lo que, sumado a unas cuantas averías mecánicas, terminó por ralentizar el desarrollo del convoy más de lo previsto.

Uno de los vehículos, apodado Water Buffalo –al llevar en su carga más de 2.000 litros de agua, fue uno de los accidentados. En él viajaba Jessica Lynch, compañera de habitación, amiga y también soldado de primera clase como Piestewa. Lynch terminó siendo “rescatada” por su amiga, pasando a formar parte de los integrantes del Humvee conducido por Pi, apodo con el que se conocía a Piestewa.

Todos estos incidentes motivaron que, al llegar la noche del 21 de marzo, la columna se fragmentara en dos partes, quedando la más regazada al cargo del capitán Troy King. En el mismo grupo se encontraban Piestewa y su compañera Lynch.

Al día siguiente, los 33 soldados del grupo aunaron esfuerzos para lograr alcanzar al grupo principal, lo cual les supuso un tremendo esfuerzo físico después de 36 horas sin dormir. Sea como fuere, el mini convoy de 16 vehículos partió hacia su objetivo siguiendo la ruta –nombre en clave, Azul- sin sospechar que, por un error de cálculo, se estaban dirigiendo a Nasiriya, uno de los principales focos de resistencia iraquí.

Tampoco desvelo ningún secreto si les digo que caminar por el desierto es tremendamente complejo por lo cambiante de su orografía y por las duras condiciones ambientales. Bien es cierto que King optó por tomar un camino alternativo en pos de alcanzar al grupo principal, circunstancia que terminó por desorientarles más. Al final la suma de todos estos pequeños detalles terminarían siendo fatal para los miembros de la misión.

Piestewa, en su papel de conductora de uno de los Humvee, fue de las primeras en percibir que aquella no era la ruta asignada. Lo supo cuando dos proyectiles impactaron en el parabrisas de su vehículo y a punto estuvieron de alcanzarle en su cabeza.

Momentos antes, la soldado le había dicho a su amiga Jessica Lynch que algo no marchaba bien. De pronto había una ciudad en frente de ellos cuando, en teoría, sólo debían ver el árido desierto iraquí. Para colmo de males, en medio de todo se distinguía lo que terminó siendo un puesto del ejército iraquí.

Con los primeros disparos cayendo sobre los vehículos sólo quedaba tiempo para tratar de huir. Piestewa, la conductora más veterana del grupo, asumió la responsabilidad de cuidar la retaguardia del convoy -el puesto más peligroso-, labor que asumió con la misma tranquilidad con la que hacía el resto de las cosas. Este punto lo corroboraría el soldado Dale Nace, conductor del Humvee del Capitán King. Cuando todo comenzó, Pi tenía esa expresión que significaba algo va a pasar, pero seguro que saldremos bien de todo. Ella lograba que yo mantuviera la calma, pasara lo que pasara. De no se por ella, seguro que hubiera perdido los nervios.

Lori Ann Piestewa

De igual forma Lynch recordaba la expresión de calma en el rostro de su amiga mientras el resto de los integrantes del Humvee disparaban sus armas tratando de repeler el fuego enemigo. Aquella expresión nos daba tranquilidad a todos diría la soldado tras su rescate.

Después, King y el resto de los integrantes de la columna trataron de buscar refugio de las estrechas calles de Nasiriya para toparse con un laberinto sin salida posible.

La escena parecía sacada de la película Black hawk Down –una de las preferidas por Piestewa y Lynch- en la cual, las tropas americanas deben moverse por un sinfín de callejuelas en la ciudad somalí de Mogadiscio mientras son tiroteadas desde todos los lados. Y como ocurre en la mencionada cinta, los resultados terminaron siendo devastadores.

Tras sufrir un verdadero infierno de fuego desatado por parte de las tropas iraquíes allí destacadas, parte del convoy terminó por ser destruido. Fallecieron once efectivos de las fuerzas armadas norteamericanas y otros nueve sufrieron heridas de consideración.

Después se supo que Piestewa, como sucediera con Lynch no murió en el combate sino como resultado de las heridas producidas por el impacto de un lanzacohetes RPG en su Humvee. Ambas fueron dadas por Desaparecidas en Combate (MIA) antes de conocerse la verdadera historia del ataque.

Con su muerte, Piestewa no sólo se convirtió en la primera soldado, mujer, fallecida en combate en una guerra, sino en la primera nativa americana muerta en dichas circunstancias, y en territorio extranjero.

De todas maneras, lo más significativo de todo el suceso es el silencio informativo mantenido sobre la historia de Piestewa si se compara con el circo mediático que se organizó en torno su la compañera, la soldado Jessica Lynch.

Lynch fue apresada tras el ataque y luego estuvo retenida durante una semana en un hospital iraquí.

Fue, entonces, cuando un grupo compuesto por Rangers, Seals, efectivos del comando de operaciones especiales del ejército del aire y Marines del grupo de reconocimiento la rescató de su cautiverio.

Ocho días después, el Pentágono entregó a los distintos medios de comunicación un video donde se mostraban imágenes de dicha liberación, mezclando realidad y ficción al más puro estilo de Hollywood.

El caso es que, tras la caída de Bagdad, diversos medios de comunicación internacional quisieron conocer, de primera mano, la realidad de dicho suceso.

Por ello, un grupo de reporteros se trasladó hasta Nasiriya, lugar en el que se mantuvo retenida a la soldado Lynch. Una vez allí, los reporteros se llevaron una buena sorpresa.

