Ibarretxe anuncia el referéndum vasco para el 25 de octubre de 2008

El lehendakari, Juan José Ibarretxe, anunció este viernes que convocará una consulta popular sobre el futuro del País Vasco el 25 de octubre de 2008, haya antes acuerdo o no con el Gobierno español, y adelantó que ocurra lo que ocurra tras la consulta convocará inmediatamente elecciones autonómicas.

Ibarretxe hizo este anuncio en el debate de política general, con el que el Parlamento Vasco inicia el nuevo curso político.

El primer paso de su “hoja de ruta” es una oferta al presidente del Gobierno español para alcanzar un “pacto político entre Euskadi y España sobre dos principios: el primero, el principio ético de rechazo a la violencia y el compromiso de la sociedad vasca con las vías única y exclusivamente políticas y democráticas”.

El segundo sería “el principio democrático de respeto a la voluntad de la sociedad vasca y el compromiso de incorporar este reconocimiento y su ejercicio en el ordenamiento jurídico”.

“La oferta (al presidente Rodríguez Zapatero) está realizada y desde hoy mismo mi agenda está abierta. Mi disposición es completa y así se lo voy a trasladar personalmente al presidente del Gobierno español”, dijo el lehendakari.

El segundo paso se daría en el Parlamento Vasco, con la celebración de un pleno en junio del próximo año para ratificar ese hipotético acuerdo con el Gobierno español, basado en el “rechazo a la violencia” y en el “respeto a la voluntad de la sociedad vasca” para decidir su futuro, y para que autorice la realización de la consulta para la ratificación del pacto.

En el caso de que no se llegara a ese acuerdo, pedirá al Parlamento que autorice la convocatoria de una “consulta habilitadora que traslade un mandato imperativo a todas las partes”.

Ibarretxe anunció que si el Parlamento no ratifica el supuesto acuerdo con el Estado o no autoriza la convocatoria de la consulta, disolverá la Cámara y convocará elecciones en otoño del próximo año.

Así, la consulta podría ser para ratificar el hipotético pacto con el Gobierno o, si no hay pacto, una consulta “habilitadora” para dar un mandato a fin de abrir un proceso de diálogo.

Este “mandato” que saldría de la consulta iría dirigido, por un lado, al Gobierno español y a ETA para que “inicien un proceso de diálogo con el objetivo de lograr el fin definitivo de la violencia, siempre que ETA manifieste previamente su voluntad inequívoca de abandonar el terrorismo”.

El mandato también iría dirigido a las fuerzas políticas vascas, “sin exclusiones”, para que iniciaran un proceso de negociación “con el objetivo de alcanzar un acuerdo de normalización política sobre el ejercicio del derecho a decidir del pueblo vasco y sobre el marco de relaciones que deseamos mantener, internas y externas”.

Reconoció que en este segundo caso, sin pacto con el Estado, la consulta, sobre la que no dio a conocer la pregunta concreta al estar pendiente de si hay un acuerdo previo con el Estado o no, “no será jurídicamente vinculante”, aunque tendrá “indudable validez política, social y democrática”.

También anunció que, en cualquier caso, “sea cual sea el resultado de la consulta, mi compromiso es disolver posteriormente la Cámara y convocar elecciones”.

Todo este proceso llevaría a un segundo referéndum “resolutivo” en el segundo semestre de 2010.

Antes de la celebración de este segundo referéndum, ETA estaría “obligada por decisión popular a realizar una manifestación inequívoca, creíble y demostrable de su voluntad para poner fin a la lucha armada”, por lo que abriría una mesa de diálogo con el Gobierno.

Por otro lado, los partidos vascos, “sin exclusiones”, se comprometerían a “poner en marcha una mesa de negociación política para alcanzar en un plazo fijado un acuerdo sobre el derecho a decidir del pueblo vasco y las relaciones de territorialidad”.

Este acuerdo sobre el derecho a decidir, la territorialidad y todas las cuestiones que determinaran los partidos serían el objeto de ese segundo referéndum.

Ibarretxe reconoció que el proceso tendrá “dificultades” y que “podemos tener la tentación de defraudar la esperanza de la sociedad vasca y volver a 'caminar en espiral', porque en el fondo es más difícil construir la paz que hacer la guerra”, es “más difícil lograr acuerdos que atrincherarse en las 'razones de Estado'”.

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