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El Gobierno no tiene quien le informe

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español. (EFE).

José A. Alemán

Las Palmas de Gran Canaria —

Los catalanes andan ahora entretenidos con las elecciones que les ha convocado Rajoy. Y mientras los peperos gallean que como España, la suya de ellos, no hay nada, la diplomacia portuguesa echa la pata alante al que, vuelven a decir los peperos, es el Estado más antiguo de la galaxia. Ahí es nada que António Guterres fuera elegido secretario general de la ONU y que Mário Centeno sea el nuevo presidente del Eurogrupo en lugar del holandés impronunciable que en su momento dejó con la miel en los labios a Luis de Guindos, quien, al parecer, optará, en febrero a ocupar una vacante en la ejecutiva del BCE donde no hay, al parecer, ningún español en estos momentos. En definitiva: Portugal, a pesar de su menor peso económico, supera a España que no ha conseguido en los últimos años ningún cargo relevante. Y como era de esperar, el entorno gubernamental del PP trata de explicar el asunto poniendo de manifiesto, una vez más, la escasa consideración en que la ignorante carquería patria tiene al país vecino: como es un país pequeño e irrelevante, no le crea problemas a nadie, dicen. No les vendría mal coger algún recorte de Manuel Marín, fallecido estos días.

La actitud desdeñosa con Portugal que refleja semejante “explicación” muy bien pudiera ser, mutatis mutandis, la que corresponde al trato que da Madrid (la administración estatal, no los madrileños, aclaro para evitar reclamaciones) a los asuntos de las Islas; a los de interés general, por supuesto, porque los que interesan a los empresarios corren mejor suerte. El nuevo aplazamiento de la toma en consideración de las enmiendas a la parte económica del REF (Régimen Económico y Fiscal, por más señas), más de un año después de aprobada la fiscal, la que aprovecha nada casualmente a los empresarios, lo dice todo. Por un lado, cuentan los gobiernos españoles con que Canarias no puede colocar en la Gran Vía a unos cuantos miles de isleños con sus pancartas. Es decir, que depende Canarias de sus diputados parlamentarios entre los que hay, no se sabe para qué, nacionalistas que, la verdad, no parecen sentirse concernidos sino cuando les toca cumplir con los empresarios, que son los que tienen capacidad (dinero, o sea) para moverlos, aunque carezcan de sentido de la solidaridad respecto a los intereses generales. La mentalidad empresarial isleña, salvo contadas excepciones, no les permite entender las razones de los cuatrocientos empresarios USA para pedirle a Trump que no les bajara los impuestos. Se trata, ya saben, del mismo Trump que tanto se esmera en acabar con el planeta, torpedeando la lucha contra el calentamiento global, poniendo en trance de liquidación los espléndidos parques nacionales de su país y ordenando el traslado de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, con lo que liquida o al menos deja muy maltrecho el statu quo de la ciudad, santa para la tira de religiones. La que se puede formar es para echarse a temblar.

Trato de ironizar con esta forma de ver las cosas pero no me sale porque no está el horno para bollos. La actual relevancia internacional portuguesa frente a la pérdida del prestigio exterior de España, ganado con los socialistas, debería sugerirnos, aun forzando las situaciones, el paralelismo con las revueltas en 1640 de Portugal y Cataluña contra los austrias españoles. Portugal consiguió entonces la independencia y resistió en los años siguientes los intentos de Felipe IV de someterla de nuevo, mientras Cataluña, derrotada, siguió sometida. No negarán que si hoy Cataluña se lía con el fallido procés, Portugal le gana a España por puntos en la escena europea. No porque sea un país chiquito, irrelevante que no molesta a nadie, como dicen en Madrid, sino porque, tras desembarazarse del salazarismo, los portugueses consiguieron darle continuidad a su política, por encima de las contingencias de los partidos, lo que le ha proporcionado al país una estabilidad de la que carece España desde que se agotó el impulso de la Transición y comenzó a hacerse la política a cara de perro con el resultado de la incapacidad de los partidos principales de llegar a acuerdos en cuestiones como la integración de los territorios.

