Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

La cochinilla, la cochinada y el cochino negro

Tunera cargada de cochinilla. (CA).

Jorge Batista Prats

¿Qué cosas tiene la vida, ojalá que llueva café en el campo! Quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por donde quiera. ¡Oh! pasar la noche en vela, mojado en ti ! Aunque esa inmersión, ese humedecer, ese empape, calarse y calar, ese trueque de fluidos – comercial o no – se está poniendo muy duro a consecuencia de un clima belicista que conjuga de todas las formas y maneras la palabra mujer y en cuyo origen se encuentra el lengualarga Donald y, en su desarrollo y funcionamiento, no la generación espontanea, sino una ofensiva en toda regla detrás de la que estaría, según algunos analistas norteamericanos, la señora Hillary y su entourage, con importantes dotaciones económicas a escala mundial, aparte de múltiples instituciones y colectivos de todo el globo. Hasta las libertades y los derechos ciudadanos inexcusables pueden ser utilizados como armas partidarias y a los demócratas les viene muy bien cualquier acción que al cabo tenga como desenlace acabar con Mr. Trump. Da igual quién le dé los martillazos. Además, la exportación de todo el amplio abanico de reivindicaciones femeninas y feministas a las diversas culturas y geografías es bastante fácil, ya que la lucha de las mujeres por sus derechos es casi tan antigua como la prostitución. A mi, con esto de la Primavera, cientos de fotos y muchísimas portadas de periódicos me han transferido una sensación extraña. Como si me hubieran robado todo el zinc de un taponazo, que es el modo, el taponazo o rebencazo, de arregloestropear cualquier cuestión sobre este barro de donde, dicen, nos formaron. Yo ya advertí en su momento que si iban a quitarnos una costilla para darnos compañía, que la compañía y hasta el regimiento tuvieran, para evitar líos posteriores de faldas y leggins, los mismos derechos y deberes. No se lo montaron bien aquellos desarrapados y ahora estamos en medio de una auténtica carnicería. La rebelión de las costillas. ¿Por qué lo hicisteis Jack y Tony?

El Rubicón. ‘Alea Iacta est’

Como quiera que ya son muchos los convocados, convocadas, desbocados y desbocadas al arreglo de nuestras cosas o las de ellos con ellas – ego, mi, me, conmigo nunca he tenido problema – resulta ridículo sumarme para repetir tópicos y ocupar lugares comunes. Voy a quedarme por los alrededores donde hay mucho más tomate que en la contienda feminista, pero menor cobertura mediática. Por aquello tan bonito de “hoy, por ti y mañana, por mi”.

Siempre procuro, de cara a evitar lipotimias, desmayos, desfallecimientos o bajones de azúcar, no escuchar frases como por ejemplo: “La corrupción no es generalizada. Es un fenómeno puntual”. Así que vuelvo al primate. De los tres, al que se tapa los oídos, pero me mantengo mono para ver y hablar. Mono y bien peinado. Nada de cortes a la taza. Y, con todo respeto a la sociedad civil, a la Guardia Civil que la guarda, a la justicia justiciera no madrugadora y a la escultura de Lolita Pluma, debo decir que hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo y que, para colmo, hay algo callado, callado, escondido y vibrando en mi alma, queriendo gritarlo. Ya no puedo ocultarlo, no puedo callarlo: no hay cosa más absurda que un corrupto barato y torpe.

En el último Premium que me comió la cabeza – ya saben que estos reportajes se gestan en vientres de alquiler en lugares donde aún se practica la antropofagía neanderthaliana, como Papúa Nueva Guinea, Borneo, Sumatra, en el hábitat de algunos guaranís – menudo pájaro chogüi el que volando va perdiéndose en el cielo azul turquí – y otros lugares silentes poblados por corderos; en el último Premium, digo, me encontré con Julio César que venía hecho un cristo a la Gala Drag, tras las 23 puñaladas que le endosaron por endiosarse. Con De bello Gallico aprendí yo latín, gracias a una excelente profesora que tuve cuando realizaba el bachiller. Me apasionaba el análisis sintáctico de las frases del general romano y, aún más, disfrutaba a aquella edad imaginando lo que sus textos me trasladaban sobre el manejo del Ejército y las estrategias para el combate. Porque yo me fui haciendo hombre sin smartphone ni whatsapp. A base de absorber la filosofía de vida de mi padre, leer, escuchar música clásica, jazz, blues y rock&roll, y también ver películas mudas, sobre todo las de Chaplin, Buster Keaton y el Gordo y el Flaco, los filmes del genial francés Jacques Tati, los western y los largometrajes de romanos. Luego llegaron muchas más cosas. Entre ellas, los años. Y muy lejos quedaron otras. La mejor de todas, la niñez como un todo. En De Bello Gallico, una obra que comentó Napoleón libro por libro, Julio César usaba como narrador la tercera persona, es decir, se refería a sí mismo como si fuera otro. Muchos de los párrafos comenzaban con una oración de participio. Me moriré sin olvidar algunas de ellas que aprendí de memoria: “Caesar, cognita militum voluntate …”. “Sub vesperum Caesar portas claudi militesque ex oppido exire iussit, ne quam noctu oppidani a militibus iniuriam acciperent …”. Una vez conquistadas Las Galias, el genial estratega tomó una de las decisiones más importantes de la historia militar: oponiéndose al Senado y a Pompeyo, decide cruzar el Rubicón y deja para la posteridad una frase contundente, definitiva, la negación más absoluta de la vuelta atrás: Alea iacta est, “La suerte está echada”.

