Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

Liturgia Drag y lágrimas

Borja Casillas, Drag Sethlas, al ganar el concurso. EFE/Elvira Urquijo

Jorge Batista Prats

Las Palmas de Gran Canaria —

¡Mi cielo! Yo no hago milagros, que sea lo que Dios quiera. Y la prensa espera el pronunciamiento del Altísimo, mientras un valle de lágrimas inunda Canarias junto a una meteorología que alerta de fuertes oleajes. Hay maretazos que no son cosa de la mar sino de la repercusión del escándalo sobre la sociedad. Hay pleamares que superan a las Mareas del Pino, que en otro tiempo se llevaban por delante el Muro Marrero de la playa de Las Canteras. Acontecen ahí mismo grandes cabrilleos que nada tienen que ver con la atracción de la luna y sí con el sexo, que también es generación de atracción y desafecto. Por ello, convoca y combina flujos crecientes y decrecientes.

El espectáculo, según el género, siempre estuvo unido a Eros o Tánatos. O a los dos a la vez, que poco más es la vida si añadimos el transcurrir del tiempo. Vivimos épocas en las que no existe lo que no se ve masivamente, de modo que el hacerse notar es mucho más importante que hacerse ser. Los medios de comunicación son de masas e inconcebibles sin la masa, por dictamen de la economía y sus entourages. En ese estado de cosas y cosos, lo importante es vender en la más amplia acepción del verbo. Lo que no vende se desecha. Lo que no tiene audiencia no sirve. Es muchísimo más caro y, consecuentemente, menos lucrativo, educar a las multitudes que darles lo que pidan, porque, aunque podemos decir que la Cultura se consume, el consumo no es Cultura. Siempre, claro, hablando dentro de cierto relativismo. Obviamente, la lapidación es cultura, la ablación y la infibulación, también, y el sacrificio de jóvenes vírgenes lo fue asímismo, como echar cristianos a los leones, contemplar a gladiadores despedazándose o asistir a piras inquisitoriales de brujas. Todo lo que el ser humano hace de manera repetitiva y masiva es Cultura, aunque una cultura pueda ser calificada de bárbara, generalmente una vez alejada en los tiempos.

En un escenario regido por la incesante sublimación de los superlativos – súper, mega, tera – es lógico que el escándalo se haya constituído en una vía determinante para generar opinión. Y la opinión, cuando consigue cantidad, se transforma en ley. Así, la sexualidad pasa de la esfera de lo íntimo al dominio público, comportándose o, aún más, penetrando en el mundo de la política que, al fin y al cabo, no es más que la geografía que alberga las múltiples interrelaciones dentro de la polis. Una polis global, por muros que se instalen.

Es evidente que ya hace mucho tiempo que la Gala de la Reina del Carnaval de Las Palmas cedió el Olimpo a la Gala Drag. Lo hétero comenzó a ser sinónimo de tedio y conformismo, mientras lo revolucionario se arrimaba a la androginia, la homosexualidad y la mutación sexual, en este último caso, gracias a la tecnología clínica, la manipulación de hormonas y la cirugía. El hombre se dotó de la capacidad de incidir y asumir decisiones y actuaciones que antes sólo estaban sujetas al imperio de la Naturaleza. De tal modo que, aunque la capital de España esté siendo recorrida por una guagua roja que indica: “Si tiene pene, es niño. Si tiene vulva es niña”, lo cierto es que, cuando físico y sexualidad no coinciden, es posible coger las terminaciones nerviosas del glande y construir un clítoris, lo mismo que aprovechar ese órgano genital femenino para llevar sensaciones a un pene elaborado con carnes procedentes de otras partes del cuerpo. De igual manera, es posible detener la transformación de un cuerpo masculino en uno femenino, de modo que la nueva hembra, siéndolo, mantenga pene y testículos, con lo cual lo mismo puede ser penetrada que penetrar. Tanto la robotización como la ingeniería genética lograrán en muy poco tiempo cosas hasta ahora reservadas a la ficción y colocarán sobre la mesa profundos debate de tipo ético y moral.

