Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

¡Cuidado cristiano! mire p'arriba, que caen teniques

Un cartel informa sobre desprendimientos en la fachada de uno de los edificios de La Cornisa. (CA).

Jorge Batista Prats

Que a los yihadistas y sus túneles en Afganistán acaba de caerles encima – Al Andalus en Abril – la madre de todas las bombas, la más cercana a la energía nuclear. Y a nosotros nos puede impactar en la cabeza un tenique de considerable peso y dimensiones, al pasar al lado o intentar entrar en el conocido edificio La Cornisa, ejemplo paradigmático de la construcción in illo tempore que recibe el implacable castigo ora apodráseis porque no ha tenido el adecuado mantenimiento. La Cornisa está justo enfrente de la entrada al Parque de la Minilla, Parque de Pepa Luzardo o Parque de Alberto Hernández Suárez, Inspector Jefe de la Guardia Municipal Tres nombres distintos para un sólo y muy agradable entorno de césped radicado – muro mediante ¡Hay que ver! – junto al Cementerio del Puerto, sus nichos y cipreses, en una zona que ocupa territorio cool en la mente de los ciudadanos. Hace no mucho tiempo supe que en la rumorología geoestratégica de Escaleritas, La Cornisa es conocido soto vocce como “el edificio de los divorciados”, ya que, al igual que en el muy cercano Solyvista, siempre hay apartamentos para alquilar y cambiar de onda vital. Aunque esa vitalidad puede verse alterada por diferentes circunstancias, pormenores, pormayores, eventualidades, coyunturas y condiciones. Aquel o aquella que ven roto su matrimonio o convertida la pareja de hecho en desecho, salen como correcaminos a instalarse allí para someterse al lento suicidio de ser devorados por el moho y esa ahitada humedad de los tabiques. Dejad que asmáticos, afectados de rinitis crónica y/o alérgica, atrófica o vasomotora, fumadores embadurnados de nicotina y empedernidos de alquitrán, pulmones jibarizados, remolques de enfisemas, gargantas en carne de cañón, bronquios liberados a esputos, carnada de ácaros y no caricias, se acerquen a mi. Pero, todo a su debido tiempo. Porque “El futuro está oculto detrás de los hombres que lo hacen” (Anatole France).

Abre el ojo y desparrama la vista 

Está desde siempre reivindicado que el periodista jamás debe ser noticia. Pero si ese periodista es suceptible de recibir el impacto en toda la crisma de un tenique desgajado al vacío desde un piso duodécimo a 9,8 metros por segundo, entonces sí se convierte por derecho propio en objeto informativo, aparte de quedar craneoencefálicamente muy jodido. Objeto informativo no por ser periodista sino por damnificado o víctima de la irresponsabilidad criminal. Así que no me queda otra que contar las cosas en primera persona del singular, aunque yo sea yo y mi circunstancia, como dijo Gasset y, consecuentemente, aparezca yo diferente de mi cada vez que varíen las coyunturas. Luego, el plural es evidente, como si el ego hubiera adoptado un régimen asambleario sin salir a las calles a convocar multitudes. Soy el novio de la muerte.

Un día de esos que parecen cualquier jornada y no lo son, cayó la primera piedra desde las alturas de La Cornisa sin que nadie, siquiera extrapolando el escatológico “¡Agua va!” del medioevo, alertara a los transeúntes de que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Pero a lo bestia. Allá en los tiempos más bárbaros y hediondos, era habitual lanzar a la vía pública desde ventanas y balcones agua sucia, orines, cacas y otras cochambres previo señalado alarido: “¡Agua va!” Y, al instante, las gentes corrían apresuradas a buscar un techo que evitara el repugnante diluvio, muy lejos de la límpida lluvia, el crujiente granizo o los suaves copos de nieve. Cayó el primer tenique, no por acción de la mano del hombre sino por la mantenida inacción de esa misma mano, agravada por la gravedad. Afortunadamente, no rompió frontal, ni parietal, ni temporal ni occipital alguno. Cosas de la vida.

No pasó demasiado tiempo hasta que el edificio – todo el edificio – quedara envuelto en una fina red verde, de tal modo que los aludes cayeran siguiendo la más absoluta vertical al efecto de colisionar y descansar en las estrías donde el gran bloque se une a la tierra, evitando así males mayores. Pero la red es fina y el pedrusco, osado y cabezón. En este planeta, que yo sepa, nadie ha visto una lithos volando que no busque una cabeza para intimar. La red tiene agujeros como un queso Gruyère.

