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Rajoy: un ser que no puede ser

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones. (EFE)

José A. Alemán

Al comportamiento de un lobo no puede aplicársele códigos morales o éticos. No cabe, pues, considerársele perverso, cruel y sanguinario porque mate corderos; como no cabe hacer a éstos depositarios de las virtudes con que los adorna la iconografía cristiana. Es la naturaleza la que se impone como ocurre con el PP y los peperos que son como son. Así, ya lo han visto, apretaron a los socialistas para que se abstengan en la investidura por venir y tras sorroballarlos malamente les exigen ahora la rendición incondicional al comprobar que ni por esas conseguirán salvar sus leyes más queridas, como la de educación o la reintroducción camuflada de la cadena perpetua.

Pero conste que nada les reprocho pues no esperaba nada de ellos. Los populares, como los socialistas, no nos engañemos, operan con distintos grados de desvergüenza que confluyen en el hecho de que todos administran una partitocracia cleptócrata que da mucho juego a los escribidores. Quiero decir, en fin, que si en ocasiones les nombramos la parentela, lo hacemos sin acritud porque comprendemos que, al fin y al cabo, nos ayudan en nuestro trabajo y obran de acuerdo con su naturaleza, como el lobo cuando le hinca el diente a un cordero, pobrecito mío.

Con esa predisposición tan favorable asistimos a las quejas peperas por la lentitud de la Justicia. Un asunto del que se ha ocupado varias veces el propio Rajoy, que es un ser que no puede ser. Viene a decir que no hay derecho a que tengan a alguien nueve o diez años a la espera de que acabe la instrucción y soportando a diario la pena del Telediario para que después resulte absuelto, cual es el caso de nuestro incomparable José Manuel Soria al que citan con frecuencia porque ni se enteran de lo que hay, por ejemplo, que la prescripción de un delito no equivale a absolución.

Desde luego, faltaría más, no negaré la razón que asiste a Rajoy al quejarse porque es muy cierta la lentitud con que obra la Justicia. Pero me recuerda a un personaje que se tiró toda una cena quejándose de lo mal que estaba la Educación y vine a enterarme a los postres de que era el consejero del ramo, o sea, el llamado a poner los remedios. No hacer nada y echar a otros por delante es su estrategia política. Aunque, por muy gallego que sea, es posible hacerse una idea de por donde va en cada momento. Recuerden, si no, el famoso “Luis, sé fuerte” que semanas después se convirtió ante la Prensa en referencia en “señor Bárcenas” hasta descender por último al rango menos confortable de “esa persona por la que usted me pregunta”.

Quiero decir, como habrán comprendido, que es a Rajoy, no al de Merimé, a quien toca solucionar el problema de la Justicia. No digo que haya colaborado el PP en el saqueo de las arcas públicas, sólo diré como los de mi pueblo que “se dejaron dir”; sin reparar en que los saqueadores y demás familia son de los que les das la mano y se cogen el codo y ahí los tienen, reclamando la anulación del caso Gürtel y aquí no ha pasado nada. No me sorprendería que acabaran pidiendo indemnizaciones por obligarlos a interrumpir sus actividades. Lo que, bien mirado, tampoco me sorprendería pues aquí siempre se ha metido la mano en la cacharra del gofio sin que nadie se asuste y manda huevos que precisamente cuando le toca hacerlo al PP se ponen estrechos; y cabrones porque, según el letrado Jesús Santos, el partido sigue sin saber qué hechos concretos les atribuyen y en materia de beneficios obtenidos no saben ni el qué, ni el cuándo, ni el cómo ni el dónde.

Siguiendo con la demora en concluir la instrucción, tampoco está de más recordar que el PP, siempre en la misma línea, hizo cuanto pudo por enredarla. ¿O no desató el PP la batalla contra el juez Baltasar Garzón y no fue el que calzó por el ministro de Justicia, Fernández Bermejo? ¿No recuerdan a Federico Trillo acusando a Rubalcaba de ordenar a la Policía ir a por sus rivales? Que es más o menos de lo mismo de que se acusa (esta vez con pruebas) al actual ministro del Interior en funciones, Fernández Díaz. Si Rajoy aseguró no una ni dos veces que Gürtel no era trama del PP sino una trama contra el PP, ¿por qué el juez Rus expulsó al partido de la instrucción del Gürtel, en la que estaba personado, debido a que torpedeaba el trabajo desde dentro? Entre estas acciones y otras, que no recuerdo ahora mismo (no tengo ganas de revolver carpetas), se comprende que no cogiera la instrucción velocidad de crucero. La jeta de Rajoy, a poco que se paren a pensarlo es de considerables dimensiones y dureza a juego.

