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Sobre este blog

Así como hay traga-fuegos se podría decir que yo soy una devora-libros. Pequeños, grandes, para adultos, para niños, para reír, para llorar... Me da lo mismo, los engullo sin miramientos. Para mí, no hay nada mejor que un libro, una caja de galletas y horas libres, para rellenar con lectura.

Biggles Ases del aire. La escuadrilla de los Camel y Biggles en Oriente

El capitán James Bigglesworth no es un personaje real sino literario, aunque bien podría haberse contado entre los presentes en cualquiera de los salones de oficiales del Royal Flying Corps, antecesor de la RAF, en aquellos días grandiosos de 1917 y 1918, periodo en que los combates aéreos se habían hecho habituales y los duelos entre las nubes se habían convertido en las bellas artes.

La velocidad pasmosa a la que se desarrollaban los combates con el enemigo y el modo en que los aparatos aparecían de la nada –y como volvían a desvanecerse como por arte de magia- se resisten a cualquier descripción. Yo, al menos, carezco de la capacidad necesaria para expresar de forma adecuada la sensación de estar entre diez o doce aviones que se empinaban, giraban y se dejaban caer en picado entre el dédalo de las línea de lapicero que marcaban la trayectoria de las trazadoras.

No obstante, Biggles -quien tal y como he dicho no existió con tal nombre- sí representa el espíritu del RFC, cuerpo formado por hombres osados y temibles en el aire, y temerarios y corteses cuando ponían los pies en la tierra. Y de todo creo poder contar muchas historias.

Estos párrafos están escritos por W.E.J, iniciales que esconden la personalidad de William Earl Johns, soldado y piloto del R.F.C durante la Primera Guerra Mundial y conocido, especialmente en el mundo anglosajón, por ser el creador del personaje James “Biggles” Bigglesworth.

W.E. Johns comenzó su labor literaria una vez abandonó las fuerzas aéreas británicas, en 1927, tras una década como instructor. Luego de dejar el servicio activo, Johns decidió fundar una revista llamada Popular Flying, un espacio en donde plasmar su pasión por la aeronáutica, y así poder trasladársela a los lectores. Fue en las páginas de esa misma revista, en agosto de1932, donde nació James Bliggleswotrh, un piloto instintivo, temerario, resolutivo y un tanto rebelde, el cual llegó, con el paso del tiempo, a protagonizar un centenar de títulos.

Biggles, como muy bien comenta el propio Johns en las páginas introductorias de la primera novela de la serie, La escuadrilla de los Camel, publicada en castellano por la editorial Edhasa, es la suma de muchos de los hombres que formaban parte del “Circo Volante” que combatió en los cielos europeos durante los años de la Gran Guerra. En sus páginas, el autor trata de describir, de la mejor manera posible, el espiral de sensaciones que vivían los pilotos que tripulaban los Camel británicos o los coloridos Fokkers de la escuadrilla del celebérrimo capitán de caballería Manfred von Richthofen “El barón rojo”.

Como piloto que fue, Johns nos cuenta no sólo las historias de los combates que se sucedían, hora tras hora y día tras día en los cielos de europeos, sino las pequeñas historias de unos hombres acostumbrados a disfrutar de cada momento como si fuera el último. En aquellos años, la muerte llegaba tan rápida como se iba, siendo los hermanos Richthofen el mejor ejemplo de esto, ambos a lomos de sus triplanos Fokker Dr. 1.

Por ello, Johns no duda en plasmar la temeridad que rodeaba a aquellos combatientes aéreos –singularizándola en Biggles y sus compañeros de escuadrón- y lo frágil que era su supervivencia, a los mandos de aquellos aeroplanos. Un solo segundo de duda llevaba a una muerte segura y sin respuesta.

También hay momentos para relajarse y disfrutar, pero Biggles -a imagen y semejanza de otros ases aéreos, especialmente Manfred von Richthofen- siente que su lugar está en los cielos, luchando contra hombres como él, en un tiempo en el que muchos pilotos arrojaban una corona de flores tras abatir a un contrario, en vez de ensañarse con ellos.

El mayor acierto de Johns fue plasmar con total verosimilitud, pero sin perder el romanticismo de aquellos días, toda la amalgama de historia que rodea aquel conflicto y darle carta de naturaleza a través de las aventuras de su ya inmortal personaje.

Puede que hoy en día, justo cuando se celebra el centenario de aquella megalómana, demente y sangrienta contienda, se quiera olvidar cualquier connotación romántica para poner “negro sobre blanco” la realidad de aquellos años. No obstante, el espíritu de aquellas primeras contiendas aéreas, poco o nada tiene que ver con el que luego se vivió en los cielos de medio mundo, especialmente desde que el Reich alemán invadió Polonia, en septiembre de 1939 y la Segunda Guerra Mundial dio comienzo.

Biggles Ases del aire. La escuadrilla de los Camel y Biggles en Oriente nos ofrecen, por primera vez en nuestro país la oportunidad de conocer a James Bigglesworth y todo lo que supuso la Primera Guerra Mundial para la historia de la aviación militar contemporánea. Hasta ese momento, las guerras se desarrollaban en tierra, entre trincheras, en el barro y peleando cada palmo de terreno.

Una vez finalizada la contienda, las fuerzas aéreas cobraron un protagonismo impensable unas décadas antes, algo que luego quedaría claro en contiendas como la Guerra Civil española, banco de pruebas de la temible Luftwaffe alemana.

Fue, precisamente, la afinidad entre el régimen dictatorial del general Franco y el Reich alemán, además de la antipatía manifiesta que desde hace siglos mantienen el Reino Unido y España, la principal razón por la que la cesura de aquella época, dificultara, por no decir que prohibiera la publicación de las aventuras del James Bigglesworth en nuestro país.

Por ahora sólo se han publicado dos de las historias originales aunque sería bueno que la editorial Edhasa, tal y como ya hiciera con las aventuras de Lord Greystoke –Tarzán- continúe con la publicación del resto de los relatos escritos por W.E.Johns, pudiendo así disfrutar con las aventuras de Biggles y el resto de sus compañeros de armas.

Agradezco al departamento de prensa de la editorial Edhasa y a su responsable, el material aportado para poder realizar esta columna.

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