Involución, regresión y 'tirar p´atrás'

Como si viviera de noche la habitación de Penélope en el palacio de Ulises en Ítaca, deshilvano lo tejido del gran manto que la salvaba de entregarse a quienes la acosaban sin respetar 8 de marzo alguno, en ausencia de su esposo que combatía en Troya. Así, con esta pirueta literaria, dejo clara la razón que me llevó a conectar a Julio César con la isla de Lanzarote siguiendo la corriente del Rubicón. Y es justo en este momento cuando puede entenderse lo dicho: “No hay cosa más absurda que un corrupto barato y torpe”. No existe corrupción más miserable de la del ser despreciable que vende la dignidad y el alma por unas pocas monedas con olor a orines. La avaricia, la codicia y la desvergüenza también tienen gradaciones. Y si está contado, ¿para qué volver a contarlo? Ya se apagaron los ecos de las corrientes del Rubicón y llega la balanza de la Justicia para Marina Rubicón. Para saber de veleros, yates, tetrápodos y mamoneos varios, para saber del Caso Yate, ¡ya te cogí! y de un tal Reyes, mago pero no de Oriente, sigan la URL, que les llevará a un texto que comienza así:

“José Francisco Reyes, el ex alcalde de Yaiza, es un auténtico pringado. Va a pagar él solito, probablemente con pena de presidio, aquel festín de licencias ilegales que dieron lugar a la veintena de hoteles de igual catalogación cuya existencia sigue siendo un insulto para la legalidad urbanística de Canarias. Y una vergüenza si al fenómeno le aplicamos todos sus ingredientes: una isla llamada a ser el referente de sostenibilidad, ejemplo de respeto al paisaje y al buen gusto implantado por César Manrique, se convirtió por culpa de la codicia de unos cuantos en paradigma de la corrupción y la devastación urbanística”.

Lo que más me espanta de todo el asunto y los muchos similares que existen en el territorio discontinuo – yo no me trato con gentuza de esa calaña – es que, con los antecedentes que tenemos, a los nacionalistas ceceros a la izquierda junto a los socialdemócratas moribundos y los alianzapopulares barcenarios, se les ocurriera la Ley de las Islas Verdes, para terminar de una vez por toda con la virginidad archipielágica, si es que queda algún resto de himen no bloqueado (de bloque).la Ley de las Islas Verdes

Es por todo ello que, vista la intención de cargarse el territorio, aprovechando una euforia turística que, seguro, será pasajera, más la tendencia de la economía canaria al monocultivo, estimo caminamos de culo de nuevo hacia la cochinilla como elemento fundamental de la economía productiva. El plátano nos lo saltamos debido a la competencia de la banana caribeña, a menos que, como ya dije en otra ocasión, las británicas desarretadas por las oscuridades de Grey lo añadan al neceser masturbatorio, gracias a su sabrosura. Esos temas – cochinilla y cochinadas – deberían estudiarse tendiendo lazos con Levi’s para cambiar el azul índigo de los jeans por el granate, aprovechando que Trump se lleva bien con los rusos. Por supuesto, con el liderazgo de Clavijo y María Teresa Lorenzo quienes, no obstante y por aquello de la minoría, han decidido practicar la marcha atrás en temas de territorio y desarrollo. Los preservativos son más caros, aparte del miedo que tienen a que Podemos y Nueva Canarias se los pinchen, el agua por el barranco y mi amor en el telar. En cuanto a la lascivia platanera, si las dunas de Maspalomas ya están ocupadas, a lo mejor el pinar de Tamadaba tiene su morbo. ¡Vaya usted a saber o jínquese un tuno si lo prefiere!

