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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El Ejército libanés toma Nahar al Bared tras un centenar de días de combates

Miles de libaneses se concentraron en la localidad de Abde, la última antes de llegar a Nahar Al Bared y en las calles de Trípoli para celebrar con banderas del Líbano, disparos al aire y canciones la caída del campamento. Una interminable caravana de vehículos y personas se dirigió desde las poblaciones de alrededor del campamento hasta donde permiten los fuertes controles militares para ver con sus propios ojos la consumación de la toma de la localidad.

“Hoy es el día más feliz de nuestra vida, ya no podíamos esperar más”, aseguró Ahmed Sayud, un joven libanés de la cercana localidad de Wadi Yamus, que confiesa que debido a la crisis perdió su trabajo en una carpintería. Sayud, que se queja de que “nos han reducido a la miseria” y de que el norte del país “es la región olvidada de Líbano”, explicó que el cerco policial le impide volver a su pueblo de donde salió la mañana de este domingo con destino a Trípoli.

El control total del campamento siguió a la muerte este domingo de cerca de 30 milicianos de Fatah Al Islam cuando intentaban huir del campamento, apoyados desde fuera por un comando formado por cinco o seis personas, según fuentes militares. En este intento de fuga murieron al menos dos soldados libaneses, que intentaban impedir que los yihadistas atravesaran el cerco de seguridad.

A pesar de que aparentemente la crisis ha finalizado, el Ejército libanés continúa buscando a los combatientes que hayan podido huir, por lo que ha cerrado las carreteras que conducen a Siria, la única salida terrestre del país.

Búsqueda de militantes de Fatah

Fuentes militares, que pidieron el anonimato, dijeron que a pesar de la importancia de esta victoria que abre la puerta a un nuevo capítulo den la historia del Líbano, el Ejército no baja la guardia y continúa la búsqueda de posibles células durmientes de Fatah Al Islam en el país.

A pesar de las reservas militares, los libaneses no dudaron en salir a festejarlo y el nerviosismo y la tensión de estos últimos meses, en los que cerca de 30.000 personas fueron evacuadas de Nahar Al Bared, se transformaron en una explosión incontenible de júbilo. Las carreteras colapsadas sólo permiten el paso a los vehículos militares que son recibidos con una lluvia de flores, vítores y arroz.

Desde los coches, los soldados les responden con la señal de la victoria, que acompañan con enormes sonrisas incapaces de ocultar su alegría. Sin embargo, no todos están exultantes: Abu Mohamed, no puede ocultar su nerviosismo, porque salió de Minia por la mañana, localidad cercana a Nahar Al Bared y sólo desea volver para reunirse con su familia, pero se lo impide el cerco policial.

La crisis de Nahar Al Bared comenzó el pasado 20 de mayo, cuando milicianos de este grupo islamista asaltaron varios puestos militares situados a las afueras del campamento en represalia por un ataque militar contra una célula del grupo en la ciudad de Trípoli. El asalto militar que se consumó este domingo registró durante este tiempo numerosas dilaciones:

Primero por un acuerdo entre el ejército y las agrupaciones palestinas, que impedía a los soldados interferir en la seguridad de la zona; más tarde por el gran número de civiles y familiares de los islamistas que se quedaron en el campamento, y finalmente por la resistencia ofrecida por los propios milicianos, que incluso excavaron túneles para moverse por dentro del recinto.

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