Pero todas estas son cuestiones que no preocupan al PP. Han comprobado que el electorado apoya esas conductas y está conforme con la corrupción. La entiende, pudiera decirse, no sé si porque en verdad no espera la gente de los mandarines un comportamiento distinto. Siempre ha sido así y así seguirá de modo que, con esa tranquilidad, el PP se le ha echado encima al PSOE. Superada la etapa en que consiguió acabar con el “no es no” y que se instalara el “sentido común” de facilitar un Gobierno de Rajoy en minoría para evitar la mayoría absoluta, exige ahora el sometimiento incondicional que, seguramente, conseguirá pues es lo que interesa también a los santones socioliberales que tan bien representa Felipe González. Por mi parte, con tanto que si tutú que si tatá, casi estoy por esas terceras elecciones porque si no hay mayoría pepera estará claro que la gente sabe más de lo que parece; y si la hay tendré otro motivo para dimitir de ciudadano; de ciudadanía, no de Rivera que esa es otra.

Gibraltar, español

Hace unos cuantos años, cuando Él habitaba todavía entre nosotros, el Régimen ordenó a las masas salir a la calle y exigir la devolución del Peñón de Gibraltar. Eran los días en que la pérfida Albión no tenía buena Prensa en España y cuentan que, en una de esas jornadas de tenso patriotismo, la gente dio en aglomerarse ante la legación británica en Madrid por lo que el ministro de la Gobernación telefoneó ofreciendo el envío de unos guardias; a lo que respondió el embajador que no, que muchas gracias, que bastaría con que dejara de mandarle manifestantes. No sé si fue en aquella o en otra ocasión, ni si se trata de leyenda urbana, pero en una de tantas movidas reivindicativas de la España Una, Gran y Libre, allá por los años 50, un nutrido grupo de patriotas, que los había entonces a pallollo, se dirigió a la calle Preciados y apedrearon los escaparates del establecimiento para recordar eso, que Gibraltar es español.

Como saben, cada cierto tiempo hay sus más y sus menos y todos los años se discute el asunto en la Comisión de Descolonización de la ONU que lo deja estar siempre para el siguiente. El caballo de batalla fijo es la cosoberanía que los gibraltareños no aceptarán ni borrachos. Sin embargo, García Margallo, ministro de Exteriores español, considera que el triunfo del Brexit brinda una nueva oportunidad de tocarle los pinjantes a los británicos y le dio, a la comparecencia ritual de este año, un nuevo sentido de urgencia, lo que molestó a Fabián Picardo, que consideró la iniciativa de Margallo un chantaje y dejó claro que los gibraltareños no están dispuestos a renunciar a su soberanía por continuar en la UE: seguirán, pues, el camino que les marque el Brexit. La cosa tiene su enjundia pues el Peñón y el Campo de Gibraltar tienen unas economías muy integradas por lo que, sin duda, el problema del enclave ofrece perspectivas de más difícil negociación. Es muy posible que lleguen a un apaño que no será tan fácil para Londres puesto que si durante mucho tiempo, en especial durante y después de la segunda guerra mundial, las potencias se sentían más seguras con el Peñón en manos británicas, hoy día España ya se ha incorporado al sistema defensivo occidental y no será tan sencillo mantenerla al raso. De momento, García Margallo ha asegurado que la bandera de España ondeará en la Roca antes de lo que creen británicos y gibraltareños, que están muy tranquilos porque no hay indicios de que los monos vayan a desaparecer, lo que ocurrirá, según la tradición, cuando Gibraltar deje de ser inglés. Así los tienen de mantenidos y contentos.

Ya en plan de meter cizaña, diréles que España perdió Gibraltar y que en el ejército anglo-holandés al mando del príncipe de Darmstadt que tomó el Peñón figuraba un batallón de 350 soldados catalanes partidarios del archiduque Carlos, de la familia Austria, frente al Borbón que reinaría como Felipe V.