Pero lo nuestro es pasar

Que se fue casi un año y la malla verde seguía instalada como única protección, mientras nada se hacía para evitar que continuaran desprendiéndose trozos de fachada al grito de ¡Hasta aquí llegué! Cayeron unas cuantas y de ello no se habló. Hasta que una madrugada, tal vez un amanecer, de hace pocos días, un nuevo trozo de edificio, seguramente afectado de mal de amores, decidió besar el suelo. No hubo víctimas, pero alguien debió avisar a la Policía Local y debieron venir también los bomberos – yo vi el circo ya montado –. Se colocaron unas vallas de esas amarillas metálicas, unidas por la típica cinta blanca y roja de peligro, con un cartel de cartón y escrito a mano en el que se avisa al personal de esta manera: “¡No pasar! Caída de piedras de fachada. CCPP Cornisa”. Y listo. Por la noche, no se ve absolutamente nada. Uno de los pasillos de salida de la parcela no puede ser utilizado – hay que salir como vehículo orgánico por el aparcamiento exterior – y parte del jardín es también terreno peligroso. Sabido es que, en este país – tal vez en otros – hace falta un muerto para que se tomen decisiones y asimismo cantar sus virtudes de cuando estaba vivo. No obstante, supongo que el Ayuntamiento habrá abierto un expediente, puesto que ya señaló en 2013 que en Las Palmas de Gran Canaria “tendrán que pasar la ITE (Inspección Técnica de Edificaciones) un total de 75.546 viviendas, una cifra que representa el 58,5% de las 125.606 casas que hay censadas en el municipio capitalino”. Más de la mitad de las viviendas de la ciudad.

Eso quiere decir que no es La Cornisa ni mucho menos el único edificio que pone en peligro la seguridad ciudadana, incluso la de sus propietarios e inquilinos. No obstante, sólo se habla con el obligado rigor de lo que se conoce, se tiene cerca y se sufre todos los días, como les ocurre a otros miles de ciudadanos en otros lugares de la capital grancanaria.

¿Qué dice el Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria?

Ordenanza Especial sobre Conservación y Estado Ruinoso de las Edificaciones

No se puede ocultar la imagen negativa que gran parte de las edificaciones de nuestra ciudad muestran en la actualidad, debido, normalmente, a la negligencia de sus propietarios de conservar las mismas en un estado óptimo de seguridad, salubridad y ornato público, suponiendo pues, una ruptura total con la armonía que debe presidir el Paisaje Urbano de nuestra ciudad y que en cierto modo perjudica seriamente el relanzamiento turístico y económico de Las Palmas de Gran Canaria.

Tras los acontecimientos sufridos en ciudades como Barcelona o Madrid, en las cuales se ha tenido que soportar desgracias personales con pérdidas de vidas humanas por culpa de desprendimientos de edificaciones y construcciones en estado ruinoso, nos hemos mentalizado de que no podemos esperar, con parsimonia, a que las mismas tragedias ocurran en nuestra ciudad, intentando evitar pues, con la creación de la presente Ordenanza y, su posterior ejecución, el no tener que lamentarnos en un futuro por la pérdida de vidas humanas por algo tan nimio, además de garantizar indirectamente la libre circulación y seguridad de los viandantes.

Artículo 3 A. Condiciones de Seguridad: Las edificaciones deberán mantenerse, en sus cerramientos y cubiertas estancas al paso agua, contar con la protección de su estructura frente a la acción del fuego y mantener en buen estado los elementos de protección contra caídas. Los elementos de su estructura deberán conservarse de modo que garanticen el cumplimiento de su misión resistente, defendiéndolos de los efectos de la corrosión y agentes agresores, así como de las filtraciones que puedan lesionar las cimentaciones. Deberán conservarse, asimismo, los materiales de revestimiento de fachadas, cobertura y cerramiento de modo que no ofrezcan riesgo a las personas y los bienes.

Artículo 3B. Condiciones de Salubridad: Deberá mantenerse el buen estado de las redes de servicio, instalaciones sanitarias, condiciones de ventilación e iluminación de modo que se garantice su aptitud para el uso al que estén destinadas y su régimen de utilización. Mantendrán tanto el edificio como sus espacios libres con un grado de limpieza que impida la presencia de insectos, parásitos, roedores o animales vagabundos que puedan ser causas de infecciones o peligros para las personas. Conservarán en buen estado de funcionamiento los elementos de reducción de controles de humo y partículas.

El manifiesto de algunos inquilinos

Los ascensores subían y bajaban. Como invisibles neutrinos. Como átomos inquietos, desinquietos e inquietantes. Ahora voy al seis, luego subo al diez, bajo al bajo, remonto al tres, paro un momento en el cinco, no hay nadie, me elevo hasta el undécimo, me espero, me llaman y sigo. Como Cantinflas, sube y baja. Los ascensores subían y bajaban. Y yo que cojo uno que iba en dirección al magma y me encuentro pegado en el espejo un cartel que no hablaba de obras, ni de cortes de agua, ni de la piscina venenosa, ni de los olores nauseabundos, ni de los hongos mikológicos que no mitológicos que constituyen hasta 80.000 especies, sino que decía exactamente – raudo copié el texto – lo siguiente:

¡ATENCIÓN EDIFICIO LA CORNISA!