Según las informaciones de los médicos que atendieron a Jessica Lynch, sus heridas -una pierna y un brazo fracturados, además de un tobillo dislocado- no provenían del supuesto combate mantenido por las tropas estadounidenses el día de la embocada, sino que habían sido producto del accidente que sufrió el camión en el que viajaba la soldado Lynch. Este punto fue corroborado por los médicos del ejército que la reconocieron tras su liberación.

Para añadir más leña al fuego, el doctor Saad Abdul Razak explicó que la joven había llegado en muy mal estado y para salvarla tuvimos que hacerle una transfusión de sangre. Felizmente, algunos miembros de mi familia tenían el mismo grupo sanguíneo que ella, lo que nos permitió conseguir bastante cantidad de sangre

(El País 07/05/2.003)

Entre las anécdotas propias de cada conflicto está la circunstancia vivida por el personal sanitario del hospital. Éste a punto estuvo de perder la vida al tratar de devolver a la soldado a sus tropas, ya que fue tiroteado por los estadounidenses.

Y es cierto que los medios que acudieron a Nasiriya para verificar la información estaban predispuestos a desmontar el éxito de dicha operación, dado que mantenían una postura crítica con la invasión de Irak. Otra cosa muy distinta es la actitud de los mandos militares al no hacerse eco de las declaraciones de la propia Jessica Lynch, efectuadas en noviembre de ese mismo año.

Lynch, dada de baja en el ejército por enfermedad, declaró que la habían utilizado para simbolizar la épica necesaria para mantener el interés de toda contienda. Ante las afirmaciones que narraban la valerosa resistencia de la joven, Lynch declaró Mi arma se encasquilló y no disparé un solo tiro, nada. Caí al suelo y me puse a rezar. Y eso es lo único que recuerdo. Lo que más me molesta es que la gente se invente historias que no contienen ninguna verdad. Yo soy la única que podía saber lo que pasó, porque los otros cuatro que viajaban conmigo en el vehículo ya no están para contarlo.

Además, el único héroe de aquel día fue Lori y nadie parece querer oírlo. Ella me prometió que estaría a mi lado para evitar que me pasara nada y dio su vida por ello.

Paradojas de vida, Piestewa falleció en una cama contigua a la de su compañera de habitación, Jessica Lynch, la misma a quien había acompañado hasta Irak para protegerla.

Mi hermana era una guerrera, porque quería hacer lo correcto, lo que ella consideraba honorable. Fue hasta Iraq porque sentía que era lo que lo debía hacer, ética y moralmente. Y eso es lo que debe hacer un guerrero: hacer lo que considere correcto incluso cuando las cosas se pongan difíciles y exijan un gran sacrificio.

Wayland, el mayor de los hermanos y quien mejor entendía las motivaciones de Lori Ann Piestewa, describía de esa manera a su hermana fallecida.

Piestewa nació en 1.979 en Tuba City, ciudad situada en una reserva Navajo en Arizona. Hija de un indio de la tribu Hopi y una mujer con raíces mejicanas, su infancia y juventud discurrió en un ambiente condicionado por las malas condiciones de vida y un desempleo que superaba el 50% y que, hoy en día, continúa igual.

Sin embargo, Piestewa siempre tuvo como uno de sus referentes familiares al ejército, dado que tanto su abuelo como su padre había hecho carrera militar. Por ello, llegado el momento de escoger una opción para el futuro de su familia –sus dos hijos Carla y Brandon- Piestewa consideró que el ejército era una de sus mejores opciones, perpetuando la tradición familiar.

Puede resultar curioso que una minoría étnica tan maltratada como los nativos americanos escojan alistarse en un ejército que tantas veces los combatió en el pasado. Sin embargo, desde hace dos siglos los nativos americanos han formado parte de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, demostrando que sus actitudes en el campo de batallas están a la altura de cualquier otro efectivo.

De todas maneras, la historia ha tardado en rendir el homenaje que se merecen quienes combatieron defendieron el honor y la libertad de su país, algunos de los cuales han estado olvidados durante más de medio siglo.

Me refiero a los Marines y operadores de radio de la tribu navaja –Code Talkers- cuyo código fue fundamental para que las fuerzas americanas lograran derrotar a los japoneses en la campaña del Pacífico.

UN POCO DE HISTORIA

Considero que los indios pueden ser utilizados de excelente manera, como exploradores y tropas ligeras. George Washington, general y primer presidente de los Estados Unidos. 1.778.

De esta forma el padre fundador de los Estados Unidos reconocía las virtudes de los nativos de aquellas tierras para la exploración y el combate. Cierto es que durante el siglo XIX los colonos y sus ocupantes originales del territorio mantuvieron tensos enfrentamientos los cuales desembocaron en el sistema de reservas en las que hoy día continúan viviendo la mayoría de las tribus supervivientes de aquellos tiempos.

No obstante, no es menos cierto que desde los mismos comienzos de la nación americana, los nativos americanos han formado parte de sus fuerzas armadas. Muchas de las tribus indias se vieron involucradas en la guerra de 1.812 –la invasión británica de territorio americano- así como en la guerra civil entre el Norte y el Sur. En 1.886 el ejército creo un cuerpo de exploradores indios dadas sus aptitudes. Dicho cuerpo de exploradores acompañaría a Teddy Roosevelt formando parte del cuerpo de voluntarios con los que el futuro presidente de los EEUU combatió en la guerra de Cuba contra España y al general John J. Pershing en su larga expedición a Méjico en persecución de Francisco Villa en 1.916 tras el ataque de las fuerzas villistas en territorio americano. Cuando los Estados Unidos entraron a formar parte de los combatientes de la Primera Guerra Mundial, 12.000 nativos americanos se alistaron en el ejército.