Eso que se dice y costantemente dicen: “El Carnaval es transgresión”, no es ya más que un tópico, puesto que esa transgresión vive en la sociedad durante todo el año. El Carnaval es muchísimas otras cosas. Si tuviera que quedarme con un par de palabras, elegiría: ilusión y negocio. La ilusión alcanzada vive en las lágrimas de Drag Sehtlas cuando, tras trabajar años para alcanzar la gloria buscada, consigue alzarse con el triunfo, que no sólo considera un logro personal sino el de un colectivo ideológicamente muy significado. Sus palabras lo dicen todo: “Buscaba polémica y lo he conseguido”. Y cuando la polémica se lleva al rincón donde habitan los tabús, surge el escándalo. “Quería hacer algo diferente y dar al público lo que nadie se atreve a hacer, me arriesgué y fui a por todas”.

La apuesta era osada pero inteligente: estamos ante una mutación que va muchísimo más allá del cambio de sexo. La Vírgen, la que concibió sin rotura del hímen, aparece en el escenario para, en una desnuda metamorfosis amamantada por la música, encender la catarsis en el público. Se pretende un efecto purificador cuando esa virgen se transforma en su hijo, justo en el momento en que salva a los hombres aceptando el sacrificio de la cruz. Con pose digna de un atleta, la herida en el costado, el sexo asfixiado en busca de la inexistencia, la drag dibuja sobre la cruz la imagen de un fuerte desafío a lo establecido. Había subido al Golgotha, nombre en arameo de la colina/escenario, Golghota que en hebreo es Gulgolet y significa el lugar de la calavera. Y de calavera, el Calvario. Tras el Vía Crucis, la agonía y muerte, la banda de Reinona. La ascensión. El cielo de ese mundo viscontiano donde el kitsch copula con el color, los focos, el exceso, el mundo, el demonio y la carne.

No estuvo sola Sehtlas en el llanto. El Obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, también lloró al ver como el enfebrecido vulgo votaba con sus móviles y festejaba el gran espectáculo de lo que considera “una frivolidad blasfema”. Así, ha convocado a los católicos a una Eucaristía el próximo 3 de Marzo en desagravio a Dios. De momento y que yo sepa, el Obispo de Tenerife no se ha pronunciado sobre la liturgia Drag. Tampoco se sabe si ha caído en llanto. Probablemente, la prudencia le aconseje no meneallo, ya que en 2007 realizó unas muy polémicas manifestaciones: “Puede haber menores que sí lo consientan -referiéndose a la pedofilia- y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan”. En boca cerrada, aunque sea del alto clero, no entran moscas, ni las palabras que salen provocan mosqueo. Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el arzobispo Ricardo Bláquez, ha pedido respeto a las creencias católicas tras la celebración de la Gala Drag. Rouco Varela, desde su impresionante ático madrileño, guarda silencio de momento. Finalmente, Carlos Alonso, presidente del Cabildo Insular de Tenerife, utilizó su perfil de Twitter para señalar que “En la Gala Drag Queen de Las Palmas de Gran Canaria, en el momento estelar no hubo Carnaval ni libertad, sólo ofensa”. No he logrado saber si el twit estaba húmedo de sollozos.

En el mundo de la alquimia corporal y sus aledaños nada es lo que parece. La magia reside en la sugerencia y no en la concreción. En la lectura entre líneas curvas. Por ello, Drag Sehtlas no es la Virgen ni el Cristo crucificado, que es Borja Casillas, agnóstico que quiere ser profesor de Religión en Enseñanza Infantil. Por ello, actualmente realiza un curso denominado Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA) para poder ejercer en colegios concertados y privados. No lo tiene fácil pero, con un poco de suerte, no lo crucifican otra vez. Ya dijo un escritor aficionado a la navegación que “en el mundo en conclusión todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entienda”.

Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

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