Esa incapacidad se refleja en la torpeza socialista para contrarrestar la desalmada e irresponsable “oposición” del PP que cubrió de insultos y campañas infames a Zapatero a quien llegó a acusar de complicidad con ETA, de tratar de vengar la muerte de su abuelo, no recuerdo si fusilado por Franco mediante la destrucción de España con la puesta en marcha de las reformas estatutarias. Bien sabemos que Zapatero pifió de mala manera en lo económico, pero hizo avanzar al país en asuntos sociales. Después vino Rajoy a obsequiarnos con una corrupción tan generosa que dejó chiquita la del PSOE. La misma corrupción que ha llevado a centenares de peperos y al propio PP al banquillo y que Federico Trillo calificó de mentira, de campaña urdida por Pérez Rubalcaba. Mucho podría seguir hablando, pero basta lo dicho y lo que todos sabemos más o menos para entender que España no ofrece ahora mismo hacia el exterior la imagen de estabilidad que se requiere en esas instancias. No es un país fiable.

No es preciso tampoco decir que el PP sigue tan en las mismas como el PSOE arrastrando su incapacidad para hilvanar propuestas que desemboquen en un proyecto que vaya más allá del partido. Del PP ya sabemos lo que puede esperarse pues no es ningún secreto que no está por la reforma constitucional, al menos con la amplitud con que la demandan la calle, los observadores, los partidos y las instancias profesionales y académicas relacionadas con el constitucionalismo. No hay tertulia radiofónica o televisiva que no haga sus propuestas, las que sirven al menos para dar idea del estado de opinión que Rajoy confía en que sea pasajero. Sin reparar en que la gente tiene cada vez más claro que los partidos en su conjunto han reducido la política al mero juego de intereses partidistas y más inclinado a ser un modus vivendi que una vocación de servicio, concepto éste que suena a coña. Al menos, así la perciben quienes sienten que han confundido sus espaldas con una cancha de competición sobre la que se intercambian pelotazos. Mucho me temo que, de haber reforma constitucional, sólo serán unos afeites para ir tirando. No es sólo la Constitución lo que ha de reformarse..

Por último y en cuanto a las elecciones del próximo día 21, los independentistas anuncian que el procés continuará de otra forma, teniendo en cuenta la experiencia acumulada. Llaman al voto dándole a la convocatoria el carácter de “segunda parte” del referéndum del 1-O, la que mostrará, mediante el número total de votos que obtengan las candidatura afines, la voluntad mayoritaria de irse de España. A estos deseos oponen los españolistas, autodenominados “constitucionalistas”, sondeos que registran un retroceso en la intención de votos a los separatistas. Es verdad, desde luego, que los sondeos son como son, pero no es menos cierto que los fracasos no se perdonan cuando los preceden falsas expectativas, sobre todo si han logrado generar ilusión. En cualquier caso, no hay duda de que tratarán de mantener la llama encendida hasta una próxima ocasión.

El bando españolista no ofrece mejores perspectivas. Ya, de entrada, considera segura la victoria y parece pensar que ganar las elecciones borrará del mapa al independentismo, que el resultado favorable de las urnas bastará. A los que se unen quienes advierten contra la tentación de hacer de concesiones que sean en el fondo premios a los independentistas. Es evidente que esas actitudes no son, precisamente, las más adecuadas para el entendimiento al quedar excluido tanto por el aviso de que el procés seguirá adelante (hasta que estén “preparados”) como las advertencias de que ojito con premiar a los independentistas. Lo que augura, conociendo al personal, una oposición frontal y virulenta a cualquier mejora autonómica. Al fin y al cabo, este último episodio de la cuestión catalana arrancó de la sentencia del Tribunal Constitucional, de 2010, favorable al recurso del PP contra el Estatut a pesar de cumplir con todos los requisitos exigidos por la ley para las reformas estatutarias. El PP, Rajoy en definitiva, quiso aprovechar la ocasión para darle otro golpe a Zapatero y de paso compensar los votos que nunca obtendría en Cataluña despertando el anticatalanismo históricamente alentado en el resto de España por la derecha mesetaria.

La única posibilidad de superar esta situación la tendría el PSOE si no fuera como es. Pedro Sánchez, ya saben, habló de reforma constitucional en clave plurinacional o federal, pero dejó de insistir temeroso de que tildaran su propuesta de “regalo” a los separatistas. No han sido los socialistas capaces de pergeñar un modelo de Estado y si bien es verdad que no es fácil hacerlo con tanto integrista suelto, también debe tenerse en cuenta que la socialdemocracia ya no es lo que era. O lo que fue en los tiempos de Willy Brandt que tanto influyó en el éxito de Felipe González.