De entre todos ellos, destacaron los indios Choctaw y Cherokes asignados la división de infantería 142, dependiente del la División número 36 Texas-Oklahoma. La división 142 combatió activamente en los campos de Francia y cuatro de sus miembros, nativos americanos, recibieron la Croix de Guerre –Cruz de Guerra-, condecoración otorgada por el ejército francés en mérito a sus aptitudes en el campo de batalla.

Tres décadas después, cuando América entró en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque a Pearl Harbour cerca de 45.000 nativos americanos se alistaron o fueron llamados a filas durante los cuatro años que duraría el conflicto. A su vez, otros 40.000 contribuyeron al esfuerzo industrial necesario para mantener la maquinaria de guerra a pleno funcionamiento –trabajando en las fábricas de armamento, ropa y equipamiento militar. Los nativos americanos aportaron, también, $ 50.000.000 en forma de bonos del estado, demostrando su total implicación para con la defensa de su país.

En las décadas siguientes los nativos americanos continuaron formando parte activa del ejército, en conflictos como Corea, Vietnam –donde más de 40.000 se presentaron voluntarios para acudir al conflicto asiático- la invasión de Grenada, Panama, Somalia, la primera guerra del Golfo y los actuales conflictos de Afganistán e Irak, los cuales parecen no tener fin.

Queda claro que la participación de los nativos americanos en los conflictos bélicos en los que ha participado su ejército no son un caso esporádico, sino una tónica general y continuada, la cual explica la razón del alistamiento de Lori Ann Piestewa en las fuerzas armadas.

Aún así y a pesar del entusiasmo demostrado en todas las campañas en la que han participado, tal y como destacaba el mismo Teddy Roosevelt, el gobierno estadounidense y su ejército no siempre han sabido corresponder de la misma manera al esfuerzo demostrado por los nativos americanos alistados entre sus tropas.

Ejemplos hay varios, pero quizás el que más ha tardado en aflorar a la luz pública y por el que mayor deuda habían contraído ambas instituciones es aquel que se refiere a los operadores de radio navajos, dependientes del USMC, y su indescifrable código, más conocidos como los Code Talkers.

LOS ORÍGENES

A finales de la primera Guerra Mundial, catorce indios de la tribu Choctaw pertenecientes a la antes comentada División número 36 Texas-Oklahoma fueron entrenados para utilizar su lenguaje como un medio seguro de transmitir mensajes en medio de la contienda. Las tropas alemanas, aunque llegaron a capturar a varios de ellos, nunca pudieron descifrar el código.

El código también sería utilizado a principios de la segunda Guerra Mundial con igual éxito.

No es de extrañar que los responsables del ministerio de guerra alemán, con Adolf Hitler en el poder, decidieran enviar estudiantes alemanes de antropología, muchos de ellos espías del régimen, a las reservas indias de los Estados Unidos. Dichos estudiantes trataron de encontrar una clave que les permitiera descifrar los códigos basados en lenguajes de los nativos americanos.

Los indios de la tribu Comanche, tantas veces retratados como sanguinarios arranca-cabelleras en las películas de Hollywood, también tuvieron un importante papel en las operaciones bélicas de la segunda contienda mundial.

Un total de diecisiete indios Comanche fueron reclutados por la cuarta División de Comunicaciones de infantería del ejército americano para enviar mensajes seguros en el frente europeo. Palabras como Posah-tai-vo que literalmente significa “hombre blanco loco” fueron utilizadas para definir, por ejemplo, a Hitler. Otras como tortuga en lengua comanche sirvieron para definir a los tanques.

Este código fue recopilado durante 1.941 en Fuerte Benning y estaba compuesto de unas cien palabras –términos militares en su mayoría-.

Los miembros de la Cuarta División desembarcaron en la playa de Utah durante el día D, demostrando no sólo su capacidad como operadores de radio sino como combatientes en uno de los puntos más conflictivos del desembarco.

Al finalizar la contienda, su código, tal y como ocurriera con el utilizado por los Choctaw, décadas antes, nunca fue descifrado.

Tanto los Comanches como los Choctaw recibieron, en 1.989, las máximas condecoraciones de la nación francesa, antes de que su propio país los reconociera como los héroes que son. El presidente Reagan, en 1.982, fue el primero en reconocer la labor de los nativos americanos en los esfuerzos bélicos de la nación, denominando el día 14 de agosto como el día de los Code Talker.

Sin embargo, no sería hasta el 26 de julio del año 2.001, momento escogido para otorgar a los Code Talker navajos originales la medalla de oro del Congreso de los Estados Unidos.

La iniciativa, promovida por el senador de Nuevo Méjico Jeff Bingaman, coincidió en el tiempo con el estreno de la película Windtalker en la que se narraba la historia de dos de los cerca de cuatrocientos operadores navajos alistados en los Marines durante la segunda Guerra Mundial.

El que este artículo esté centrado en los operadores de radio Navajos integrados en los Marines no significa que se los considere por encima de los anteriormente citados. No en vano, los Comanche que pertenecían a la Cuarta División de infantería, fueron de las primeras tropas en entrar en la ciudad de París tras su liberación. Sin embargo, el código Navajo terminó siendo una herramienta fundamental para que la campaña del Pacífico contra las tropas japonesas llegara a buen puerto.

Además, de todos los alfabetos recopilados para servir al esfuerzo bélico, el Navajo terminó siendo el más completo y complejo, algo que aumentó, más si cabe, los problemas de las tropas japonesas en su intento de encontrar una clave que descifrara los mensajes.

¿DE DÓNDE SURGIÓ LA IDEA?

