Llegan semanas difíciles

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En general vamos mal. La “curva” sube disparada en casi toda España. La incidencia a 14 días está por encima de los 250 casos en toda la península. Y la positividad (el porcentaje de test que resultan positivos sobre el total que se hacen) es la más alta desde mayo de 2020: un 17% de las pruebas dan positivo. Lo que nos indica que la epidemia está fuera de control. La OMS indica que para que una epidemia esté bajo control la positividad tiene que ser inferior al 5%.

Ocho comunidades superan los 500 casos de incidencia: Extremadura, C. Valenciana, Castilla-La Mancha, Cataluña, La Rioja, Castilla y León, Madrid y Baleares. Muchos pueblos superan los 1.000 casos de incidencia a 14 días.

Los ingresos suben en casi todas partes.

En Canarias va por islas. El hecho de estar aislados hace que la evolución de la epidemia lleve distintos ritmos en cada una de las islas; el ritmo depende principalmente del azar, de si llegan casos importados y coinciden con un evento súper difusor o un súper propagador llega a alguna de las islas. El caso de la Graciosa, en estos días, vale de ejemplo claro. Hasta ahora había esquivado la pandemia ya que es una isla poco habitada, triplemente aislada y tiene un buen clima. Bastó la llegada un súper propagador, unos días de frío e interactuar en un interior para que la pequeña isla canaria pasara a nivel 3 (el máximo). En esta semana tenemos islas en todos los niveles, desde el nivel 1 de La Palma (la que tiene los mejores números), Gomera y El Hierro; el nivel 2 de Fuerteventura y Tenerife (que ha conseguido disminuir el número diario de contagios) y el nivel 3 de Gran Canarias, Lanzarote/La Graciosa (Lanzarote está aumentado vertiginosamente los positivos).

Esta tercera ola empezó antes de Navidad. No puede atribuirse por completo a las “Navidades”. Fernando Simón se equivoca a decir: “Lo pasamos mejor de lo que debíamos” y atribuir toda la responsabilidad de los contagios a la gente. Los datos cambiaron de tendencia a mediados de diciembre. Y el gobierno, los gobiernos, lo sabían. Tienen los datos antes que todos nosotros; pero decidieron dar prioridad a la economía sobre las personas; decidieron que la 2º ola había sido vencida (cuando ni de lejos doblamos la curva que no bajó de 200 de incidencia); decidieron que había que “salvar la Navidad”. Estamos a la mitad de enero y aún no han aflorado los casos de Reyes; estos los veremos a partir del 20 de enero.

Lo peor vuelven a ser que el número de los fallecidos aumenta cada día; la curva de los muertos lleva un “desfase” de 21 días con la curva de los positivos; en febrero veremos cifras de fallecidos diarias altas, quizás de varios centenares.

El gobierno, los gobiernos, en general está esperado a la semana del 20 de enero para ver si con las medidas actuales de cierres de comercios, toques de queda tempranos y cierres perimetrales laxos, la curva a finales de enero llega a una meseta y deja de subir. Si no se alcanza esta meseta no queda otra que confinar.

Confinar es la confirmación del fracaso en la gestión de la epidemia. Pero es el único método que puede detener el avance del virus si llegamos a la situación descrita en el párrafo anterior.

En la carrera que tenemos entra la vacunación y el virus puede ser de mucha ayuda decretar un confinamiento de dos o tres semanas estricto y aprovechar esos días para vacunar en masa al mayor número de personas. Para lo que haría falta reforzar Atención Primaria con más personal de enfermería; o permitir que participen en la vacunación odontólogos, farmacéuticos que son profesionales perfectamente capacitados para administrar las vacunas, o bien, permitir que los médicos también echen una mano en poner vacunas. No sé si se hará así, porque no se hizo con los rastreadores, ni con la App Covid, ni con los análisis de aguas, ni con tantas cosas que pudieron habernos ayudado a contener la epidemia, porque los políticos responsables, en los distintos gobiernos, desde su cálculo político o ineptitud, no quisieron o no supieron entender ni aplicar.

Cuidarse y cuidar. Llegan semanas difíciles.                

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