La violencia aumenta en Birmania

Las fuerzas de seguridad reprimieron este jueves, por segundo día consecutivo y con mayor violencia, las protestas de decenas de miles de personas contra la dictadura militar birmana, después de asaltar rifle en mano los monasterios budistas de Rangún.

Al menos diez personas, incluidas un monje y un fotógrafo japonés, murieron por impactos de las balas con las que los soldados regaron todos los intentos de la población de manifestarse de forma pacífica contra la Junta Militar, que se enfrenta a su mayor desafío desde que sofocó a tiros las protestas democráticas de 1988.

En medio de la oscuridad de la noche y con vehículos militares, los soldados tumbaron las puertas de seis monasterios de Rangún en donde los soldados detuvieron a unos 800 monjes y mataron a otro de un disparo, según informaron las radios birmanas de la disidencia.

La ofensiva militar también fue dirigida contra los miembros de la Liga Nacional por la Democracia (LND), cuyo portavoz Myint Theint, pasó a engrosar la lista de miembros de esa formación que están detenidos, y que incluye a la líder y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, en cautividad desde junio de 2003.

Durante los últimos dos días de violencia, al menos 15 personas han muerto al ser alcanzadas por disparos o por golpes de los soldados, la cifra de heridos se aproxima a 200, y hay más de un millar de detenidos, según los grupos antigubernamentales.

A lo largo de todo el día, los militares birmanos en vehículos patrullaron la ciudad, a veces ordenando a la gente que en “dos minutos” debía dispersarse, y en otras ocasiones disparando sin previo aviso sobre los viandantes.

“Venceremos, venceremos”

Miles de manifestantes, hasta 70.000, según algunas fuentes, llegaron a congregarse en el centro de Rangún a los gritos de “venceremos, venceremos”, hasta que las fuerzas de seguridad cargaron desde varios frentes disparando con sus fusiles y lanzando botes de gases lacrimógenos

Cerca de la pagoda de Sule, convertida en un punto emblemático para los manifestantes, las fuerzas de seguridad cargaron contra varios miles de personas que se incorporaron a una sentada para apoyar los cánticos de un grupo de monjes, cada vez más escasos en las calles de Rangún.

En medio del caos, el diario la Nueva Luz de Myanmar, portavoz de la Junta Militar, salió a la venta con un editorial en el que acusó a la prensa extranjera de publicar “un cielo de mentiras”.

Unas horas después, un destacamento de soldados entró en el Hotel Traders y comenzó a registrar habitación por habitación para dar con el paradero de los periodistas extranjeros que han entrado en el país haciendo uso de visados de turistas, ante la imposibilidad de conseguir uno de prensa.

Entretanto, activistas antigubernamentales repartían por las calles de la ciudad octavillas en las que instaban a la gente a unirse a las protestas y demostrar así su solidaridad con los monjes, que con sus marchas pacíficas han conseguido que resurja un movimiento democrático que casi había sido aniquilado por el régimen.

Al atardecer, las fuerzas de seguridad abrieron fuego desde dos frentes contra miles de manifestantes en el distrito de Tamwe, donde dos destacamentos de soldados bloquearon el paso a la marcha y empezaron a disparar contra la multitud, informó radio Mizzima.

“Ha habido muchos disparos, pero no sabemos cuánta gente ha muerto. Es una situación terrible, pero cada vez se unen más a las protestas”, dijo un testigo.

Un extranjero, de nacionalidad desconocida pero que, al parecer, portaba un bolso con un pin con la bandera de Estados Unidos y cuya cámara de vídeo fue requisada por los militares, también resultó herido en los aledaños de la pagoda.

La Junta Militar declaró el toque de queda el martes pasado, prohibió las reuniones públicas y detuvo a varios líderes democráticos en las horas siguientes, además de instalar controles militares y policiales en monasterios, pagodas y puntos claves de las principales ciudades del país.

Birmania acepta la entrada al país del enviado especial de la ONU

El Gobierno de Birmania (Myanmar) dejará entrar al representante especial del secretario general de la ONU, Ibrahim Gambari, quien el miércoles fue enviado a ese país asiático para evaluar la deteriorada situación política, informó este jueves la Organización de las Naciones Unidas.

Gambari partió en la noche del miércoles a Bangkok sin saber si la Junta Militar que gobierna Birmania desde hace 45 años lo dejaría entrar, pero el ministro de Asuntos Exteriores de ese país, Nyan Win, le comunicó este jueves al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que se le concederá un visado a su enviado, dijo la portavoz del organismo, Marie Okabe.

El viaje de Gambari se produce en medio de un creciente rechazo internacional a la respuesta violenta de la Junta Militar a las manifestaciones de monjes y civiles, que por el momento se ha cobrado quince muertos.

Los ministros de Asuntos Exteriores de los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN), reunidos al margen de la Asamblea General de la ONU, expresaron en un comunicado su “repulsa” a las acciones del Gobierno birmano.

También instaron a “ejercer la máxima contención y a buscar una solución política” a la crisis.

“Nos sentimos horrorizados por las informaciones de que se han empleado armas automáticas y exigimos al Gobierno de Myanmar que desista inmediatamente del uso de la violencia contra los manifestantes”, agregó el grupo, al que Birmania pertenece pero no China.

La reacción de los países asiáticos fue bienvenida por el ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, quien el miércoles se mostró decepcionado por la negativa de China a permitir que el Consejo de Seguridad condenara a los militares birmanos.

“La ASEAN es muy importante y esta declaración es para tomarla en cuenta, porque los asiáticos son los únicos capaces de ejercer una presión eficiente sobre el Gobierno de Myanmar”, dijo Kouchner.

Agregó que “si así se ha hecho, es un éxito para la democracia y un éxito para los manifestantes en Myanmar”.

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