Philip Johnston, hijo de un misionero protestante, se pasó gran parte de su juventud en una reserva de navajo donde creció entre niños navajos, aprendió su lenguaje y sus costumbres. Ya de adulto, Johnston estudió ingeniería y trabajó de ingeniero en la ciudad de Los Ángeles, pero no olvidó su infancia, ya que dio clases acerca de sus experiencias con los navajos.

Cierto día, mientras Johnston estaba leyendo el periódico se percató de una noticia acerca de una división del Ejército en Louisiana. Estos soldados querían inventar una manera de codificar las comunicaciones militares utilizando personal indígena.

La noticia también decía que, durante la Primera Guerra Mundial, los indios americanos habían hecho de hombres guía para el ejército canadiense, y que habían logrado comunicar mensajes seguros que trataban de escasez de alimentos o de munición.

Johnston había luchado en la Primera Guerra Mundial y sabía que el ejército siempre había deseado poder enviar y recibir mensajes usando un código indescifrable. Esta noticia le dio una idea que iba a cambiar la historia.

Al día siguiente, Johnston fue directo al campamento Elliot –cerca de San Diego- y presentó su idea al Lt. Col. James E. Jones, el que era en aquel entonces el Oficial del departamento de comunicaciones.

Este último se comportó de manera escéptica ante la idea de Johnston, puesto que ya se había intentado usar códigos similares con resultados negativos dado que los indios americanos no tenían palabras militares en sus lenguajes. Por ello, estos códigos incluían los propios términos ingleses en mitad de sus comunicaciones y en poco tiempo se descifraban los mensajes.

No obstante, la idea de Johnston era diferente. Johnston no quería utilizar el término específico de “máquina ametralladora”, por decir un ejemplo, sino que se serviría de una palabra o dos ya existentes en el lenguaje de los navajos para designar ese objeto. Así, “máquina ametralladora” se convirtió en “pistola de fuego rápido”, “acorazado” pasó a ser “ballena”, y “avión de combate” fue sustituido por “colibrí”.

Johnston enfatizó la complejidad del lenguaje de los navajos y el hecho de que gran parte de él seguía siendo oral, ya que no existía ningún alfabeto de este lenguaje. Si se exceptuaban algunas adaptaciones de eruditos y antropólogos, se podía decir que el lenguaje navajo era perfecto para construir este nuevo código.

Además, el pueblo navajo era uno de los más inaccesibles, ya que estaba muy aislado, por lo que tanto a nivel cultural como a nivel lingüístico se presentaba como la mejor opción.

Otro detalle importante conocido por Johnson era la resolución de la nación Navajo, del tres de junio de 1.940, en la cual se instaba a sus miembros a estar preparados para defender a su gobierno y a su nación de cualquier ataque que éstos pudieran sufrir.

La primera demostración de este nuevo código se hizo con la cooperación de cuatro indios navajos que vivían en la zona de Los Ángeles y de otro que ya estaba en activo en la Marina, en San Diego.

Esta primera demostración tuvo lugar en el campamento Elliot, el día 28 de febrero de 1942 y fue todo un éxito.

Para asegurarse que todo estaba bajo control y que se había tomado las precauciones necesarias, el General Vogel mandó instalar una conexión telefónica entre dos oficinas y había escrito seis mensajes típicos durante el combate. Uno de ellos era “El enemigo atacará con tanques y bombarderos”

Los mencionados cinco navajos transmitieron el mensaje sin problema alguno y el resultado impresionó sobremanera al general Vogel.

Una semana después, el 6 de marzo de 1942, el general Vogel remitió una carta al comandante de los Marines en donde recomendaba alistar a 200 navajos para que aprendieran el nuevo código. La respuesta fue que tan sólo se autorizaba un proyecto piloto, con 30 navajos.

El ejército visitó las reservas navajo y seleccionó a los primeros 30 candidatos, aunque fueron 29 los que empezaron el programa. Muchos de los componentes de este primer grupo no habían salido nunca de las reservas, por lo que la transición a la vida militar fue bastante dura.

El 5 de mayo de 1942 llegaron los primeros operadores navajos a las oficinas de reclutamiento de San Diego. Después fueron traspasados al centro de entrenamiento de los Marines en el campamento Elliot, donde estudiaron varios cursos en lo que a transmisión de mensajes por radio se refiere.

Fue justamente en el campamento Elliot en donde se compiló el primer código navajo. Éste consistía de 211 palabras -muchas de las cuales eran términos del lenguaje navajo-, pero que ahora tenían un nuevo significado.

Según un criptógrafo que siguió con detalle el proceso de aprendizaje, se producían demasiadas repeticiones cuando se utilizaba el alfabeto para deletrear las palabras. Por esta razón, el código podría resultar fácil de descifrar.

Sin embargo, esto no ocurría una vez se hacía uso de las palabras del lenguaje navajo.

Alfabeto Navajo en el código militar y sus equivalentes en castellano.