Guerra subsidiaria y otras

No llama la atención, tal y como funciona el mundo, que sean los rusos y los estadounidenses quienes negocien si continúan machacando Siria o qué. Las dos grandes potencias deben sentir añoranzas de la guerra fría y han arrastrado al conflicto a cuantos pasaban por allí. Son tantas las potencias metidas que hay quienes han calificado la situación de “guerra subsidiaria”; mientras la ONU la considera abiertamente sectaria. El gobierno sirio de Bashar al-Asad cuenta con el apoyo de Rusia que lo considera país aliado desde los tiempos de la URSS, de Irán y de la organización libanesa Hezbolá. Para al-Asad, las primeras revueltas armadas fueron financiadas por Occidente que también se valió de grupos yihadistas en sus intentos de tumbar el Gobierno. A los enemigos de al-Asad los respaldan Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudí y otros países del golfo Pérsico. Y son los sirios corrientes y molientes los que padecen las ocurrencias de unos y otros, los bombardeos, las armas químicas que, seguramente, están ahora probando en vivo y en directo para matar mejor la próxima vez. Se calcula que más de tres millones de personas han huido del país lo que les ha permitido comprobar que Europa no es como la pintan.

La concentración de los enfrentamientos en la ciudad de Alepo, al noroeste del país, la capital económica, ha reducido a ruinas gran parte de la ciudad que tenía en 2004 algo más de dos millones de habitantes. Se le cae a uno el alma a los pies ante las imágenes de TV en que se aprecia el grado de destrucción de la hermosa ciudad entre las que destaca el barrio cristiano. Con todo lo que estamos viendo y oyendo no creo que podamos permitirnos ser optimistas con la cantidad de conflictos que ahí siguen un año y al siguiente y a los que habrá que ir sumando los viejos de la escena europea que creíamos superados y sólo estaban dormidos.

Vuelven a sonar los países balcánicos y se disputa el mar de China y sus inmensos recursos objeto del deseo USA que practica una política de aislamiento de Pekín, que también aspira a tajada. Por no hablar de las diferencias greco-turcas en el Egeo o del inquietante mosaico africano que nos queda tan cerca con sus frágiles fronteras. A los que añadiría el problema de los kurdos diseminados entre cuatro países. Y ni les digo de Oriente Próximo, de palestinos y saharauis, del desgarro coreano… No estamos en el mejor de los mundos.

Y Donald Trump de postre

La referencia a unos pocos de los conflictos existentes es más que nada para dar unas notas del mundo en el que podría alcanzar Donald Trump la presidencia de los Estados Unidos con una campaña basada en la supremacía blanca y dirigida a la América profunda caracterizada de siempre por su abstencionismo electoral. Carl Bildt, ex ministro de Exteriores sueco es de los que no se lo han tomado a broma y considera a Trump la mayor amenaza actual para la seguridad occidental. Su idea de que hay que devolver a Estados Unidos su grandeza parece haber calado y es evidente la sintonía del candidato presidencial con los movimientos populistas xenófobos en ascenso en Europa, contrarios a la inmigración, campo en el que comienza a adentrarse la primera ministra británica. Trump es contrario también al comercio internacional, enemigo por tanto del TTIP, negociado por la administración Obama y la UE. A este tratado se han opuesto otras fuerzas aunque por razones distintas a la del multimillonario candidato. Asimismo se opone Trump al TPP, el acuerdo de libre comercio de Estados Unidos y varios países del Pacífico. Algún eco debe haber tenido porque Hillary Clinton ya ha anunciado la necesidad de reformarlo para introducir varios cambios.

La derecha, la izquierda y el pleito

Fernando Clavijo le ha quitado importancia a los problemas surgidos en su pacto con los socialistas. Dijo que son roces sin esa mayor importancia y no implican, por tanto, ruptura alguna. Mientras, se oye hablar de una especie de realineación de las fuerzas políticas canarias de modo que la derecha tiende a predominar en Tenerife y la izquierda en Gran Canaria. Lo que podría dar lugar a un enfrentamiento ideológico en el que cobraría nuevos impulsos el pleito insular. Lo que me parece poco creíble. Diría que un tanto mecanicista pues la izquierda y la derecha no tienen necesariamente que estar a la greña pues hay matices en los que confluyen. En cuanto al pleito no creo que nadie ignore ya que su raíz fue siempre la disputa oligárquica por el control del archipiélago de una parte y el reparto del pastel que fue la aspiración de la oligarquía grancanaria. Hoy las dos oligarquías se entienden, no están por la labor de enfrentarse porque saben que el pleito no es bueno para los negocios de ambas y sí contraproducente que la de Tenerife utilice el Gobierno para mortificar a la grancanaria. Eso es lo que llaman los nacionalistas superación del pleito.

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