– De vida o muerte.

– Vivimos en un edificio que está enfermo y se cae a trozos.

– Tanto por fuera como por dentro.

– El domingo por la tarde/noche cayó un trozo de fachada que pudo haber matado a alguien. No será el último. Hubo hasta intervención policial.

– Las finas redes que hay instaladas no tienen seguridad ninguna.

– Se rompen con desprendimientos de muy poco peso.

– Las paredes de las casas están llenas de humedades y la ropa en los armarios se llena de moho. Las prendas de piel, la lana y los zapatos fundamentalmente.

– Toda la red interna de tuberías está hecha un auténtico desastre. Tanto las que llevan el agua de abasto como las de saneamiento de aguas fecales.

– Es más que evidente que las casas de este inmueble son insalubres. Diabólicas para aquellos que tengan cualquier afección de nariz, garganta o pulmones.

– El edificio no ha tenido el adecuado mantenimiento. Vive de la gloria del pasado pero su presente es peor que tercermundista.

– Sin embargo, los alquileres son altos como si se estuviera pagando lujo.

– La piscina, que se vende como atractivo y caché, ya no puede usarse, también debido al deterioro y a las condiciones higiénicas.

– ¿Somos imbéciles los que tenemos viviendas alquiladas en estas condiciones y a estos precios? Es evidente. Estamos ante una gran tomadura de pelo … que puede ser hasta mortal.

– EL AYUNTAMIENTO DEBERÍA TOMAR CARTAS EN EL ASUNTO ¡ YA !

Cuando volví de comprar unas cuantas cosas, el cartel ya había desaparecido. Intenté investigar un poco sobre el tema. En un clima de miedoso silencio, supe que lo habían colocado varias veces y que se comentaba que detrás estaba un grupo de inquilinos “muy descontentos” por el estado de sus viviendas – humedad, moho, escapes de agua, tuberías podridas – y “por el olor a cañería que tantas veces hay en el portal”. Afortunadamente, yo tuve mucha suerte y tropecé con un casero que es un señor y tenía la vivienda impecable. Muchos no han disfrutado la misma realidad. Así, un caballero de más de 80 años, me dijo anoche: “En todos los castillos hay brujas y fantasmas, hijo. Aquí sobran, aunque también hay magníficas personas”.

Un peculiar ‘Oeste’ con su sherif y todo

No descubro nada si afirmo que las comunidades de vecinos son un particular Oeste donde, salvo en lugares muy determinados, no hay pistoleros, ni Saloon, ni meretrices. Empero, se organizan habitualmente jugosas trifulcas a la hora de las decisiones. Que son como mini congresos pactistas formados por seres heterogéneos a los que, en la gran mayoría de las ocasiones, les resulta difícil llegar a acuerdos, sobre todo al abordarse temas que afectan al bolsillo y que, aparte de la cuota mensual preceptiva, completan un escenario acechado por esas temibles hienas que son las crueles derramas y la morosidad. Evidentemente, la comunidad de vecinos tiene una estructura jerárquica aunque, generalmente, las cuentas son llevadas por una administración externa. De modo que, como en botica, farmacia, apoteca, parafarmacia y herbolario, hay de todo. Existen presidentes que, con todo su derecho – el de ellos – prefieren ser sheriffs con ínfulas de macho alfa y configuran en torno suyo un poder endogámico que funciona como una secta abducida por un gurú prepotente. ¡Alto o mi madre dispara! Siempre hablan ex cátedra y, ante su ladrar, esperan que se doblen los espinazos y se escuche el ¡Sí señor! ¡Oye, que es el Presidente! ¡Cuidado, que soy el Presidente! Mi padre me decía siempre: “Dale una gorra a un tonto y verás la que se arma”, pero no sé si el aserto de Antonio Batista es aplicable a los líderes de las comunidades de vecinos o si sólo lo es aportando los vocablos supuesto o presunto. Siempre por delante, la inocencia presumida. In dubio, pro reo. Estos tejemanejes tóxicos de los sheriffs megalómanos y en bastantes ocasiones de baja estatura física y mental, los resuelve maravillosamente y con excelencia Clint Eastwood. Dejo todo en sus manos. Excepto el espíritu, que hoy ceno con Wilde, Séneca, Hawkins y Borges.

Joan Manuel Serrat

“Escapad gente tierna, que esta tierra está enferma. Y no pidas mañana lo que no te dio ayer.

Coge tu mula, tu hembra y tu arreo, sigue el camino del pueblo hebreo y busca otra luna.

Tal vez mañana te sonría la fortuna.

Y si te toca llorar, es mejor frente al mar“.

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