A

(Wol-La Chee) - Hormiga (Be-La-Sana) - Manzana (Tse-Nill) - Hacha

B

(Na-Hash-Chid) - Tejón (Shush) - Oso (Toish-Jeh) - Barril

C

(Moasi) - Gato (Tla-Gin) - Carbón (Ba-Goshi) - Vaca

D

(Be) - Ciervo (Chindi) - Diablo (Lha-Cha-Eh) - Perro

E

(Ah-Jah) - Oreja (Dzeh) - Alce (Ah-Nah) - Ojo

F

(Chuo) - Abeto (Tsa-E-Donin-Ee) - Mosca (Ma-E) - Zorro

G

(Ah-Tad) - Niña (Klizzie) - Cabra (Jeha) -Chicle

H

(Tse-Gah) - Pelo (Cha) - Sombrero (Lin) - Caballo

I

(Tkin) - Hielo

(Yeh-Hes) - Picor (A-Chi) - Intestino

J

(Tkele-Cho-Gi) - Burro (Ah-Ya-Tsinne) - Mandíbula (Yil-Doi) -Imbecil

K

(Jad-Ho-Loni) - Hervidor (Ba-Ha-Ne-Di-Tinin) - Llave (Klizzie-Yazzie) - Chico

L

(Dibeh-Yazzie) - Cordero (Ah-Jad) - Pierna (Nash-Doie-Tso) - León

M

(Tsin-Tliti) - Cerilla (Be-Tas-Tni) - Espejo (Na-As-Tso-Si) - Ratón

N

(Tsah) - Aguja (A-Chin) - Nariz (Nesh-Chee) - Nuez

O

(A-Kha) – Aceite/ petróleo (Tlo-Chin) - Cebolla (Ne-Ahs-Jah) - Búho

P

(Cla-Gi-Aih) - Pantalón (Bi-So-Dih) - Cerdo (Ne-Zhoni) - Bonito

Q

(Ca-Yeilth) - Temblar

R

(Gah) - Conejo (Dah-Nes-Tsa) – Carnero/ Clavar (Ah-Losz) - Arroz

S

(Dibeh) - Oveja (Klesh) - Serpiente

T

(D-Ah) - Té (A-Woh) - Diente (Than-Zie) - Pavo

U

(Shi-Da) - Tío (No-Da-Ih) - Ute

V

(A-Keh-Di-Glini) - Vencedor

W

(Gloe-Ih) - Comadreja

X

(Al-Na-As-Dzoh) – Cruzar/ Cruce

Y

(Tsah-Ah-Dzoh) - Yucca

Z

(Besh-Do-Tliz) - Zin

Los indios navajos que estaban involucrados en el proyecto trabajaron muchísimo y se esforzaron al máximo para crear y aprenderse el nuevo código. Demostraron, además, una habilidad prodigiosa para memorizar el código y para enviar mensajes en situaciones adversas, propias de un enfrentamiento bélico.

Una vez que se completó el código, el cual contó al final con 411 palabras, los reclutas navajos fueron sometidos a una gran cantidad de pruebas, ya que no se podía tolerar ningún error en ninguna de las traducciones.

Tras demostrar que ya estaban sobradamente entrenados, dos reclutas se convirtieron en instructores de un futuro grupo de operadores navajos y a los restantes 27 los mandaron a Guadalcanal. Estos 27 soldados fueron los primeros operadores navajos que usaron el código en combate.

Johnston no había podido participar en la creación del código, porque no era miembro del personal militar. Sin embargo, una vez que se le prometió que podría participar en el programa, el antiguo combatiente de la primera guerra mundial volvió a alistarse y pasó a ser encargado del programa de entrenamiento de futuros operadores navajos.

Este mismo programa fue declarado un éxito rotundo y poco tiempo después los Marines autorizaron el alistamiento ilimitado de indios navajos, tantos que al final de la guerra se calculó que había 420 operadores navajos en activo.

No obstante, una vez en territorio enemigo, los operadores navajos seguían con el sambenito de tener que demostrar una y otra vez su valía, cosa que con una breve muestra de su talento todos quedaban contentos y muchos de los oficiales terminaban por agradecer la rapidez y precisión de los mensajes.

Operadores de radio navajos durante la campaña del Pacífico. Foto: Bettmann/CORBIS

Los operadores navajos participaron desde 1942 hasta 1945 en numerosas batallas en el océano Pacífico, entre las que se incluyen las famosas batallas de Guadalcanal, Iwo Jima, Peleliu, y Tarawa. Hay que recordar, además, que no sólo estaban entrenados en el área de las comunicaciones, sino que eran soldados y que vivieron en sus propias carnes los horrores de la guerra.

No en vano, algunos de los operadores resultaron muertos o apresados por las tropas japonesas. Uno de ellos fue el sargento Joe Kieyoomia, apresado en Filipinas y prisionero durante cuarenta y tres meses.

Kieyoomia fue uno de los centenares de soldados que padecieron lo que se conoció después como la marcha de la muerte de Bataan, en la que perecieron decenas de combatientes.

Durante su captura, los oficiales japoneses trataron, de mil maneras, de quebrar la voluntad de Kieyoomia y lograr alguna información sobre un código de transmisión que estaba poniendo el peligro la buena marcha de sus operaciones militares. Sin embargo, Kieyoomia nunca se rindió y su sacrificio contribuyó al éxito total de código navajo.

Palabras Navajas para designar aviones y navíos militares

Tipos de aviones

inal (ePalabra orign castellano); pronunciación en lenguaje navajo y traducción al español de los vocablos navajos

-Aviones

Wo-Tah-De-Ne-Ih

Fuerzas aéreas

-Torpedero

Tas-Chizzie

Golondrina

-Avión de observación

Ne-As-Jah

Búho

-Avión de combate

Da-He-Tih-Hi

Colibrí

-Bombardero

Ay-Sho

Águila ratonera

-Avión de transporte

Atsah

Águila

Tipos de barcos

Palabra original (en castellano); pronunciación en lenguaje navajo y traducción al español de los vocablos navajos