Vuelta a las Islas

Tras varias semanas dándole vueltas al conflicto catalán en esta sección, es hora de volver a nuestros asuntos isleños. Si, como he dado a entender, no hay allá muchos propósitos de la enmienda, aquí no hay ni propósito de salir de la postración y por eso me interesa lo que concierne a Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, concretamente la imputación de insularismo que le hacen desde la CC controlada por los áticos y sus entenados tipo Casimiro Curbelo o los grancanarios que medran en esos ambientes insulareros.

Conozco a Morales hace años, si bien apenas lo he tratado y no recuerdo haber mantenido con él más de dos o tres conversaciones siempre ocasionales. Creo que hizo una buena labor en Agüimes; que fue de los pocos políticos que le plantó cara a las barbaridades energéticas del funesto Soria, a quien le paró los pies en alguna ocasión; y que se le ha ido la mano en alguna de sus actuaciones cabildicias. Entre las que no cuento, faltaría más, sus denuncias por los desequilibrios propiciados por el Gobierno canario que tan poco quiere a su isla. En este punto, debo mencionar a los populares, concretamente a las arremetidas de Felipe Afonso El Jaber que suele invalidar la razón que pueda asistirle en algún momento con ataques a Morales exagerados, fuera de contexto y mal intencionados, muy característicos del estilo del partido. Y como no hay uno sin dos, el exalcalde Cardona que culpa a su sucesor, Augusto Hidalgo de todo, tanto de lo que hace mal como de lo que hace bien; y hasta de lo que dejó él mismo sin hacer, hecho o deshecho cuando presidió la corporación municipal. Imagino que habrá en el PP quienes lamenten, todavía hoy, la defenestración de José Miguel Bravo de Laguna. Los dos, Cardona y El Jaber, no sé si con la anuencia de Antona, están en la línea de Fernando Clavijo y Carlos Alonso a los que une la consolidación de la hegemonía de su isla que no conciben sin el esquinamiento de Gran Canaria. Resulta curioso que ambos dos, Clavijo y Alonso, que fueron educados en el “amor al Teide y el odio al canarión”, como dice jocosamente un amigo lagunero, encuentren aliados grancanarios gracias a que nadie les afea en su isla que hagan lo que mejor les parezca. Como debe ser.

Desde luego, no es cosa de hacer aquí el memorial de agravios a Gran Canaria, no por Tenerife ni los tinerfeños, sino por su oligarquía, la que determina el esquinamiento de Gran Canaria a titulo de defensa de los intereses de la isla, que son los de sus negocios. El conflicto universitario, entre otros, puso de manifiesto sus manejos para lograr la movilización contra la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, como antes boicotearon las propuestas de que La Laguna se extendiera y abarcara a las demás islas dando lugar a una universidad regional única, que era, en realidad, lo más sensato y racional. Pero La Laguna se cerró en banda, anunciaron grandes males, la ruina del pequeño comercio lagunero y otras calamidades sin cuento que le quitaron el sueño a quienes en Tenerife vieron sus negocios o sus empleos en la cuerda floja porque les decían sin el menor pudor que “Las Palmas planeaba cerrar la Universidad de La Laguna”. Esa “filosofía”, extendida a todos los ramos de la vida económica y política por supuesto nutrió a las personas que controlan el Gobierno canario; con éxito pues prácticamente han hecho desaparecer de Gran Canaria la administración autonómica, a despecho de aquel reparto de sedes y de los desequilibrios en contra de Gran Canaria que el Gobierno niega sin ofrecer las informaciones que lo demuestren, en cumplimiento de la normativa de transparencia. Tanta caña le han dado a Morales que sorprende que no lo hayan puesto ya en evidencia informando en lugar de limitarse a ponerlo a parir.

Seguimos, en fin, sin saber quien dice la verdad; como seguimos, esa es otra, sin información puntual del Gobierno acerca de la recaudación de arbitrios por islas que estuvo siempre a disposición pública…hasta que ATI se hizo, años ha, con la Consejería de Hacienda y sobre la marcha sacó esa información del circuito. Requemaba a los áticos que hubiera constancia de que la recaudación en Gran Canaria era notablemente superior a la tinerfeña y se supiera que parte de ella se utilizaba en la financiación de Tenerife sin que nadie en Gran Canaria protestara porque era justo que se hiciera así. Anoto, por otro lado, la sorpresa de los observadores económicos para quienes el peso económico de las dos islas era más o menos equiparable y no tenía sentido semejante diferencia recaudatoria. Luego se advertirían cosas raras en los estadillos de importaciones santacruceras: comerciantes grancanarios que importaban sus mercancías por Tenerife para desde allí traerlas a Las Palmas; y se detectaron partidas rotuladas como “despojos animales” que resultaron ser pieles con destino a los escaparates de peleterías de postín.

