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Nunca digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre

A Rajoy le salpica el atasco monumental de la AP6. (CA).

José A. Alemán

Mira que lo tengo dicho: nunca digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre porque luego pasa lo que pasa; o sea, lo que acaba de pasarle a Rajoy, sepultado como está por los videos que le han sacado rajando de Magdalena Álvarez, ministra de Fomento con Zapatero. A Álvarez, recuerden, le tocó la nevada que en 2009 cerró Barajas y el PP arremetió contra ella con su lamentable estilo político, el que ya mostró Rajoy tras su inesperada derrota en las generales de 2004. Entonces, sigan recordando, lanzó la especie de que PSOE y ETA habían sellado un pacto secreto por el que la organización terrorista ayudaría a los socialistas a hacerse con el Gobierno de España a cambio de no se sabe qué concesiones a los etarras, una vez “perfeccionado” el contubernio con el triunfo electoral socialista. Aquella forma de hacer política marcó toda una etapa de relaciones interpartidistas lamentable. Desde siempre ha caracterizado al PP su falta de escrúpulos a la hora de hacer política y si algo han ganado los catalanes con sus movidas es haberse quitado de encima al PP de Albiol.

Antecedentes para abrir boca

En el párrafo de entrada ya se señalan algunos antecedentes al que debo añadir otros para poner en evidencia que Rajoy es un ser que no puede ser, que diría Pancho Guerra. No hay por donde cogerlo. Ni a él ni a su partido que han demostrado tener en poco la inteligencia de los españoles al pretender que dieran por sentado un poderío de ETA capaz de condicionar la victoria en todo el país de quien le diera la gana. Incluso trataron de “vender”, los peperos y la derecha carca de toda la vida, el criminal atentado en la Estación de Atocha, de Madrid, como la acción capital del supuesto apaño PSOE-ETA para facilitarle el triunfo a Rodríguez Zapatero.

No es preciso ser un gran especialista para detectar que en la actitud del PP sigue vivo el desprecio por el pueblo. Algo que, con frecuencia, se advierte en su propaganda o en el modo de analizar las situaciones políticas. Aún recuerdo el estupor de no pocos derechistas cuando Felipe (¡un socialistas, adónde vamos a llegar!) ganó las elecciones de 1982. Por poner un ejemplo de ahora mismo, el modo en que discurre bajo tierra, que no oculta porque estaría feo, la información sobre los pagos a Gürtel por el PP valenciano, vía la caja B esa que no existe, qué va. La carajera catalana les ha venido pintiparada y ni les cuento que el Madrid dé por perdida la Liga.

Algún día habrá que abordar los sistemas utilizados para recortarle las alas a informaciones de alcance sin necesidad de retirarlas de encima de la mesa, como ocurre con las audiencias públicas del caso Gürtel. Pero ahora estoy con el atentado de Atocha del que debo recordar que el PP no aceptó, contra toda lógica y no pocas informaciones contrastadas, las “pruebas” de la autoría islamista de semejante barbaridad. Por ejemplo, la Prensa adicta a la derecha sociológica, interesada en alinearse con el PP y dejar chiquito El País, que se adelantó a ocupar el terreno de la democracia liberal. Entre los objetivos de esa derecha, que no entendió la nueva dialéctica, figuraba en el caso que nos ocupa salvar a Aznar como si fuera un soldado Ryan castellano-leonés y de las JONS. El terrorismo islamista reivindicó el atentado como venganza por la participación española en la agresión a Irak (la dichosa “foto de las Azores”) pero como quien oye llover. Tanto batalló esta derecha mediática para dejar fuera a Aznar que años después, mientras Bush y Tony Blair reconocían su error y hasta admitían que se les fue la mano porque Hussein no tenía, en efecto, “armas de destrucción masiva”, Aznar, muy carpetovetónico, seguía en sus trece: anunciaba con esa chulería suya y tras proclamar que no se arrepentía de nadita, su disposición a repetir la faena si se le presentaba la oportunidad. Aunque no consiga precisarlo, recuerdo que Aznar no le tiene simpatía a los moros que invadieron la Península en 711 y en ella permanecieron casi ochocientos años, unos cuantos más de los que llevamos los canarios ejerciendo de subperiferia de la periferia sin que nos agradezcan nuestra contribución a hacerles más llevaderos que padezcan los escozores patrios por la pérdida del Imperio.

De vuelta al frío

Tras apuntar estos antecedentes vuelvo a Rajoy que, les dije, arremetió en su día contra Magdalena Álvarez a cuenta del cierre de Barajas cuando la nevada de 2009. Lo hizo con soniquete de burla pajiza y un rebufo machista para fijar la impresión de que Álvarez era una “pobre diabla” sin repajolera idea. Pero Dios, es fama, castiga sin piedra ni palo y le ha caído arriba, al Gobierno y al PP, la del fin de semana pasado, que deja la de Barajas tamañita. Millares de ciudadanos atrapados durante casi 20 horas en miles de coches bajo un nevadón de libera nos Dómine dan para mucho. El alto grado de incompetencia y de ausencia de sentido de la responsabilidad política del ministro de Interior, Juan Antonio Zoido y por su director general de Tráfico, Gregorio Serrano, clama al cielo. Aunque la auténtica responsabilidad corresponde a quien los nombró y los mantiene en sus puestos todavía en el momento de escribir. O sea, el presidente del Gobierno que tampoco ha dado explicaciones ni pedido disculpas, que yo sepa. Como si nada hubiera ocurrido.