-Barcos

Toh-Dineh-Ih

Fuerzas navales

-Acorazado

Lo-Tso

Ballena

-Portaaviones

Tsidi-Moffa-Ye-Hi

Transportador de pájaros

-Submarino

Besh-Lo

Pez de hierro

-Dragaminas

Cha

Castor

-Destructor

Ca-Lo

Tiburón

-Barco de transporte

Dineh-Nay-Ye-Hi

Transportador de hombres

-Crucero

Lo-Tso-Yazzie

Ballena pequeña

La operación militar de la captura de la isla de Iwo Jima estuvo dirigida por las comunicaciones que enviaban los operadores navajos. Durante las primeras 48 horas -el tiempo que transcurrió entre la llegada de los Marines y la consolidación de su posición- hubo seis redes de operadores navajos trabajando sin descanso enviando y recibiendo más de 800 mensajes sin cometer ningún error, y cuando los Marines alzaron la bandera en el monte Suribachi los operadores navajos comunicaron el siguiente mensaje final: “Dibeh, Shi-Da, Dah-Nes-Tsa, Tki, Shush, Wol-La Chee, Moasi, Lin, Yeh-Hes”; es decir, deletrearon Suribachi.

Tras el final de la guerra debieron pasar más de dos décadas hasta que la historia de estos valerosos y abnegados combatientes pudiera, finalmente, salir a la luz pública, para conocimiento de la sociedad de su país.

Por ello, no es extraño que haya mucha expectación por un proyecto como Windtalkers, una película dedicada a los operadores navajos que participaron en la segunda Guerra Mundial.

WINDTALKERS

El anuncio del comienzo del rodaje de la película se produjo durante el año 2.000, justo después de que el director elegido para narrar la epopeya bélica –John Woo- terminara con sus labores de promoción de su anterior realización, Misión Imposible II. Con Windtalkers, Woo se hacía cargo de su quinto proyecto en tierras americanas, tras su exilio de Hong-Kong, escenario de toda su carrera hasta el año 1.993, momento en el que se estreno su primera película fuera de territorio chino.

En Broken Arrow, su segunda película rodada en Hollywood, Woo coincidió por primera vez con el actor Christian Stater. Con Nicolas Cale lo haría en Face Off (Cara a Cara) la siguiente realización en la carrera americana del director chino.

Por ello, cuando el realizador se hizo cargo del proyecto, volvió a recurrir a los actores Christian Slater y Nicolas Cage, amantes confesos, del trabajo de Woo.

Después comenzó un largo trabajo de pre-producción, contando con el asesoramiento de algunos de los Code Talker originales y con combatientes del cuerpo de Marines, durante la segunda Guerra Mundial. Con ello se pretendía lograr la mayor verosimilitud y que lo rodado reflejara la historia de los operadores navajos.

A este respecto, el artista y académico navajo Roger Willie, el cual asumiría el papel del soldado Charlie Whitehorse en el reparto final de la cinta, comentó lo siguiente: Yo quería ser partícipe de algo que representara nuestra lengua y cultura de la forma más verídica posible. Si no representaba fielmente a los navajos, estaría traicionado todo aquello que me importaba, todo aquello en lo que creo.

Willie, una de las personas que mejor conoce la lengua navajo en la actualidad ejerció de profesor para el actor Adam Beach, el que fuera el soldado Ben Yanzee en la película. Beach, un indio de la tribu Saulteaux canadiense asumió la responsabilidad, como ya hicieran los operadores navajos originales, de memorizar el complicado código para así poder transmitir en pleno rodaje con la misma soltura y credibilidad que los auténticos operadores.

La siguiente iniciativa llevada a cabo por Woo y por los responsables de la película fue el enviar a los actores escogidos para completar el reparto, salvo Nicolas Cage, a un campamento militar de los U.S.M.C en Kaneohe Bay. Allí deberían pasar un periodo de instrucción real de nueve días, pero siguiendo las tácticas y los modos habituales durante la segunda Guerra Mundial.

Además, los actores vistieron y utilizaron los mismos uniformes y armamento que los Marines que participaron en la campaña del Pacífico en los años cuarenta.

La experiencia, dura y exigente en sus primeras jornadas logró su principal cometido; que los actores aprendieran a comportarse y actuar como un solo hombre, del mismo modo que los soldados reales, siguiendo la filosofía del cuerpo de Marines de los Estados Unidos.

Tras la instrucción, los actores y el equipo se trasladaron hasta Hawai, lugar escogido para el rodaje, dada su similitud con los escenarios reales donde se desarrollan los acontecimientos narrados en el guión.

La acción comienza de manera simultanea en dos lugares, en la reserva navajo de donde parte un grupo de futuros operadores y en un escenario bélico en las islas Salomón. En este último conocemos al cabo Joe Enders, un Marine con una premisa muy clara: jamás se abandona una posición. Su determinación a punto está de costarle la vida, después de que los hombres a su cargo perezcan bajo fuego enemigo.

Mientras Enders se recupera de sus heridas, Yahzee y Whitehorse aprenden el código navajo, al mismo tiempo que son entrenados como unos soldados cualquiera. En el hospital, Enders conoce a Rita, una enfermera que terminará siendo capital para que el soldado regrese al campo de batalla. La razón de todo son los problemas de audición que los combates han dejado como secuela en el cuerpo de Enders y que ponen en peligro su vuelta al frente. Gracias a la ayuda de la enfermera, un remanso de paz en medio de las pesadillas que sufre el soldado, éste logra pasar los exámenes médicos.

Tras volver al servicio activo, Enders es asignado como responsable –niñera, según palabras de su superior- de uno de los operadores navajos, pieza clave para la campaña del Pacífico merced a su indescifrable código de transmisión.