El Gobierno, retomo a Morales, es remiso a informar o directamente se niega y lo justifica en el caso de las quejas por los desequilibrios con que no tiene gente suficiente que haga ese trabajo. Algo sorprendente porque si algo tiene el clientelismo gubernamental es que no se para en barras a la hora de colocar deudos y entenados en cantidad. Cosa distinta es que los “agraciados” sean unos calamidades de los que no saben hacer una O con un canuto entre los que podría señalarse a algunos que han logrado prosperar y hasta ocupar cargos de responsabilidad. Sólo me queda por dilucidar si Clavijo es un primus inter pares o qué.

Por otra parte, el esquinamiento de Gran Canaria sigue sin encontrar respuesta. Priman los intereses partidistas y mientras CC gobierne, ATI impondrá lo que más convenga a la oligarquía todavía anclada en el modo decimonónico. Incluso puede advertirse en la batalla universitaria connotaciones del siglo XVIII como considerar la universidad un privilegio real graciable.

Clavijo y Dávila

Ya que he tomado a Antonio Morales como hilo conductor, seguiré con él. Más que nada para insistir en que según Fernando Clavijo y su consejera de Hacienda, Rosa Dávila, no existe, qué va, la menor animadversión contra Gran Canaria y que sólo ocurre que Antonio Morales es un insularista que trata de situarse mejor para conseguir réditos electorales. Yo no descarto lo segundo pues los políticos por un voto son capaces de matar un burro a pellizcones. De lo primero ya les dije que no lo creo y por algo será, no por falta de personal, que la Consejería de Hacienda no ha proporcionado la información que demuestre la inexistencia de desequilibrios. Y no sólo eso sino que, además, ocurre que Rosa Dávila es una radical-tinerfeñista y en cuanto a Clavijo les puedo decir que no es menos radical pues el hombre no viene a Gran Canaria si no es obligado; como si le doliera hacer gasto en la odiada ínsula.

Dávila, por cierto, acaba de deleitarnos con una crítica al lehendakari Íñigo Urkullu por un artículo en El País sugiriendo que se tenga en cuenta el modelo vasco al acometer la reforma de la financiación autonómica que es como el billete de 500 euros, del que todos hablan y nadie ha visto. Exige la consejera Dávila a Urkullu un respeto (?) a las singularidades canarias. Porque para faltar al respeto no ya a las singularidades sino a los mismísimos canarios ya están los representantes de CC en el Congreso (los que ya son historia porque hoy sólo queda Ana Oramas) y su venta de votos. Eso que Quevedo, el diputado de NC, considera cambio de derechos por perras con que poner unas cuantas farolas; en Tenerife, claro, para que rabie Morales. Son como niños, les tengo dicho.

Otrosí. Hace apenas un mes, Manuel Mederos, en uno de sus lúcidos análisis de la política canaria, señaló a Clavijo y a Dávila como muy inclinados a la grandilocuencia y a hacer de todas sus actuaciones récords Guinness y a mí, Sabino, que los arroyo, el viejo grito de guerra de los íberos del que nada diré porque no viene al caso sino que me salió del alma. Así, recuerda Mederos que celebraron el Fondo de Inversiones como el mejor instrumento de todos los tiempos que pondría el PIB de las Islas donde no lo pudiéramos ni ver; más o menos lo que ocurre ahora que tenemos que andar con cuidado para no pisarlo; de la Ley del Suelo dijeron que nos sacaría de la miseria y ni les cuento de los nuevos presupuestos, que ya ni sé que hacer con tanto dinero.

Pero, ya ven, hay gente mala y envidiosa. Como los redactores de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social que puso a Canarias en el último lugar, que es el del más pobre. Casi la mitad de la población está en peligro de caer en la pobreza o en la exclusión social y es inútil que el Gobierno se esmere en utilizar la gente que decía no tener para informar de las cuentas a hacer informes para desmentir a la Red citada. Como si no viéramos a simple vista lo que hay y no supiéramos que para muchos conocedores del problema la pobreza ya es crónica en Canarias.

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