Megainflación informativa Y 'condón USB'

Megainflación informativa Y 'condón USB'Podríamos estar hablando de cochinadas circundantes y envolventes de aquí al día del Juicio Final por la tarde. ¿Vale la pena? No lo sé. Hay quién dice que sí: “Valió la pena lo que era necesario para estar contigo amor. Tú eres una bendición. Las horas y la vida de tu lado nena. Están para vivirlas pero a tu manera. Enhorabuena, porque valió la pena”, pero últimamente he apreciado que este país no es el de nunca jamás, que también, sino el del chau – chau, un estado de cosas que se cimenta en millones de palabras que cada día vuelan a los vientos sin que tengan traslación alguna ni a la acción ni a los logros. Unos hablan, otros ponen micros y plumas y, finalmente, algunos escuchan y leen. Las Islas son eterna primavera y el Estado en su conjunto es eterna inmovilidad e indolencia.

Estos días, Victoria Prego nos ha obsequiado con el modus operandi tradicional, dejando una vez más a la profesión periodística como a la chata; los papeles han señalado que por fin la cuestión acerca de si hay que cortar o no el rabo de los perros va a ser debatida en el Congreso; el gran Ansón, esa especie de ánade, ha insistido en su Canela Fina en que “El periodismo serio que se hace en España es de extraordinaria calidad y ha contribuido decisivamente y contribuye todavía a la cristalización de la democracia pluralista plena de la que disfrutamos” (sic), aunque no ha dicho en qué medios está ese facer tan altruista; Anita Botwin ha escrito: “Que somos unas histéricas cuando nos viene la regla y parecemos la niña del exorcista en un tiovivo. Que nos quejamos de vicio porque sangramos como si no hubiera mañana hasta padecer anemia y hemorragias, es porque somos unas exageradas. Que nos duelen los ovarios y todo lo que llevamos ahí dentro, y que a veces se trata de una enfermedad incapacitante es algo que mucha gente desconoce. Aquí nuestra amiga, se llama endometriosis y la sufre el 15% de las mujeres en edad fértil. Yo soy una de ellas. Marzo es el mes internacional de la endometriosis, una de la enfermedades más silenciadas -la enfermedad silenciosa la llaman- muy probablemente por el hecho de que la padezcamos mujeres. No tiene cura y tan sólo tratamiento para los síntomas, que suele consistir en anticonceptivos y analgésicos. En la mayor parte de los casos, el diagnóstico es tardío precisamente por su desconocimiento, y puede tener consecuencias fatales si no se detecta a tiempo, llegando incluso a extirpación de órganos”; y The Guardian aborda un gravísimo horror que parece haber quedado en el olvido … Hay de todo, como en botica. Una megainflación informativa donde parece ir instalándose progresivamente ese invento que denominan posverdad. Esa carrera genera, a mi juicio, un sopor tan espantoso que sólo el escándalo consigue despertar al despistado ciudadano al que llaman abandonao porque no engrasa los ejes. En los Himalaya del sistema sobresale el sexo, que cada día adquiere nuevos tentáculos y proyección a base de robótica. Ayer eran las hembras de plástico ultrarreales y hoy llegan los condones USB. ¿Pero cómo? Tal como se lo digo, amigo. ¿Y eso es compatible con el feminismo? Si le digo le miento, pero puedo explicarle de qué va este nuevo parato que coloca una vez más un material innoble para evitar la tangencia entre pene y vagina y todo lo que usted quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar.

Resulta que, con el trasunto de los wearable, que no es otra cosa que la tecnología punta que nos podemos echar al hombro, la investigación científica se ha desplazado hasta las zonas pudendas o de recato para inventar el primer preservativo inteligente con USB, conocido entre coñas (ojo con las vocales) como smartcondon o i.Con, si uno sabe que one apple a day keeps the doctor away. Según dicen los fabricantes, este condón es, más que simple condón, anillo que se pone en la base del pene – no hace falta multiplicar por la altura y dividir por dos, aunque la fiesta vaya de tríos – y posee dos características fundamentales: es ligero y no invasivo. Luego, no hay que temer ni la actuación del Séptimo de Caballería ni la intervención de un comando de marines cuando se esté en el tajo o faena. ¿Para qué ponérselo? Pues cuando usted ligue y lleve a último efecto la iniciativa emprendida, tras conectar el artilugio (limpio a ser posible) al puerto USB podrá acceder a los siguientes datos: 1.- Velocidad máxima y media de penetración. 2.- Cantidad de penetraciones. 3.- Tiempo del acto sexual. 4.- Calorías quemadas. 5.- Temperatura media de la piel. 6.- Frecuencia de las sesiones sexuales. 7.- Circunferencia del pene en acción. 8.- Número de posturas usadas. Con permiso por el lenguaje que uso, el denominado popularmente polvo dejará de ser un indocumentado para convertirse en deporte de élite. Habrá que prestar atención a los virus y hackers. Lo del dopping todavía no está claro. Horripilante.