Para Enders se trata de una nueva misión, aunque con una cláusula que no figura en las anteriores El código es más importante que las personas y nunca debe caer en manos del enemigo, al precio que sea, le dirá de manera clara y taxativa su superior.

De vuelta al campamento, Enders conoce al sargento Pete Anderson –Ox-. Él también ha sido designado para ejercer de ángel custodio del segundo de los operadores navajos con los que cuenta la unidad.

En un principio el escepticismo es la tónica general entre ellos, en especial en el caso de Enders que no ve capacitado a Yahzee para entrar en combate. La principal causa no es otra que el desencanto del Cabo después de las experiencias sufridas en la batalla.

Sin embargo, Yahzee no se dejará amilanar por la actitud de Enders y pondrá todo de su parte para lograr entenderse con su superior. En el caso de Ox es distinto. Poco a poco éste comienza a sintonizar con Whitehorse y con todo lo relacionado con la cultura india, especialmente con la música, nexo de unión entre ambos soldados.

El resto de las tropas perpetuarán, unos más que otros, la ignorancia y los recelos del hombre blanco frente al indio, legado del antiguo oeste y las campañas contra los indios rebeldes.

No obstante, la realidad de la contienda obliga a todos a dejar a un lado sus diferencias y a hacer frente a los requerimientos propios de su condición.

Así, la acción se traslada hasta Saipán, durante el desembarco del 16 de julio de 1.944.

Para recrear dicha acción, Woo pasó buena parte de la pre-producción preparando la larga secuencia que recrea este momento, la cual sería rodada durante unas agotadoras sesiones que llevaron días enteros de rodaje.

Woo llegó a trabajar, como es habitual en él, hasta con una docena de cámaras dispuestas a lo largo del terreno además de operadores de steady-camp, los cuales corrían junto a los actores que participaban en el rodaje.

Durante la acción quedó muy claro que los actores habían aprendido a actuar con la mentalidad del cuerpo de Marines, comportándose como verdaderos soldados que están siendo sometidos al fuego enemigo.

En dichas secuencias, Woo evita recrearse en excesos visuales en pos de lograr un mayor realismo y dinamismo en unos momentos tan cruciales en la narración.

Volviendo a la historia original, queda claro que el entrenamiento nada tiene que ver con la realidad. Así Yahzee y Whitehorse sobreviven a su primera jornada en combate con agridulces sentimientos, pero demostrando su capacidad para transmitir en las condiciones más adversas.

A partir de entonces, las cosas transcurren por caminos bien distintos, a causa de los acontecimientos que se desarrollan en la película. Dos son los momentos que marcarán el desenlace final. Uno es el comportamiento de Yahzee mientras las tropas americanas son bombardeas por su propio ejército, mientras que el segundo es consecuencia de la batalla en la aldea japonesa.

En el primero, Yahzee y Enders terminan salvando a los miembros de su unidad, no sin antes ver cómo los obuses acaban con la vida del soldado Nellie. Cuando el coronel acude al campamento para condecorar, por segunda vez a Enders, queda claro que ni los mandos están ajenos a los prejuicios y a la ignorancia en lo tocante al trato que le dispensan al soldado Ben Yahzee.

El gesto de Enders de entregar su medalla para que sea enviada a la esposa de Nellie deja muy claro sus sentimientos ante quienes deciden la suerte de las contiendas.

El segundo, el mejor momento de la narración, sucede cuando las tropas americanas son atacadas en una tranquila aldea japonesa. La secuencia, planteada como los wester de Sam Peckinpah -director americano admirado por Woo- demuestra la capacidad del director chino cuando se trata de dirigir este tipo de secuencias.

Nada hace presagiar que aquel momento de tranquilidad termine como termine, algo similar al arranque de la secuencia final de Grupo Salvaje, donde los confiados soldados mejicanos no pueden ni imaginar lo que se les viene encima con la llegada de los gringos.

Sin embargo, las normas de la guerra son sorprender al enemigo y las tropas japonesas lo saben y lo demuestran. Antes hay tiempo para pequeñas historias. En una de ellas, Enders se preocupa por la salud de una niña enferma. Otra está protagonizada por Ox y Whitehorse quienes continúan compartiendo su gusto por la música.

Tras esos instantes, el infierno sale de las colinas y ataca a las tropas americanas allí reunidas con unos efectos realmente devastadores. Las bajas son cuantiosas, aunque los Marines se defienden con la toda la tenacidad posible. Aún así, los atacantes han logrado sorprenderles y, a pesar de sus esfuerzos y del sacrificio de Ox, logran apresar a Whitehorse con vida.

Ante ello, Enders sólo tiene una salida, la cual ejecuta con la misma frialdad como quien le dio la orden. Los problemas vendrán cuando Yahzee, en una misión mientras todo esto sucedía, se entera de la muerte de su amigo y de la implicación de Enders en ella.

Desde ese momento, Yahzee mimetiza el comportamiento de Enders, comportándose de la misma manera suicida y temeraria que su mentor demostrara al principio de la campaña.

El problema es que los conocimientos de Yahzee son vitales para lograr la victoria en la campaña y Enders no está dispuesto a permitir que el operador muera sin razón alguna.

Puede que estos momentos sean los que peor están planteados al buscarse un desenlace muy rápido a costa de abandonar una narración un poco más pausada que no requiere de tanta espectacularidad. No obstante, cuando todo termina, queda claro que la gran ganadora de todo es la guerra, mientras que los soldados son sólo los peones del juego. Una vez terminado el rodaje, la película debió enfrentarse con varios problemas, propios y ajenos, los cuales retrasaron su estreno.