Comprendo, faltaría más, que no estuviera el ministro Zoido del mejor humor para ocuparse de los miles de españoles atrapados en la autopista (de pago, anoto para que no se olvide) después del repaso que acababa de darle el Betis a su amado Sevilla en el partido de la eterna rivalidad sevillana. Se le vio en el Estadio, hundido en su asiento mientras le llegaban los ecos de la celebración bética. No era el mejor momento para avisarle por más que, como luego se vio, daba igual que da lo mismo: no estaba el hombre para nada.

No puede decirse lo mismo de Gregorio Serrano, director general de Tráfico que tienen, ya saben, teléfono e Internet en su casa de Sevilla desde la que siguió lo que ocurría. Si lo de Zoido fue sobrevenido tras la impresión del varapalo futbolero, simultáneo al nevadón, lo de Serrano debe ser de nacimiento; o de una pedrada. De ahí que se le ocurriera culpar a los automovilistas que, tras pagar religiosamente en los cajeros, sin que nadie les aconsejara dar media vuelta, se vieron cogidos en la gran trampa sin que les consolara saber que con ellos, hacia adelante y hacia atrás, había unos cuantos miles de ciudadanos con sus familias en igual trance. Serrano insistió en los tropecientos mil avisos de las circunstancias meteorológicas de las que no tenían la menor noticia los encargados/as de cobrar el peaje que antiguamente se abonaba para ir deprisita.

En el momento de escribir, seguían el Gobierno sin ofrecer ninguna explicación sobre lo ocurrido y si Rajoy, que como presidente es el máximo responsable llamado a adoptar medidas y dar satisfacciones a los perjudicados, nada ha hecho, si Zoido advierte que no es su intención dimitir y Serrano advierte que a él no lo separan del cargo ni con agua hirviendo, ya me contarán. No son los primeros cargos de Rajoy que han demostrado su manifiesta incompetencia y a los que han mantenido en sus cargos pese a todo. Debe baremarlos Rajoy a partir de sus propias entendederas, cosa que le hace menos exigente y les da margen a los afectados para anunciar que ellos no se van y que los eche el presidente.

Creo que cuando Rajoy ponía tibia a Magdalena Álvarez por el cierre ya mencionado de Barajas formulaba una premonición. Quizá fuera consciente de estar no menos rodeado de mantas. Lo que me recuerda a un viejo profesor que proclamaba (bajito, casi al oído) que los maulas en los cargos públicos cumplen funciones que acreditan la existencia del Estado bajo perpetua sospecha. Cual es el caso del que “disfrutamos” gestionado por esta gente. Igual es mucho sospechar pero, qué quieren, sobran motivos de suspicacia. Para empezar, el PP de Aznar se empeñó en una política de construcción de autopistas de peaje de las que se cedería su construcción y explotación a concesionarias privadas. Sobre el papel todo iba a ser estupendo hasta que llegó el tío Paco con las rebajas y ocurrió que no se cumplieron las expectativas, que se habían equivocado de tal manera con las previsiones de tráfico e ingresos que les han salido deficitarias a las concesionarias de los concursos y que a punto están, si no lo han hecho ya, de cargar el muerto al ciudadanaje que para eso está en el sentir de esta gente de negocios. Porque al ciudadanaje corresponde hacer frente a los 50.000 millones del rescate bancario, que abonarían, dijeron los propios bancos; como le caerán estas autopistas de peaje, que no van a pagarlas los amigos del Gobierno.

La empresa concesionaria de la AP-6, donde se formó el lío último, es Iberpistas que, seguramente, tenía sus buenas agarraderas con el PP. Lo digo porque, según se desprende de las informaciones no disponía del equipo y de los materiales necesarios para hacer frente a situaciones no sé si extremas o extremadas. Tampoco, a lo que se ve, dispuso la información para que la gente supiera a qué atenerse y buena muestra de su desidia fue que los cajeros siguieran despachando billetes con la que estaba cayendo sin que, por lo visto, nadie se preocupara de avisarles. Como si el supuesto fracaso del negocio, de ser cierta la mala situación de los peajes, les hubiera desanimado hasta el punto de desinteresarse. Sin entrar en mayores detalles, es evidente que los de Iberpistas estaban por los alrededores del Gobierno pepero, en su “cogollito”, que diría la madame Verdurin de Proust, pues no parece que se controlara el cumplimiento de las condiciones de la concesión y que cuanto ha ocurrido viene rodeado de una desidia que el Gobierno, como garante que se le supone de los intereses públicos, descuidó.

Y acabo con la Unidad Militar de Emergencias creada en 2005 por el Gobierno Zapatero. El PP, como suele hacer, combatió la idea, llegó a calificarlo de proyecto “faraónico” (?) y otras lindezas que ya no dicen, faltaría más, porque esta unidad militar ha demostrado ya sobradamente ser de gran utilidad en situaciones como la sobrevenida en la AP-6. Su intervención contribuyó a aliviar la desesperación de los que se vieron atrapados y a tranquilizar los ánimos en medio de aquella acumulación de miles de coches y personas. Es difícil imaginar cómo hubiera acabado la jornada sin la UME: una vez más, la realidad pone en evidencia que los puntos de interés del PP poco coinciden con los de la gente. Sin ir más lejos, la forma de hacer oposición del PP en el Ayuntamiento de Las Palmas y el Cabildo de Gran Canaria: no parece que su no y sus críticas a todo lo que se mueve acaba anulando sus propias críticas con fundamento. Sigue el PP sin caer en la cuenta de que por la boca muere el pez.

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