¿Se tiraba el cochino negro barranco abajo?

Para comenzar, delimitemos claramente el área de estudio: a pesar de lo que se diga por ahí para desacreditar a las tiendas que proliferan en nuestras ciudades, un cochino no es un chino adjunto a otro por razón del desempeño de un cargo ejecutivo. No, aunque lo mantengan afamados economistas. Un cochino es un cerdo, puerco, cocho, gorrino, guarro … En el caso de que sea negro, como la raza autóctona canaria, es además un animal susceptible de ser víctima de la xenofobia y el racismo. Es preciso mantenerse alerta. Lo digo, a mayor abundamiento, porque este animal fue importado a EEUU a instancias de Thomas Jefferson (compró unos cuantos ejemplares), al que le encantaba el vino que se hacía en Canarias a principios del S. XIX. George Washington, según recogen los historiadores, también era un gran enamorado de los caldos canarios. Desconozco si quedan bichos de estos en USA, pero en el caso de que así sea, que se atengan a las nuevas leyes sobre inmigración. Puerco, alquitranado y en Harlem … no sé que opinará Donald.

La peripecia es que este cochino negro que te quiero negro llegó a Canarias junto con los bereberes que luego fueron guanches. Parece que está claro que procedía de razas norteafricanas ya extinguidas, cosa que no me extraña porque llegó Mahoma y mandó parar. Por lo que se sabe, los datos históricos sitúan a este animal hace 2.500 años en la isla de La Palma. Estuvo a punto de desaparecer y aún está en peligro de extinción dada su reproducción endogámica. No obstante, me ha llegado que andan trabajando en ello, en lo de los cruces sin crucifixión, plataformas ni rotondas.

No es que este elemento porcino al que me refiero haya sido objeto de mi atención en algún momento de añoranza o melancolía. No. Pero tampoco hace falta una inteligencia excepcional ni operaciones de computación cuántica para abarloar la cochinilla al cochino y exhumar preguntas sin respuestas enterradas en historias de la Historia. Los guanches, demónimo aplicado en principio a los chicharreros prehispánicos y luego proyectado a las otras islas – algo parecido a CC – parece que aparecieron por aquí a partir del siglo V a.C. (hay quién considera que en el X ya habían llegado a Icod de los Vinos), procedentes – en eso coinciden todos los historiadores – del norte de África. Yo, por mi cuenta, he colegido sin encomendarme ni a Dios ni a Belcebú, que debieron llegar por mar, en balsas, pateras o embarcaciones de las que no tenemos noticia. Y no es porque despreciaran volar en clase business como los ociosos eurodiputados. No. El problema es que ni Binter, ni Naysa, ni Canary Fly, mantenían líneas regulares con aquellas dunas y pedregales hermanados con Fuerteventura. Por suerte para ellos, Trillo tampoco se encargaba entonces del transporte aéreo con aviones basura.

Que se las piran de la pertinaz calima aquellos bereberes para ser únicos pobladores de la Macaronesia, sin saber que el polvo en suspensión sería siglos después como su sombra post mortem. De modo que a cada momento aparece a buscarlos, acumulando grandes decepciones como un perro sin dueño. No voy a realizar aquí un tratado histórico ni una tesis antropológica, pero sí diré algunas cosas. Los guanches, al parecer estrechamente ligados a la religiosidad amazig, se trajeron para acá perros, cabras, ovejas y cerdos. Ya tenemos aquí al cochino negro.