A los problemas de post-producción, en especial por problemas de presupuesto y en la sala de montaje, se sumaron los atentados del once de septiembre los cuales aconsejaron que se congelara la fecha prevista para su debut.

De todas maneras, los actores, el director y el equipo técnico fueron invitados a la ceremonia de entrega de las medallas de oro del Congreso de los Estados Unidos a los supervivientes de los operadores navajos originales.

Durante el acto, todos declararon sentirse muy honrados de haber ayudado a que los espectadores pudieran conocer la historia de quienes tanto hicieron por la libertad de su país y del resto del mundo.

Por otra parte, la película debió enfrentarse con la feroz oposición de una crítica especializada que castigó la cinta de Woo con todos los adjetivos posibles.

Bien es cierto que el actor Nicolas Cage asume un protagonismo excesivo en algunos momentos de la narración, en detrimento de poder profundizar más en la historia de los operadores navajos y de su compañero de reparto, el actor Christian Stater. Sin embargo, hay que tener dos cosas muy presente: por un lado, el reclamo que un actor como Cage suponía para el público en general, en aquellos momentos. Y por otro que los operadores navajo eran, ante todo, Marines de los Estados Unidos y, además, operadores de radio. De ahí que sus historias sean tan tópicas como muchas otras películas bélicas rodadas en las últimas décadas.

Ni los guionistas, John Rice y Joe Batteer, ni el director John Woo pretenden innovar en una narración salpicada por los elementos propios de cualquier cinta protagonizada por Marines.

Ni siquiera Clint Eastwood, director de la contestataria El sargento de hierro, puede escapar a ellos. Forman parte del cuerpo de Marines, de las narraciones bélicas y de la imagen que se tiene de las contiendas en el séptimo arte.

La diferencia estriba en que Woo da una versión más ácida y con menos glamour, si me permiten la expresión, al mostrar a unos personajes bastante desencantados o que tratan de sobrevivir de la mejor manera posible.

Detalles como el enfrentamiento étnico entre Hjelmstad y Yahzze o el respeto que siente Ox por Whitehorse son propios de Woo, el cual no sólo sabe rodar buenas secuencias de acción.

Lo más curioso es que muchos de sus detractores le echaron en cara que la película tenía muchos tiempos muertos, en vez de cadáveres saltando despedazados en cada plano de la película…vivir para leer.

Personalmente creo que Windtalker sirvió para que espectadores de todo el mundo conocieran la historia de los operadores navajos y el tesón y la determinación mostrados durante las más sangrientas contiendas de la campaña del Pacífico.

No niego que durante su metraje –el cual se vio aumentado en veinte minutos en una posterior versión del director en DVD- se pudieran haber incluido más detalles y características del código navajo, eje central de todo. Sin embargo, y ya lo hemos dicho antes, Windtalker es una película de guerra que, además, tiene otra historia más que contar.

El mejor resumen de lo que fue la labor de los Code Talker lo ponen las palabras de algunas de las personas implicadas en el rodaje de la película.

Contribuyeron a cambiar el curso de la guerra. Christian Slater

El valor, la lealtad y la integridad que demostraron hacia nosotros, para que no nos despojaran de nuestra libertad... El que hicieran eso es, ya en sí mismo, todo un honor. Roger Willie

Dieron el 110% de si mismos e hicieron un trabajo excelente.

Bill Patte, 27th regimiento de los Marines en la segunda Guerra Mundial

Una de las razones que hace interesante esta historia es la tenacidad del pueblo indio por ayudar a este país a ganar una guerra terrible.

Helen Scheirbeck, directora del museo de historia del indio americano

La mayoría de nosotros no nos consideramos héroes. Somos, fuimos, Marines de los Estados Unidos y cumplimos con nuestro deber y lo hicimos lo mejor posible.

Roy Hawthorne, U.S.M.C y operador de radio navajo en la segunda Guerra Mundial

En los últimos años y tras la muerte de la soldado Lori Ann Piestewa, el presidente de la asociación de los Code Talker ha solicitado la retirada de las tropas americanas destacadas en Iraq, una vez que no se encontraron las armas de destrucción masiva con la que se justificó la invasión de dicho país.

Sam Billison, veterano del cuerpo de Marines y responsable de la asociación, declaró que ante tal revelación y viendo la cantidad de bajas sufridas por el ejercito en dicho escenario las tropas debían regresar a casa.

Sea como fuera, el comportamiento de la soldado Piestewa es una muestra más de la valentía y el arrojo demostrado por los nativos americanos, cada vez que estos han entrado en combate, en defensa de un país, que no siempre los ha tratado como debiera.

Sirvan estas palabras como homenaje y reconocimiento a su labor desempeñada en los frentes bélicos en los que han combatido.

BIBLIOGRAFÍA:

Davidson, Osha Gray

Rolling Stone Magazine# 27, Mayo 2.004

Bixler, Margaret T.

Winds of Freedom: The story of the Navajo Code Talker of World War II

Two Bytes Publising Company, 1.992

Paul, Doris A.

The Navajo Code Talkers.

Dorrance Publishing Co, 1.973

Navajo Code

History and Museums.

USMC Reserve and Historical Studies 1.942-1.988

PÁGINAS WEB:

http://bingaman.senate.gov/code_talkers/

http://www.imdb.com/title/tt0245562/

http://www.mgm.com/windtalkers/

PELÍCULA:

WINDTALKERS: DIRECTOR´S EDITION (2-Disc DVD Collector´s Set)

MGM Home Entertaiment LLC, 2.005

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2017

© 2017 Smithsonian Institution

© 2017 Metro-Goldwyn-Mayer & Lion Rock Productions.

Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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