Siempre me he preguntado por qué no continuó la relación de Canarias con el norte de África, aunque se habla de sucesivas migraciones. Tal vez la razón estribe en que aparecieron por allí los fenicios y los romanos. ¿Cómo es que el pueblo guanche queda aislado en las islas si llegó a través del océano? Ni salían a la mar, ni construían naves, ni sabían nada de navegación. Por lo que he estudiado y leído, sólo el ingeniero Leonardo Torriani afirma que “en ocasiones los nativos grancanarios confeccionaban barcos para pescar o cometer pillaje en otras islas. Hacían barcos de árbol de drago, que vaciaban entero, y después le ponían lastre de piedra. Navegaban entonces con remos y con vela de palma alrededor de las costas de la isla; y también tenían por costumbre pasar a Tenerife y a Fuerteventura para robar”. Pero, aunque establezcamos ahí el origen del pleito insular, no hay pruebas que sustenten esa teoría. Sí se sabe que la destrucción del ecosistema de las Hespérides comenzó con ellos: acabaron de raíz con el lagarto gigante Lacerta Goliath y la Lacerta Maxima, aparte de con las ratas gigantes de Tenerife y Gran Canaria, e introdujeron el trigo, los guisantes y la cebada, aparte de acabar con los robles, los carpes, los viñátigos y madroños y provocar el deterioro del suelo por el sobrepastoreo. Asimismo, y con permiso a título póstumo de Antonio Cubillo y Don Pepito, está absolutamente demostrado que practicaban el infanticidio femenino y la poliandria en algunas islas. Esto, me temo, va a echar leña al fuego del feminismo radical nacionalista y no está el horno para bollos. Por otro lado, aunque el discurso independentista ha usado de manera víctimista el hecho de que los guanches se despeñaran por los barrancos para evitar ser apresados por los castellanos, tras la conquista en el S.XV, lo cierto es que esa práctica ya era común antes de la invasión. Hasta wikipedia sostiene que los guanches realizaban tanto sacrificios de animales como sacrificios humanos. Así, en Tenerife, durante el solsticio de verano tenían la costumbre de degollar a parte del ganado y arrojarlo a una hoguera hasta que el humo subiera al cielo. Bethencourt Alfonso afirmó sin embargo que los cabritos eran arrojados a la hoguera vivos con las patas atadas para que sus balidos fueran oídos por la divinidad. También en las otras islas se sacrificaban animales. En cuanto a los sacrificios humanos ya Bethencourt Alfonso habla de que “hubo tiempo en que inmolaron víctimas humanas en los altares isleños”, mencionando la presencia del sacrificio de un niño durante el solsticio de verano. De hecho, los guanches de Tenerife “tenían por costumbre arrojar por la Punta de Rasca a un niño vivo justo a la salida del sol en el inicio del estío. En ocasiones estos infantes provenían de cualquier menceyato de la isla, incluso hasta de Anaga. También en Tenerife se conocen otros tipos de sacrificios humanos asociados a la muerte del mencey o rey, donde hombres adultos se precipitaban al mar. Los embalsamadores que elaboraban las momias, también tenían la costumbre de arrojarse al mar un año después de la muerte del mencey. En Gran Canaria se han hallado huesos de niños mezclados con corderos y cabritos y en Tenerife han aparecido ánforas con restos de niños en su interior. Esto sugiere otro tipo de infanticidio ritual diferente a los que eran arrojados al mar”. Afortunadamente, el nacionalismo, aunque defiende la mirada al pasado como fórmula política de cara a la creación de enemigos exteriores, no quiere llegar a los escenarios citados. No creo que a Hermoso, Adán Martín, Paulino o Clavijo les hubiera gustado ser precipitados risco abajo.

¿Y el cochino negro?¿Se arriscaba también por decisión personal o impuesta? No lo creo. El cochino iba a los suyo hasta que llegaba San Martín embozado con capa española. Una vez, en estado de absoluta sobriedad, pensé que los guanches podrían haber conocido el Islam, dado que provenían del Sahara, y me puse sobre el asunto como perro perdiguero, pointer, galgo o podenco. Mahoma se retiró en el año 610 al Monte Hira y allí, se cuenta, sintió la voz de Allah, instándole a crear el Islam. A los tres años, comenzó a predicar. El Islam llegó al Sáhara en el S.VIII y se instaló de inmediato. Los almorávides, radicales seguidores del Corán, dominaron el norte de África e incluso Al -Andalus hasta 1147. Luego, si la religión mahometana se desarrolló desde el S.VIII en el norte de África y los castellanos llegaron a Canarias en el XV, hay siete siglos de silencio. ¿Permanecieron aislados los guanches?¿No llegó el Corán a las islas en todo ese tiempo? Es un trabajo duro y difícil que tal vez pueda afrontar un historiador. A mi, personalmente, me da que, bien los prehispánicos canarios nunca supieron de Allah – nadie ha sacado a relucir el tema – puesto que no se cortaban en darle al jalufo, bien los devotos que pudieron venir optaron por echarse entre pecho y espalda buenas lonchas de puerco moreno regado con los mejores vinos de los guachinches. Eso, sí, pasando un kilo de los designios divinos. ¡Vaya usted a saber. Ese jodío cochino negro es capaz de todo!

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Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

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